Lo del sello comunista y el “fracaso” de la manifestación sanitaria de Ayuso
La red social del pajarito está cada día más polarizada, más aún tras la marcha del pasado domingo en Madrid y los últimos movimientos del dueño de Twitter, Elon Musk
Ojú. Cómo está el patio. La farmacéutica Eli Lilly se desplomó el pasado viernes un 4% en Bolsa después de anunciar en Twitter que la insulina iba a ser gratis para todos los diabéticos. La historia es que no era Eli Lilly, sino una cuenta falsa que se hizo pasar por Eli Lilly y que había sido verificada previamente por Twitter gracias a su nuevo signo azul, el que ahora se obtiene en un santiamén si se crea una cuenta y se pagan 8 euros al mes. Efectivamente, esto hace que se confunda la cuenta falsa con la original. Un plan sin fisuras, vamos. La farmacéutica perdió 14.000 millones por la gracia. Hay días que te encuentras cinco euros en el bolsillo y otros que pierdes 14.000 millones.
Horas después, por lo que sea, Elon Musk, el nuevo propietario de la red social del pajarito, además de ser el hombre más rico del mundo y sobre todo un cantamañanas, ha dicho que, visto lo visto, lo mejor es que se paralicen estas verificaciones nuevas hasta nueva orden. A saber los motivos. Aquí anda suelto hasta un Jesucristo verificado que alberga 800.000 seguidores. “Domingo divertido”, escribió este último, “¿tienes un plan? No digas Iglesia”. Y con tu espíritu. Ni que decir tiene que tarde o temprano este rincón del periódico tendrá que cambiar de nombre ante el devenir de los acontecimientos. Lo suyo sería Anatomía forense de Twitter.
Mientras tanto, al jolgorio patrio. El diario La Vanguardia llevaba este sábado un titular que resumía muy bien cómo estamos: “Todo el mundo está en su mundo”. El reportaje analizaba el avance de la polarización en la sociedad española, sobre todo en esta red social. “El listado de grupos a los que pertenecen las personas es infinito”, observaba el sociólogo e investigador del CSIC, Luis Miller. “Ser vegano o pertenecer a una asociación de cazadores nunca había sido motivo de conflicto; es el hecho de que ahora cada una de esas categorías se alinee en un bloque ideológico lo que hace que entren en el debate público y se origine la segregación y el fanatismo. Estamos politizando todo, desde las opciones de alimentarse hasta la identidad sexual”. En Madrid, por ejemplo, si te ve un médico de cabecera en directo eres de izquierdas, pero si te atiende por videollamada eres de derechas. Lo peor es que nadie se preocupa por los pacientes de Ciudadanos. No es fácil vivir en el paraíso de la libertad.
Aquí la presidenta Isabel Díaz Ayuso inicia giras mediáticas por diarios y televisiones cada dos por tres. Antes de la multitudinaria manifestación sanitaria del pasado domingo —quien sabe si esta agenda propulsó aún más la marcha— había mañanas en las que uno apagaba la tele y seguía hablando Ayuso. El pasado lunes dio una charla en La Razón. Al día siguiente el periódico le dedicó solamente 19 páginas. En fin. Ayuso en Madrid ya no es ni una baronesa popular ni una futura candidata del PP a La Moncloa, Ayuso es un suplemento.
Ante tanto revuelo con el caos sanitario —hay que recordar que todo parte de un plan que la propia Consejería de Sanidad ya ha modificado tres veces en tres semanas y que ahora incluye abrir centros sin médicos porque, total, si también hay aeropuertos sin aviones, qué más da ya todo— más de 200.000 madrileños salieron a las calles. Ayuso, que ya es raro, optó por el silencio. Sí opinó el perfil oficial del PP: “La manifestación fue un fracaso. No la han apoyado el 99% de los madrileños”. Calma. Todavía faltan seis meses para que empiecen a bombardear los buzones de propaganda electoral con el sello comunista de Correos.
Mónica García dijo que la manifestación sería un éxito si recibía el apoyo unánime de Madrid.
— PP Asamblea de Madrid (@PPAsamblea) November 13, 2022
Dado que el 99% de los madrileños no la han apoyado, calificamos la manifestación de fracaso. @MunozAbrines pic.twitter.com/4QtTOjmuEH
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