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Columna
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Los mártires de TikTok

Un adulto posa como padre y los niños más carismáticos son reclutados hasta formar una ‘boy band’. No es un episodio de ‘Black Mirror’. Es el mundo que prospera gracias a los incentivos macabros de la red social

App TikTok
Logo de la aplicación de TikTok en un teléfono móvil.Unplash
Marta Peirano

Es imposible dejar de mirarlo y, al mismo tiempo, difícil de digerir. Un hombre de rodillas mira fijamente a la cámara rodeado de niños que gritan un mantra: please please, money money, follow follow, thank you thank you. Como la chica del tiempo, señalan sin poder verlos a aquellos rincones de la pantalla donde pinchar para seguir la cuenta o enviar regalos. Uno está sentado en silla de ruedas. Debajo se lee en inglés: “Vivimos en una tienda de campaña. Por favor ayuda”. ¿Es una de las millones de familias de refugiados sirios que ocupan la frontera turca o son un fraude de internet? Es imposible saberlo, solo TikTok tiene acceso a esa información. Pero hay grandes posibilidades de que el vídeo sea legítimo y las víctimas del fraude sean ellos. La BBC ha destapado una mafia de emprendedores que explota a niños refugiados para ganar dinero a través del sistema de regalos de la plataforma. Algunos llegan a recibir hasta mil dólares la hora. TikTok y sus socios se quedan más del 70% del total.

Hay tres maneras de ganar dinero en la plataforma: acuerdos con patrocinadores para hacer promoción encubierta, tener muchos seguidores y recibir regalos o donaciones. Para hacer un regalo hay que comprar “monedas” con las que comprar stickers que se envían durante los vídeos por streaming. Para recibir un regalo hay que ser un “creador”, tener más de 18 años, no haber sido sancionado nunca y tener un vídeo con 1.000 visitas en el último mes. Para cobrarlo, los stickers se canjean por diamantes que a su vez se canjean por dólares americanos a través de PayPal. En el proceso, TikTok se queda con el 50% del dinero, y cada transacción tiene una tasa. El mínimo acumulado deben ser 100 dólares y es difícil llegar. Después están las agencias y los mediadores, que se llevan el siguiente 35%.

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“Las agencias de Tiktok son una comunidad creciente de compañías tecnológicas que han surgido para ayudar a los publicistas a conectar con su creatividad y hacer crecer su negocio en Tiktok —dice la plataforma—. (…) tienen expertos reconocidos que crean, implementan y miden las campañas de anuncios que inspiran a nuestra comunidad”. Son granjas de contenido que crean las cuentas, consiguen los seguidores, levantan las sanciones y optimizan el contenido para que los algoritmos recomienden los vídeos. La mayor parte están en China. Los mediadores son cualquiera que esté sobre el terreno (campos de refugiados en Turquía, refugios en Ucrania o barrios destruidos en Bangladés) y tenga un teléfono, una tarjeta sim y una cuenta de datos. Los mediadores reclutan gente para hacer los vídeos, les enseñan las palabras clave en el idioma clave (please please, follow follow, thank you thank you) y alargan la retransmisión hasta que los protagonistas se quedan roncos.

Las familias con más éxito mendigan durante horas. No tienen por qué ser familias: para ser “creador” hay que ser mayor de edad. Un adulto posa como padre y los niños más carismáticos son reclutados hasta formar una boy band. Recibirán un dólar por cada directo, que sus familias podrán cambiar. No es un episodio de Black Mirror. Es el mundo que prospera gracias a los incentivos macabros de TikTok.

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