El fin de la abundancia… salvo para Mckinsey
La concesión por el Estado francés de un nuevo y jugoso contrato a la consultora estadounidense vuelve a incendiar las redes en el país
Rara vez una operación de comunicación le ha salido tan mal a Emmanuel Macron. Ocurrió el pasado domingo con motivo de la celebración del Z Event, el encuentro anual de la comunidad de streamers franceses para recaudar fondos destinados a asociaciones ecologistas. En un vídeo publicado en Twitter, y grabado a modo de selfi, Júpiter aparecía bronceado, con el pelo ligeramente despeinado y una camisa blanca con cuello mao para felicitar a los organizadores del evento y recordarles que comparte su lucha contra el cambio climático. Una serie de elementos que en el imaginario de sus consejeros le debería haber puesto a los jóvenes en el bolsillo, pero que fue percibida por lo que es: un intento poco sutil de recuperación política por parte de un presidente al que los ecologistas llevan años reprochando su inacción climática y la enorme distancia que separan sus palabras de sus actos. “Claro que nos necesitas, puesto que en tres días hemos hecho más que tú en cinco años”, le contestó en un directo de Twitch @AngleDroit_, apoyándose en los 10 millones de euros que consiguieron recaudar en tan solo tres días.
#ZEVENT22, bonsoir ! pic.twitter.com/NAPJ1wxm6y
— Emmanuel Macron (@EmmanuelMacron) September 11, 2022
En medio del aluvión de críticas e insultos que provocó el vídeo, me llamó particularmente la atención el tuit de @JeanMassiet, el streamer político más seguido de Francia (73.000 seguidores en Twitter y más de 176.000 en Twitch), en el que publica lo que parece ser la típica recomendación de agencia de comunicación ―un documento en el que se detalla al cliente la estrategia a seguir― titulada “Le Z Event 2022″ y firmada por la consultora privada estadounidense McKinsey. Si bien el streamer aclara que se trata de un documento falso que él mismo redactó para burlarse del presidente y de sus consejeros, su contenido es de lo más plausible, desde la evaluación de la situación hasta los tuits sugeridos al presidente. Ejemplo: “Quiero felicitar a todos los participantes del Z Event. Esta movilización de la juventud nos obliga a la acción y se corresponde con mi compromiso por el clima”. Un tuit que parece realmente salido de las más brillantes mentes macronistas. “Qué pena que no cobres lo mismo que McKinsey por página”, ironiza un tuitero aludiendo al escándalo que bien podría haberle costado su reelección al dirigente el pasado abril, cuando una comisión de investigación del Senado reveló que el Estado había pagado 1.000 millones de euros por los servicios de esta consultora que no tributa en Francia. Una suma y, sobre todo, una dependencia de las consultoras privadas para la toma de decisiones públicas jamás vista en gobiernos anteriores y que incendió literalmente las redes en aquel entonces.
A principio de este mes, McKinsey volvió a ser trending topic en Twitter. La revista Nouvel Obs reveló que, a pesar de que la compañía esté siendo investigada por el Parquet Nacional Financier (el equivalente a la Fiscalía del Tribunal de Cuentas) por posible “blanqueo agravado de fraude fiscal”, el Estado ―vía un organismo público― le había vuelto a conceder un jugoso contrato durante el verano. Entre las reacciones, un vídeo en el que interviene la filósofa Barbara Stiegler se volvió viral. En la línea de la formidable investigación periodística Los infiltrados. Cómo los gabinetes de consejo han tomado el control del Estado, de Matthieu Aron y Caroline Michel-Aguirre, Stiegler se centra en cómo el Estado delegó a McKinsey y a la BVA Nudge Unit (especialista en acompañar el cambio comportamental en las poblaciones) nada más que la gestión de la crisis de covid y la política de vacunación. De lo que se trata es, ni más ni menos, “de la financiación con dinero público de la liquidación del sentido del Estado”, asegura.
Parece que el Estado francés ha dejado de apoyarse en sus altos funcionarios para la toma de decisiones públicas y la gestión de crisis, un giro que nos debería preocupar a todos. No solo a los franceses. Si bien la sangría en los efectivos de la función pública orquestada por Sarkozy durante su mandato es en parte responsable de las carencias actuales, el recurso abusivo a las consultoras privadas lleva el inconfundible sello del macronismo. Esa corriente inspirada en el neoliberalismo que confunde la gestión de un país con la de una start up, y que nos quiere hacer creer que si no apoyamos sus reformas es que porque nos da miedo el cambio o que somos reacios a la innovación, al progreso. El único posible. Se avecina la controvertida reforma de las pensiones… Esperemos que el fin de la abundancia que anunció hace unas semanas Macron llegue también a McKinsey.
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