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No podemos saber si Johnny Depp violó a Amber Heard

La revelación más importante de este mediático juicio excede a sus protagonistas y viene a demostrar que aún vivimos anclados en una cultura de violación que favorece al agresor

Johnny Deep
Amber Heard y Johnny Depp, durante una sesión del juicio en Fairfax, Virginia (Estados Unidos).STEVE HELBER (AFP)

El juicio mediatizado, tiktokeado e instagrameado de Johnny Depp y su exmujer Amber Heard es el trending topic de las últimas semanas. El enfrentamiento se debe a una demanda de difamación que el actor ha interpuesto contra Heard —pidiéndole 50 millones de dólares— por un artículo publicado en The Washington Post, donde ella aseguraba haber sufrido violencia doméstica durante su matrimonio. Durante el juicio, ella ha relatado que Depp la violó con una botella, entre otras agresiones físicas y verbales espeluznantes. Sin embargo, cada vez parece más claro que el último escándalo sobre violencia machista de Hollywood acabará igual que todos: sin conocer la verdad. Como si la verdad consistiera en aceptar que no podemos llegar a saber si Johnny Depp violó o no a Amber Heard. Pero la revelación más importante de este juicio excede a sus protagonistas y viene a demostrar que aún vivimos anclados en una cultura de violación que favorece al agresor.

Así, en el momento en que Amber Heard denuncia haber sido violada por su exmarido, pasa a ser cuestionada de manera masiva y sistemática. De hecho, cuanto más visibilidad tenga el relato de una denuncia de violación, mayor número de agresiones verbales y presiones recibirá la mujer que alza la voz. Esta es la razón por la que muchas violaciones se silencian, pues las víctimas son conscientes del infierno que les espera si dicen la verdad. En este sentido, el caso de Depp y Heard resulta esclarecedor. Así, tal y como denunció Noelia Ramírez, la etiqueta #justiceforjohnnydepp (justicia para Johnny Depp) acumuló 8.300 millones de visionados en TikTok, mientras que #justiceforamberheard (justicia para Amber Heard) apenas llegó a los 30 millones. De modo que ante un caso tan grave y espeluznante como la violación a una mujer con una botella, sucede que los memes humorísticos se comparten a millares, mientras los defensores del posible agresor superan en millones a quienes otorgan credibilidad a quien denuncia. Así que no, no podemos saber si Depp la violó. Pero podemos estar seguros de lo que le pasaría a una mujer violada con una botella que se atreviera a denunciar a una estrella de Hollywood por hacerlo.

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En este sentido, conviene recordar que lo primero que debe ocurrir para hablar de cultura de la violación es que el agresor no viole solo, sino que pueda hacerlo con el respaldo de una importante mayoría, con su silencio o su complicidad. Por ejemplo, una cultura de la violación reconocida es la que mantuvo la pederastia a resguardo en el seno de la Iglesia católica española. Tanto es así que este periódico contabiliza ya 1.307 víctimas de pederastia en la Iglesia española en un trabajo de investigación donde ya nadie pone en duda la credibilidad de las víctimas. La mayoría de estos casos, como casi todas las violaciones que ocurren dentro de una cultura que protege al agresor, no fueron denunciados. