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ANATOMÍA DE TWITTER
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Busco a Jack

La tabla de salvación para los usuarios de Twitter ya está flotando en el océano, en opinión de voces autorizadas del periodismo tecnológico

Titanic
Leonardo DiCaprio y Kate Winslet, en ‘Titanic’.
Carmela Ríos

Hace algunos días se cumplieron 78 años desde que Hitler decidió volarse los sesos en su búnker de Berlín tras exterminar a 11 millones de personas en Europa y sumir al mundo en una guerra atroz. Una fecha que, en el actual Twitter sin ley, decenas de cuentas pronazis recordaron con citas y fotografías del dictador alemán. Más de 10.000 retuits obtuvo la cuenta pronazi Conciencia racial, con un encendido elogio al ideario de Hitler. El escritor Elod Horai se lamentó de este éxito, provocado en gran parte porque la cuenta pronazi había comprado la insignia de verificación azul y estaba consiguiendo con ello una mayor difusión de su mensaje. Recordó que días antes el patrón Musk había suprimido las antiguas verificaciones y enfrentó en su tuit dos fotografías: la del perfil de la recién verificada cuenta nazi Conciencia racial y la fotografía de la cuenta oficial del Museo de Auschwitz @AuschwitzMuseum, anónima, despojada del emblema azul que hasta hacía un par de semanas la identificaba como verdadera y relevante.

La visión de ambas fotos, publicadas una junto a la otra, hizo reaccionar a los usuarios de Twitter. Casi 10.000 usuarios compartieron la publicación del escritor Horai y otros tantos reclamaron a Twitter que sacara la cuenta racista de la circulación, a lo que Musk accedió. El patrón tuvo además el detalle de devolver la insignia de verificación, a la cuenta de la memoria de Auchswitz que, desde 2012, pone rostro, nombre y apellidos a miles de víctimas de los campos de exterminio y comparte sus historias con una comunidad de más de millón y medio de seguidores.

En el nuevo Twitter conviene estar atento al pulgar del emperador, que se ha revelado como el único criterio disponible y válido para entender la nueva política de la empresa, tanto en la moderación de contenidos como en la atribución gratuita de identificativos de autenticidad. Musk se muestra arbitrario, imprevisible, entusiasta de la palabra liberada y de las puertas abiertas a todo el que pague. Que digan lo que quieran, pero que paguen. Una de las consecuencias de esta política es, según un estudio del Instituto para el Diálogo Estratégico y la firma CASM Technology, que la circulación de tuits antisemitas se ha duplicado desde la llegada de Musk. Un porcentaje similar de incremento ha experimentado la difusión en Twitter de 49 términos léxicos relacionados con el odio, que un grupo de expertos de universidades estadounidenses analizó con ayuda de herramientas inteligencia artificial durante el primer mes de Twitter con Elon Musk a los mandos.

Los irreductibles de la aldea vagamos como almas en pena buscando en Twitter destellos de lo que fue. El algoritmo ha escondido a nuestros amigos y nos propone publicaciones de personas que no vimos nunca y de temas por los que nunca mostramos ninguna predilección. Llueven los insultos, las parodias y los contenidos falsos mientras intentamos buscar algo de claridad entre cuentas con insignias de verificación azules de pago, azules regaladas por Musk, doradas y grises. Un colocón de confusión como experiencia de usuario.

La tabla de salvación para los usuarios de Twitter ya está flotando en el océano, en opinión de voces autorizadas del periodismo tecnológico. El héroe que la sostiene, como en el caso del Titanic, se llama Jack. Es Jack Dorsey, el fundador de Twitter que ha puesto en marcha su nuevo proyecto, BlueSky, una red social de código abierto, similar a Twitter en apariencia y funciones, pero que deja a los usuarios el control de su actividad y de sus datos. La aplicación está aún en fase de pruebas y Dorsey solo ha permitido el acceso a 50.000 usuarios, mientras otros tantos aguardan pacientemente un código de invitación para acceder a este nuevo El Dorado social en el que están depositadas tantas esperanzas. Tendremos que esperar un tiempo para saber si hicimos bien en hacernos un “Kate Winslet” y aferrarnos a la tabla de Jack.

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