Vómito
La puerta de los grandes almacenes tragaba y expulsaba gente sin cesar. Me asomé a la carne como si la viera por primera vez y su misterio me produjo un asombro sin límites
![Rebajas en unos grandes almacenes de Madrid.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/Q6H6XOQZRN3MQCRPHV4QQ3BUUM.jpg?auth=7e7741b5228a58b28503d1df4ffdb9c8529d60f5bf0575c1c58eed6f6f15d230&width=414)
Me detuve en medio de la acera de una calle céntrica y el mundo, igual que en el tango, siguió andando. Entonces aprecié la vida en toda su belleza, que era todo su horror. Había a mi izquierda unos grandes almacenes de ropa cuya puerta tragaba y vomitaba gente sin cesar. La tragaba por el lado izquierdo y la vomitaba por el derecho después de haberla digerido en sus entrañas de telas y entretelas y ascensores de acero. Advertí entonces que las personas estaban hechas de carne, quizá de la misma o parecida carne de la que están hechos nuestros animales domésticos, la misma de la que están hechos los leones y las ratas y los elefantes marinos y el gorila del zoo, como si hubiera en algún sitio del universo un gigantesco depósito de carne, semejante a la arcilla, con el que se modelara indistintamente el muslo de un jilguero y el de un subsecretario. Me asomé, en fin, a la carne como si la viera por primera vez y su misterio me produjo un asombro sin límites. Pensé en los labios de carne y en las orejas de carne y en las manos y en los dedos de carne y en los vientres de carne y en los genitales de carne y en los culos de carne. La ciudad contenía cantidades increíbles de carne tan pronta a florecer como a pudrirse.
De súbito, volví a recuperar el movimiento y entré también en los grandes almacenes para ofrecer mi carne a los dioses del capitalismo textil. Subí equivocadamente a la planta de caballeros por las escaleras mecánicas que bajaban, de manera que durante unos instantes fui en la dirección contraria a la de los consumidores. Cuando logré llegar arriba jadeando, alguien me tocó el hombro al tiempo de ofrecerme un perfume que olía a corona de muertos. Tú no estás bien, me dije. Pero luego me compré un par de camisas de verano que parecían hechas a medida y me incorporé, más calmado, al curso de la vida.
Sobre la firma
![Juan José Millás](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2Fea967556-8767-4b47-8dfb-f1cf582d4f9c.png?auth=af40f9fdaff853e65f3aa200f24bbe5d955c1b6f78bf691891df8a017b17b3f1&width=100&height=100&smart=true)