_
_
_
_
ANATOMÍA DE TWITTER
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Tuitear una violación

Giorgia Meloni, líder del partido ultra Hermanos de Italia, difundió el vídeo de una agresión para vincular violencia e inmigración

Giorgia Meloni video violacion
Santiago Abascal, líder de Vox; junto a Giorgia Meloni, de Hermanos de Italia, y Macarena Olona, candidata a la presidencia andaluza el pasado junio en Málaga.Europa Press
Natalia Junquera

Un vídeo en Twitter ha mostrado recientemente lo peor de la política y lo peor del ser humano. Lo publicó Giorgia Meloni, líder del partido ultra Hermanos de Italia, favorita en las elecciones del día 25, y muestra una violación en plena calle. “No se puede permanecer en silencio ante este atroz episodio de violencia sexual contra una mujer ucrania perpetrado durante el día en Piacenza por un solicitante de asilo. Un abrazo a esta mujer. Haré todo lo posible para devolver la seguridad a nuestras ciudades”, escribió junto a las imágenes.

La víctima, una ucrania de 55 años residente desde hace tiempo en Italia, según medios informativos locales, declaró que está “desesperada” porque, aunque las imágenes fueron pixeladas, permitieron reconocerla. ¿Por qué difundió Meloni ese vídeo? Porque el atacante es negro y, según dice, solicitante de asilo, y porque en plena campaña electoral las imágenes encajaban como un guante en el mantra ultraderechista de que la delincuencia es cosa de inmigrantes ilegales y solicitantes de asilo, y los únicos capaces de “devolver la seguridad” a las calles son los que, como ella, están dispuestos a prejuzgar y apartar a quienes, por su color de piel y circunstancias económicas, solo merecen presunción de culpabilidad.

El mensaje no era precisamente subliminal y Twitter y Facebook lo retiraron. Meloni replicó en las redes: “Tiemblo ante el cinismo de la izquierda, incapaz de sentir empatía por la víctima si el violador es un inmigrante ilegal”. “Vamos a tener una muy mala campaña electoral, pero no nos van a intimidar”, añadió. ¿Qué nivel de empatía muestra una mujer que exhibe la agresión sexual de otra sin su consentimiento? ¿Y a qué se referirá cuando habla de lo malo que llegará en la campaña? ¿Cabe alguna aberración mayor que violar la intimidad de una violada, exponiéndola al morbo, por buscar votos?

La difusión del vídeo levantó un aluvión de críticas, pero también una ola de solidaridad en España. Adivinen de quién. “Bravo, Giorgia”, le contestó Santiago Abascal, líder de Vox. El partido tuiteó en su cuenta: “Los progres te señalan cuando denuncias una violación, pero tratan de ocultar al inmigrante ilegal que comete la violación. Todo nuestro apoyo a Giorgia Meloni por la campaña que está sufriendo por parte de la izquierda mediática”.

El mensaje de la candidata de Hermanos de Italia es idéntico al de Vox. Ambos partidos creen que la violencia no tiene género, pero sí raza. Los datos, esas extravagancias durante las campañas electorales, les desmienten. Existe una violencia machista, la que se comete contra las mujeres por el hecho de serlo: 29 asesinadas a manos de sus parejas o exparejas en España en lo que va de año; 1.159 desde 2003. Y ninguna estadística avala que sean los extranjeros quienes cometen más agresiones sexuales. Vox suele decir que el Gobierno oculta la nacionalidad de los atacantes y no es así. El informe sobre delitos contra la integridad sexual precisa que el perfil predominante es el de un hombre, español, de 41 a 64 años. Un 23% de las víctimas de estas agresiones son extranjeras.

Meloni se hizo conocida en España tras un incendiario mitin junto a Macarena Olona el pasado junio en Málaga. La candidata de Vox elogió su discurso, en el que, a gritos, proclamó: “¡Sí a la familia natural! ¡No a los lobbys LGTBI! ¡Sí a la universalidad de la cruz! ¡No a la violencia islamista! ¡Sí a fronteras seguras! ¡No a la inmigración masiva!”. Pero hasta ella se avergüenza hoy de aquella intervención: “Me volví a ver y no me gustaba. Cuando estoy muy cansada soy incapaz de modular un tono apasionado que no sea agresivo”. Como si el problema fuera la voz y no lo que dice.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Natalia Junquera
Reportera de la sección de España desde 2006. Además de reportajes, realiza entrevistas y comenta las redes sociales en Anatomía de Twitter. Especialista en memoria histórica, ha escrito los libros 'Valientes' y 'Vidas Robadas', y la novela 'Recuérdame por qué te quiero'. También es coautora del libro 'Chapapote' sobre el hundimiento del Prestige.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_