_
_
_
_
columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Los criados de Machu Picchu

Los últimos análisis científicos del tesoro arqueológico peruano arrojan datos que no se recogen en ninguna guía turística

Machu Picchu Perú
Restos del poblado inca de Machu Picchu, construido entre dos picos de la cordillera Central de Perú.Picturegarden
Javier Sampedro

Todo el mundo ha ido a Machu Picchu menos yo, pero os puedo comunicar algo que todavía no os habrá dicho ningún guía. Ya sabéis que ese poblado precolombino construido por los incas a dos kilómetros y medio de altura, en los Andes peruanos, se les escapó por completo a los conquistadores españoles del siglo XVI —nunca hemos destacado en ciencias— y que no fue hasta 1911 que el profesor de Yale Hiram Bingham y su traductor al quechua Melchor Arteaga dieron a conocer al mundo esa maravilla arqueológica. Encaramada a esos riscos andinos hermosos y puntiagudos, con terrazas agrícolas, acueductos y restos evidentes de una urbanización sofisticada, Machu Picchu ha sido confirmada como una de las pucaras, o fortificaciones, y tambos, o posadas, con que el imperio inca organizaba los movimientos humanos y el comercio a lo largo de sus vastos territorios.

Bingham hizo un gran trabajo, pero padecía una fiebre imaginativa que solo un arqueólogo sabría disculpar. Como la mayoría de los esqueletos que exhumó eran femeninos, dedujo que Machu Picchu era un santuario de las Vírgenes del Sol, nada menos, una élite de mujeres que habitaban en los templos de la religión inca con su voto de castidad, su manejo de la comida ritual —drogas, supongo— y no sé qué danzas con los ropajes o sin ellos que al parecer hacían las delicias del emperador. Por desgracia para la fogosa fantasía del explorador de Yale, la investigación posterior ha mostrado que allí había tantos hombres como mujeres, jóvenes, viejos y de una desconcertante variedad de tipologías para un pueblo tan pequeño. Y justo este jueves hemos descubierto por qué. Sigue leyendo, que ahora viene lo que aún no sabe tu guía.

Lucy Salazar, de Yale (como su antecesor Bingham), Lars Fehren-Schmitz, de la Universidad de California en Santa Cruz, y una docena de colegas de medio mundo publican en Science Advances un análisis genómico de 34 personas enterradas en Machu Picchu y otras tantas de la época cuyos restos se han recuperado de amplias zonas circundantes en el actual Perú (Cusco, valle de Urubamba y otras). Para su sorpresa, los investigadores han hallado una extraordinaria diversidad genética en los antiguos habitantes de Machu Picchu. De hecho, son mucho más diversos que sus vecinos de la región. Sus ancestros genéticos vienen de todo el antiguo imperio inca y de más allá, incluidas lejanas partes del Amazonas. El hallazgo indica con fuerza que esas personas eran yanacona y aclla, los hombres y mujeres que servían de criados a los poderosos de aquel lugar antaño tan misterioso. Los traían de lugares remotos para servir de criados. Nada muy extraordinario, ¿verdad?

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Pero bueno, el mero hecho de que los enterraran en Machu Pichu insinúa que estaban más o menos integrados en el palacio de los señoritos. Un buen sirviente bien vale un funeral.

Ay Bingham, qué mala es la calentura voluptuosa. Tus vírgenes sagradas del templo han resultado meras criadas de palacio, y encima de ambos sexos. Cuando Einstein dijo que la imaginación alcanza más allá que el conocimiento, no se refería a esa clase de imaginación. La arqueología es una disciplina admirable que nos ha reportado un tesoro de datos. Sus interpretaciones son una cuestión completamente diferente.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_