Bolsonaro, inhabilitado
La justicia brasileña excluye al expresidente de Brasil como candidato en los próximos ocho años por abuso de poder
El ultraderechista Jair Bolsonaro, anterior presidente de Brasil y líder de la derecha del país más poblado de Latinoamérica, no podrá concurrir a ninguna elección para un cargo público hasta 2030 tras la condena que el viernes pasado lo inhabilitó durante ocho años. El Tribunal Superior Electoral decidió, por cinco votos contra dos, que el antiguo militar abusó de su poder en un encuentro con el cuerpo diplomático acreditado en Brasilia, a tres meses de los comicios, para atacar el proceso electoral y sembrar dudas que deslegitimasen una derrota que se consumó y fue seguida, en enero, por una intentona golpista protagonizada por miles de bolsonaristas.
El fallo contra Bolsonaro es recurrible, aunque su recorrido es incierto en instancias superiores. Por su parte, él promete seguir en política. Con esta sentencia que el propio tribunal electoral considera ejemplarizante, queda fuera del juego electoral un político que desde la jefatura del Estado atacó de manera sistemática la democracia, alentó el golpismo, criminalizó a la oposición, despreció a las víctimas de la covid, permitió el expolio de la Amazonia y llevó la polarización entre sus compatriotas a niveles extremos. Bolsonaro es también el candidato elegido por el 49% del electorado en las últimas elecciones y, hasta ahora, el principal adversario del presidente Lula. El izquierdista también vivió una inhabilitación judicial en 2018, en su caso acompañada de prisión, que los jueces revirtieron años después, en un cambio de criterio que no resulta excepcional en Brasil. Desde que estalló el escándalo de corrupción Lava Jato los cambios de opinión de los tribunales en fallos con efectos en política han sido frecuentes en el país.
Es necesario reconocer el papel crucial que el Poder Judicial ha tenido en la preservación de la democracia brasileña ante los embates perpetrados por Bolsonaro, pero resulta también vital extremar la cautela para no incurrir en excesos que puedan acabar teniendo un efecto bumerán. Hubiera sido preferible que la carrera política de Bolsonaro, líder de la derecha más ultra y reaccionaria pero también de la más centrada, terminara por decisión de los votantes, no de los tribunales. Los conservadores y liberales brasileños tienen ante sí la oportunidad de construir un liderazgo moderado que entierre definitivamente cualquier tentación golpista o proyecto de retroceso en materia de derechos, sea de las mujeres, los negros o las minorías. Los políticos como Jair Bolsonaro, cuyos proyectos suelen basarse más en destruir que en construir, resultan corrosivos para las instituciones y la convivencia. Es imprescindible que este fallo no se convierta en coartada. Los jueces tienen el deber de seguir adelante con los otros 15 casos judiciales abiertos contra él, algunos por acusaciones tan graves como alentar el asalto a los tres poderes en Brasilia por el descontento tras la victoria de Lula en enero.
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