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Tribuna
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¿Cómo se puede estar en contra de restaurar la naturaleza?

La Ley de Restauración de la Naturaleza es una pieza clave, como parte del Pacto Verde, de la normativa necesaria para hacer frente a la crisis medioambiental y climática

El Atlántico, en el suroeste de Francia.
El Atlántico, en el suroeste de Francia.PHILIPPE LOPEZ (AFP)
Carlos Bravo

Ante el hecho indiscutible de que el ser humano lleva muchas décadas provocando un proceso de degradación medioambiental que está devastando los ecosistemas terrestres y marinos de los que dependemos, ¿cómo puede entenderse que el Partido Popular Europeo se haya conjurado para impedir que apruebe la Ley de Restauración de la Naturaleza propuesta por la Comisión Europea?

La gravedad del problema es tal que, el pasado 5 de junio, en el Día Mundial del Medio Ambiente, el secretario general de la ONU, António Guterres, alertó que la degradación del mundo natural que hemos ocasionado ya está socavando el bienestar de 3.200 millones de personas o, lo que es lo mismo, el 40% de la humanidad. También afirmó que todavía estamos a tiempo de revertir los daños mediante iniciativas como el Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de los Ecosistemas.

Con ese mismo planteamiento positivo, hace poco más de un año, el 22 de junio de 2022, la Comisión Europea (CE) publicó su propuesta de Ley de Restauración de la Naturaleza. Se trata de la primera legislación de la historia que persigue explícitamente restaurar la naturaleza de Europa. Incluye iniciar el proceso para lograr la recuperación del 80% de los hábitats europeos en mal estado y devolver a su estado natural a todos los ecosistemas, desde los bosques y las tierras agrícolas hasta los ecosistemas marinos, de agua dulce y urbanos.

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¿Quién, mínimamente sensato, podría estar en contra de que empecemos a restaurar el daño que le hemos hecho a la Naturaleza? Sobre todo cuando actuar en ese sentido resultaría en beneficio nuestro, pues nos ayudaría a asegurar nuestra propia supervivencia ante las múltiples amenazas del cambio climático y la crisis de pérdida acelerada de biodiversidad.

Resulta, por tanto, incomprensible que el Partido Popular Europeo (PPE), con el apoyo de los eurodiputados españoles del Partido Popular, esté llevando a cabo un desmedido y sistemático ataque en el Parlamento europeo contra esta propuesta de la CE.

Así, el pasado 15 de junio, la Comisión de Medio Ambiente, Salud Pública y Seguridad Alimentaria (ENVI) del Parlamento Europeo votó una propuesta del PPE para rechazar la totalidad del informe del ponente, el eurodiputado del grupo Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas, César Luena, sobre la Ley de Restauración de la Naturaleza. Tras una ajustadísima votación (44 votos a favor, 44 en contra, 0 abstenciones), la propuesta del PPE quedó rechazada. La posición del PPE fue respaldada por los partidos de derecha (incluido parte del Renew Europe Group) y extrema derecha del Parlamento Europeo. La derrota de la iniciativa del PPE en esa votación posibilitó seguirla tramitación parlamentaria de este proyecto de ley y empezar a votar las numerosas enmiendas parciales presentadas por ese partido y sus aliados al informe del ponente.

En una sesión posterior, el 27 de junio, tras acabar con la votación de las enmiendas parciales, se votó si el texto final, enmendado, del ponente, debía enviarse o no al pleno del Parlamento Europeo. La votación final fue otra vez de 44 votos a favor, 44 en contra y 0 abstenciones, por lo que no se obtuvo la mayoría simple necesaria para poder remitirlo al pleno. Eso significa que, en su lugar, se enviará al pleno la propuesta original de la Comisión Europea. Así pues, en la votación plenaria del próximo 12 de julio, el PPE tendrá una nueva oportunidad de tumbar la Ley de Restauración de la Naturaleza.

Entre tanto, el 20 de junio, el Consejo de la UE alcanzó un acuerdo (lo que se conoce como”orientación general”) sobre la Ley de Restauración de la Naturaleza, a pesar del “no” de los Países Bajos, Polonia, Italia, Suecia y Finlandia y las dos abstenciones de Austria y Bélgica, dando así un claro respaldo político de los gobiernos de los Estados miembros a la propuesta de la CE.

