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Lo que el Indo-Pacífico le debe a Abe

La proyección de la OTAN hacia Asia le debe mucho al exprimer ministro asesinado quien fue a la vez nacionalista e internacionalista

Imagen de asesinado exprimer ministro Shinzo Abe en la sede del Partido Liberal japonés.
Imagen de asesinado exprimer ministro Shinzo Abe en la sede del Partido Liberal japonés.KIM KYUNG-HOON (REUTERS)
Eva Borreguero

Asia ha venido a Europa. Al encuentro de la OTAN en Madrid. Lo hicieron Japón, Corea, Australia y Nueva Zelanda, que estuvieron presentes en una cumbre por primera vez. También lo estuvo China, de otro modo, por alusión directa en el Concepto Estratégico que definirá las líneas maestras de la seguridad trasatlántica en años venideros. El rosario de calificaciones a la República Popular fue variado y polícromo: coercitiva, opaca, maliciosa, confrontativa, son algunos de los adjetivos utilizados. De ahí que la gran novedad no haya sido tanto la ineludible condena a Rusia, y sí la inclusión por primera vez de China y el acercamiento de las cuatro democracias asiáticas.

La proyección de la OTAN hacia Asia le debe mucho a Shinzo Abe, el ex primer ministro nipón asesinado el viernes. Un crimen “profundamente inquietante” (palabras de Antony Blinken), como lo es un magnicidio en tiempos de transición hacia lo desconocido.

Abe lideró un cambio de paradigma en la geopolítica mundial con la visión de un “Indo-Pacífico libre y abierto” concretado en el Quad, el diálogo de seguridad entre Estados Unidos, India, Japón y Australia, del que fue arquitecto y promotor. Preocupado por la creciente militarización de China y sus anhelos imperiales, comprendió premonitoriamente que la paz descansa sobre la defensa de la soberanía nacional. Y esta a su vez, depende de la seguridad, que nunca es más sólida que cuando se forjan alianzas con socios afines.

Dirigió sus primeros pasos a atraer a la India, peso pesado regional. Fue ante este Parlamento qué en 2007, y parafraseando al pensador hindú Vivekananda, presentó la perspectiva de confluencia de los océanos: “diferentes arroyos, que nacen en distintos lugares, mezclan sus aguas en el mar”, declamó. La visión de una Asia más amplia acababa de tomar forma.

Inicialmente, la propuesta tuvo poco éxito, en parte por temor a la reacción de Pekín. Pero gradualmente se incorporaron países y organizaciones: Francia, Alemania, la ASEAN, la UE… La visión del Indo-Pacífico ha ido adquiriendo una presencia ubicua hasta llegar a Madrid: “los desarrollos en la región pueden afectar directamente la seguridad Euro-Atlántica”, recoge el Concepto Estratégico. La pandemia e invasión de Ucrania han actuado a modo de grandes catalizadores.

Nacionalista e internacionalista, Abe supo alternar cuestiones espinosas como reivindicar el derecho a la autodefensa de Japón —sin olvidar la controvertida visita al santuario de Yasukuni— con una defensa tenaz del multilateralismo.

A día de hoy, los mayores proyectos geoestratégicos, la Nueva Ruta de la Seda y la estrategia del Indo-Pacífico, rivalizan entre sí por ganar adeptos. Ni siquiera aquellos que priman la neutralidad pueden sustraerse. Ahí está el caso de Sri Lanka. Endeudada (en gran medida con China), en bancarrota, y cortejada por Delhi y Pekín. Un escenario que con probabilidad se repetirá en otros países de la región. @evabor3

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Sobre la firma

Eva Borreguero
Es profesora de Ciencia Política en la UCM, especializada en Asia Meridional. Ha sido Fulbright Scholar en la Universidad de Georgetown y Directora de Programas Educativos en Casa Asia (2007-2011). Autora de 'Hindú. Nacionalismo religioso y política en la India contemporánea'. Colabora y escribe artículos de opinión en EL PAÍS.

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