Pensiones: romance sonámbulo
Uno de los críticos más incómodos del ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, es el prestigioso economista José Luis Escrivá
Uno de los críticos más incómodos del ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, es el prestigioso economista José Luis Escrivá: el político propone medidas que desaconsejaba como técnico. En 2019, en un informe de la Airef, Escrivá apuntaba: “Las cotizaciones sociales son relativamente altas”. Estaban seis puntos por encima de la media OCDE. “Cualquier modificación no debería implicar incremento de las cotizaciones”, decía, “sino una reconfiguración”. (También señalaba que la inmigración era el factor decisivo para el crecimiento demográfico: como ministro ha defendido medidas para facilitar la contratación de inmigrantes. En esto no ha cambiado de parecer). La reforma de las pensiones, que se aprobará por decreto ley porque corre prisa, aboga entre otras cosas por el aumento de las cotizaciones. “Supone aumentar los impuestos sobre el trabajo y esto tiene efectos negativos sobre el empleo y la inversión de las empresas”, ha declarado Rafael Doménech, economista en jefe de BBVA Research. El catedrático de la Universidad Complutense José Ignacio Conde-Ruiz ha destacado una combinación poco recomendable: España será en 2050 uno de los países más envejecidos de la UE y por primera vez la fórmula del periodo de cómputo de las pensiones dará como resultado un mayor gasto. El director ejecutivo de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada, Ángel de la Fuente, señala en un informe que la reforma no devolverá el equilibrio al sistema: “Condena al componente contributivo del sistema público de pensiones a un déficit básico (antes de transferencias) elevado y rápidamente creciente durante las próximas décadas que habrá que cubrir con ingresos generales (o deuda)”. Calcula que en 2050 habrá que inyectar a la Seguridad Social recursos extra por valor de unos 4,5 puntos de PIB, el 60% de la recaudación del IRPF. Esa presión, concluye: “Dejará poco margen para financiar un mayor gasto en casi cualquier otra cosa, incluyendo sanidad y dependencia, con necesidades rápidamente crecientes debido al rápido envejecimiento de la población”. La fórmula de solidaridad intergeneracional es “el que venga detrás que arree”. Avanzamos como sonámbulos y parece inevitable que la reforma exija nuevos ajustes más adelante: probablemente, serán más dolorosos. Quizá entonces España deba decir, como el ministro ahora: “Yo ya no soy yo ni mi casa es ya mi casa”. @gascondaniel
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