La votación del pleno del Parlamento europeo del próximo 12 de julio es crucial. Si se vota en contra de aprobar la propuesta original de la CE, el proceso legislativo de la Ley de Restauración de la Naturaleza no podrá seguir adelante. Ese resultado enviaría un mensaje deplorable a los ciudadanos de toda Europa y a los gobiernos de todo el mundo. Si el voto es a favor, se podrá pasar a la fase final del proceso legislativo (los trílogos) para llegar a un acuerdo sobre el texto definitivo de la ley. Esta cruzada feroz del PPE contra esta normativa está orquestada por el líder de este grupo en el Parlamento Europeo, el alemán Manfred Weber, que mantiene una enconada disputa interna con la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, promotora del Pacto Verde Europeo, del que emana la Ley de Restauración de la Naturaleza. Weber pertenece a la CSU, el partido hermano de la CDU de Von der Leyen; ambos partidos son miembros del PPE. En 2019, tras las elecciones al Parlamento Europeo, Weber no fue apoyado para convertirse en presidente de la Comisión y fue sustituido por la Sra. Von der Leyen, que sorprendió a muchos por su impulso fresco y activo al presentar el Pacto Verde, lo que definió como el man on the moon moment de Europa. Weber está adoptando ahora una postura más populista, acercándose a la ultraderecha, luchando contra la agenda del Pacto Verde de Von der Leyen para minar las posibilidades de ésta de mantenerse en sus actuales responsabilidades tras las elecciones europeas de mayo de 2024.

La Ley de Restauración de la Naturaleza es una pieza clave, como parte del Pacto Verde, de la normativa necesaria para hacer frente a la crisis medioambiental y climática, cuya aplicación generaría un gran beneficio para la seguridad alimentaria, la salud pública y la adaptación de los ecosistemas a las amenazas causadas por el cambio climático, así como impactos económicos positivos para los ciudadanos europeos en su conjunto.

Los primeros en beneficiarse de sus efectos serían los trabajadores del sector primario (agricultores, apicultores, ganaderos, silvicultores, pescadores) que dependen directamente de una naturaleza sana para su subsistencia. Votar en contra de esta ley es votar en contra de tener alimentos más saludables y de mayor calidad, y por tanto en contra de los intereses de este sector y, por supuesto,en contra de la salud y el bienestar de los ciudadanos.

En virtud de esta propuesta de Ley de Restauración de la Naturaleza, se aplicarán a todos los Estados miembros objetivos jurídicamente vinculantes para la restauración de la naturaleza en diferentes ecosistemas que complementarán la legislación vigente. El objetivo es que las medidas de restauración de la naturaleza alcancen al menos al 20% de las zonas terrestres y marinas de la UE de aquí a 2030 y se extiendan finalmente a todos los ecosistemas que necesiten ser restaurados de aquí a 2050.

El Pacto Verde Europeo y la Estrategia de Biodiversidad de la UE para 2030 constituyen el núcleo de los esfuerzos de la Unión Europea por frenar los efectos del cambio climático, detener la pérdida de biodiversidad y hacer frente a la contaminación. La propuesta de la Comisión Europea sobre la Ley de Restauración de la Naturaleza es un elemento clave de esta estrategia y acerca a la UE un paso más al cumplimiento de su compromiso de evitar el colapso de los ecosistemas.

Además, la Ley de Restauración de la Naturaleza debe considerarse también una respuesta a los compromisos internacionales de la UE, entre ellos, por ejemplo, el Marco Mundial para la Biodiversidad de Kunming-Montreal (por ejemplo, el objetivo 2 sobre restauración de ecosistemas degradados) y el compromiso general de alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas.

Sería una auténtica vergüenza que una ley tan importante como ésta no saliese adelante en lavotación del pleno del Parlamento Europeo del próximo 12 de julio por culpa de la amargura y la ira de una persona que sirve a los negacionistas del cambio climático de plataforma para destruir el futuro de nuestros hijos.

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