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editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Estrategia contra Putin

Alemania aplaza la decisión sobre los tanques Leopard-2 para lograr un acuerdo común con los aliados

Un carro de combate Leopard 2, durante unas maniobras en Alemania.
Un carro de combate Leopard 2, durante unas maniobras en Alemania.Moritz Frankenberg (dpa / eUROPA PRESS)
El País

Alemania no quiere precipitarse. Su nuevo ministro de Defensa, Boris Pistorius, con solo 48 horas de experiencia como titular de la cartera, ha explicado a los 50 aliados reunidos en la base de Ramstein que su país no dará luz verde al envío a Ucrania de los poderosos y sofisticados blindados Leopard-2, de fabricación alemana, sin antes hacer un inventario exacto de los 2.000 repartidos por los distintos ejércitos europeos y estudiar las ventajas e inconvenientes de su aportación al Ejército ucranio. Quienes querían un anuncio espectacular en respuesta a las provocaciones, atrocidades y amenazas del Kremlin han quedado decepcionados. Casi coincidiendo con la reunión, Dmitri Medvédev, expresidente y hombre de confianza de Putin, ha proferido una nueva amenaza nuclear.

Los 300 blindados pesados que demanda el Gobierno de Kiev a sus aliados son imprescindibles para deshacer las tablas en la actual guerra de desgaste. Son el elemento que puede permitir al Ejército ucraniano una ofensiva que determine este mismo año el rumbo del conflicto hacia un desenlace victorioso. A pesar de las derrotas sucesivas de Putin, es evidente el peligro de un estancamiento que congele el conflicto hasta convertir a Ucrania en un campo de ruinas. Dado que el Kremlin es incapaz de ganar, la prolongación de la guerra es el único camino para no perder, en una victoria por agotamiento del adversario y cansancio de sus aliados.

Alemania no quiere que su decisión pueda ser interpretada como exclusiva de su Gobierno. Los medios próximos a Putin ya han evocado a este propósito los tanques hitlerianos que penetraron en la Unión Soviética en 1941 en la Operación Barbarroja. De ahí el interés alemán en diversificar el tipo de blindados y sobre todo en la contribución de Washington con una partida de carros pesados Abrams. Tiene sentido que una decisión de tal calibre requiera la máxima prudencia y consenso entre los aliados de la OTAN y de la UE. Son precipitadas, en cambio, las críticas contra Alemania proferidas en EE UU desde las filas del Partido Republicano, donde el putinismo tiene más presencia e influencia de lo que sería deseable para una democracia.

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No deben caber dudas respecto a la contribución europea al esfuerzo de Ucrania. Hasta ahora ha sido exclusivamente en la defensa de su territorio y de su población, pero para que la guerra termine cuanto antes hará falta un último y decisivo esfuerzo en ayuda militar. Con la aportación de los vehículos acorazados, Kiev puede frenar el medio millón de soldados que Putin prepara para su ofensiva de primavera e incluso recuperar el territorio oriental hasta la costa del mar de Azov para aislar a Crimea y regresar a las posiciones anteriores al 24 de febrero pasado, cuando empezó la guerra. Y esta no puede ser una decisión ni una responsabilidad de Alemania, sino solidaria de todos los aliados de Ucrania.


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