La dimisión de Rubiales
El presidente de la Federación de Fútbol perdió apoyos al cobrar relevancia sus inadecuados gestos machistas
Luis Rubiales comunicó este jueves a su equipo que este viernes presentará su dimisión como presidente de la Real Federación Española de Fútbol. El mensaje que hizo público el miércoles la jugadora Jenni Hermoso, a través del sindicato que representa a las futbolistas, señalaba que su comportamiento “atenta contra la dignidad de las mujeres”, y mostraba de nuevo de manera más formal que el beso que recibió de Rubiales en la final de Sídney no tenía nada de consentido. La Comisión Disciplinaria de la FIFA abrió contra Rubiales un expediente disciplinario por su reciente conducta en el Mundial. El presidente Pedro Sánchez había señalado, durante la visita de la selección a La Moncloa, que su conducta fue “inaceptable” y que sus disculpas no fueron “suficientes ni adecuadas”. Su situación resultaba insostenible.
Los hechos que han terminado por precipitar su salida son incontrovertibles. Al terminar el partido de la final del Mundial de fútbol que ganó España a Inglaterra, Rubiales se llevó las manos a los genitales de manera ostentosa en el palco al lado de la reina Letizia y la infanta Sofía. En la entrega de medallas, agarró con las manos la cabeza de Jenni Hermoso para besarla en los labios. Luego, en una entrevista, llamó “estúpidos” a cuantos le reprochaban su conducta. Y, por fin, en el vídeo en el que pedía disculpas, decía que había sido “fuera” donde se produjo el revuelo porque, sostenía, “aquí” —en referencia al círculo que rodeó a la selección en la final— su gesto se veía “natural, normal”. Pidió perdón a regañadientes porque no le quedaba otra al presidir una institución de tanta importancia. Nadie ha dado explicaciones de cómo la federación atribuyó en una nota a Hermoso unas palabras que se referían al beso como “un gesto natural de cariño y agradecimiento”, cuando ella, en el vestuario con sus compañeras, se expresó de otra manera: “¿Qué hago yo? No me ha gustado”.
Los bochornosos gestos de Rubiales llegaron a empañar la celebración de la gesta de la selección femenina, pero finalmente su victoria ha terminado por recobrar todo su brillo. La igualdad que el triunfo de un grupo de jugadoras reclamaba, y que la sociedad celebra, es en derechos, en oportunidades, en recursos. El lamentable espectáculo de las zafiedades de Rubiales no torció la firmeza de unas mujeres que han dado una doble lección en solo una semana. El éxito deportivo ya lo tenían; el social se ha precipitado en los últimos días. Rubiales ha decidido irse ante la evidencia de que su actitud fue equivocada.. Y las jugadoras consiguen una victoria adicional: la de modificar una estructura de poder aparentemente inamovible. El feminismo, la igualdad, es exactamente lo que está pasando: remueve las estructuras de arriba a abajo, no vale con el premio de romper techos de cristal. Obliga a modificar la estructura del poder: unos tienen que empezar a perder privilegios y el desparpajo con que los manejan para que otras ganen igualdad.
Rubiales quiso salvarse del embrollo convocando una asamblea extraordinaria de la federación en la que quería reunir apoyos para conservar el puesto. Su dimisión ha liberado a los miembros de esa asamblea de una grave responsabilidad. No podían seguirle el juego a un presidente que ha dinamitado el prestigio de la federación en uno de sus momentos de mayor gloria. Aunque con demasiada tardanza, fueron muchos los que se han ido distanciando de Rubiales. Pero las que marcaron el rumbo en todo momento fueron las mujeres, que además de conseguir todos sus objetivos nos han permitido asistir a un curso de pedagogía urgente sobre igualdad para amplias mayorías en solo una semana.
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