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Columna
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El candidato Tamames contra Vox

Cualquier “español independiente, de brillante trayectoria intelectual, símbolo de la reconciliación nacional”, como lo definió Vox, lo es, primero, por ser contrario a los postulados de Vox

Ramón Tamames, en su casa de Madrid.
Ramón Tamames, en su casa de Madrid.Claudio Álvarez
Manuel Jabois

Extraordinaria entrevista de Miguel González a Ramón Tamames en EL PAÍS. Tamames es una de las grandes noticias del año. Y aún peor: positivas. Que un hombre de 89 años acepte ser candidato a presidente del Gobierno, dar un discurso de moción de censura y ofrecer entrevistas en periódicos, televisiones y radios —solventadas mal que bien, mejor que las habituales gansadas de portavoces oficiales y oficiosos— es puro progreso, paradójicamente. Por lo demás, en unas pocas respuestas Tamames viene a decir y Vox ha asumido después que cualquier “español independiente, de brillante trayectoria intelectual, símbolo de la reconciliación nacional”, como lo definió Vox, lo es, primero, por ser contrario a los postulados de Vox.

Para encontrar a un candidato de su moción que reuniese esos requisitos, Vox ha tenido que decir: podemos renunciar a nuestros principios ideológicos si se trata de tumbar al Gobierno. Eso fue lo que dijo este martes Iván Espinosa de los Monteros dando una vuelta más larga: “Lo rico de esta moción es demostrar que personas de ámbitos ideológicos muy diferentes, personas que creen cosas incluso contrarias, coinciden en el análisis de la situación: hay que procurar que este Gobierno se vaya cuanto antes”. Todas esas personas representadas en el Congreso, por lo demás, no van a apoyar la moción. Y aún mejor: la frase la pronunció Espinosa de los Monteros después de presumir de no tener la costumbre de abrir EL PAÍS; personas de ámbitos ideológicos muy diferentes, personas que creen cosas incluso contrarias, pueden coincidir en querer echar a un Gobierno, pero no en leer.

Tamames ha resumido la moción de censura con una frase ingenua, quién sabe si lanzada deliberadamente: “A mí no me hagas la crítica del partido, ¿cómo se llama?, Vox”, que está a la altura de una charlotada que alguien pudo haber parado a tiempo si se entera de lo que mueve a Tamames a presentarse con Vox en el Parlamento, que es el ego. El ego es un monstruo tan apasionante que, con tal de que te apunten cuatro cámaras, te vas de candidato de la extrema derecha para decir lo que sea, incluso que pasas olímpicamente de la extrema derecha. Tamames no sólo quiere hablar, como todo el mundo, sino que se le escuche, que ya es otra cosa. No atiende al consejo con el que empieza Todo é silencio, de Manuel Rivas: “A boca é para calar”.

“Es una ocasión única para hablar a los 47 millones y medio de españoles que no se puede dar en ninguna otra circunstancia”, le dice a González cuando el periodista le pregunta por qué encabeza la moción. Cuando se le pregunta si se hubiera presentado también en una moción con Bildu o Esquerra, no dice que nunca habría ido con ellos, sino que ellos nunca lo llamarían. De sentido del humor el candidato va pletórico. Tamames añade después otra razón que le mueve: “Yo echo una mano a la opinión pública, que conozca el estado del país según mis conocimientos y experiencia, no lo que me diga Vox, porque no le he dado audiencia en ese aspecto”. No le ha dado audiencia a Vox, pero al parecer la opinión pública sí se la ha dado a él. ¿Ha preguntado a la opinión pública si le interesa cerrar el Congreso para regalarle una sesión en la que nos cuente el estado de España según sus conocimientos y experiencia? ¿Este hombre no sabe que para eso se inventaron los bares?

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Sobre la firma

Manuel Jabois
Es de Sanxenxo (Pontevedra) y aprendió el oficio de escribir en el periodismo local gracias a Diario de Pontevedra. Ha trabajado en El Mundo y Onda Cero. Colabora a diario en la Cadena Ser. Su última novela es 'Mirafiori' (2023). En EL PAÍS firma reportajes, crónicas, entrevistas y columnas.

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