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Brasil
Columna
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La prensa brasileña, enemigo común de la izquierda y la derecha

Brasil es el tercer país del mundo en el que la libertad de expresión ha sido más atacada

Juan Arias
Jair Bolsonaro, presidente de Brasil
El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, saluda a partidarios y periodistas en la previa de una rueda de prensa dedicada al coronavirus celebrada en el palacio de Planalto, el viernes 27 de marzo de 2021.Andre Borges (AP)

En Brasil está en marcha una guerra contra los medios de comunicación. Y lo extraño es que está provocada por las fuerzas de la derecha fascista como por parte de la izquierda. De ahí a que este año, el Día Nacional de la Libertad de Prensa, que se remonta a los tiempos de la dictadura militar, haya sido celebrado con un énfasis particular. Periódicos impresos y en línea han publicado un anuncio de página entera en blanco con una etiqueta negra en sus portadas. “Apoye al periodismo para que páginas en blanco como esta no existan. Quien defiende al periodismo defiende la libertad y fortalece la democracia”, se lee en el texto.

Según Denise Dora, directora ejecutiva de Artículo 19, Brasil es el tercer país del mundo en el que la libertad de expresión ha sido más atacada. Solo Hong Kong y Afganistán quedan encima en la tabla, lo que coloca a Brasil como la primera democracia en esta crisis. En lo que va del año, los ataques a la prensa del presidente ultraderechista Jair Bolsonaro alcanzan los 119. Las amenazas y los insultos de Bolsonaro se ensañan con las mujeres, con expresiones tan groseras y obscenas que no voy a reproducir en esta columna. Entre ellos destacan los dirigidos a periodistas mujeres, con expresiones a veces tan obscenas que tampoco voy a reproducir.

Y lo curioso es que el modo de atacar a los medios por parte del bolsonarismo suena a defensa de los mismos ya que usa el término de que hay que estar dispuestos “a dar la vida para defender la libertad”. Solo que para Bolsonaro defender la libertad es defender a las redes sociales sin limitaciones a la libertad de expresión porque, según él, los medios tradicionales de comunicación solo producen fake news, y el mandatario amenaza cada día con cerrarles.

Por ello, el diario O Globo escribió este martes que el país vive un momento de “constantes ataques a la libertad de prensa que permite investigar e informar lo que ocurre en las sombras del poder para que la sociedad bien informada ejerza el derecho a la ciudadanía”.

Y lo más grave es que no es solo la extrema derecha quien arremete contra la libertad de expresión con amenazas explícitas sino que también la izquierda parece sentirse incómoda con dichos medios. Y así como Bolsonaro usa contra los medios el eufemismo de defender la libertad de expresión, Lula da Silva que según los sondeos ganaría las elecciones en octubre, usa el eufemismo de “reglamentar a los medios” como cuando dijo: “Hay sectores de la prensa que no quieren que vuelva a ser candidato porque si volviera voy a reglamentar a los medios de comunicación de este país”. O cuando afirmó: “O hacemos un marco regulatorio para la comunicación en Brasil o vamos a seguir siendo víctimas de media docena de familias que mandan en la comunicación”.

“Yo vi como la prensa destruyó a Hugo Chávez y aquí (en Brasil) he visto lo que han hecho conmigo. Nosotros nos vamos a comprometer a hacer un nuevo marco de regulación a los medios de comunicación”, dijo Lula después de salir de la cárcel. El expresidente Lula se siente empujado por el ala más radical de su partido, el PT, que ya durante su segundo mandato como mandatario intentó “reglamentar la información” llegando a proponer una especie de cartilla para dar nota a los periodistas que serían juzgados por la propia sociedad. La idea sucumbió porque cuando llegó a la presidencia, Dilma Rousseff, en su discurso de toma de posesión pronunció la célebre frase: “Prefiero el ruido de los periódicos al silencio de las dictaduras”. Y el proyecto quedó encerrado.

Quizá por todo ello el diario O Estado de São Paulo escribió: “Es alarmante y sintomático que los dos movimientos políticos que lideran los sondeos sean los más hostiles a la prensa independiente de la república”. El presidente del Supremo, Luiz Fux, afirmó lo siguiente: “Un país en el que la prensa no es libre, donde es atenazada, amordazada, donde es regulada, siendo uno de los pilares de la democracia, es una mentira, una simple hoja de papel”. El magistrado se basó en el artículo de la Constitución que reza: “No se pueden causar problemas a la manifestación de cualquier forma o proceso de comunicación. Cualquier ciudadano puede utilizar un medio para ejercer su libertad de expresión, en particular la información periodística”.

Suena a un cierto sarcasmo y cinismo la expresión del derechista Bolsonaro cuando afirma que “el mayor problema de Brasil es la prensa”. Yo creía, después de 20 años informando sobre este gran país que todo radicaba en el hambre, la violencia, el racismo, las desigualdades aberrantes, sus villas miseria y hoy su Gobierno fascista.

Me equivoqué. El mayor problema somos nosotros, los periodistas, que nos emperramos en desenterrar los secretos que los poderes, todos, esconden hasta en sus ropas más íntimas.

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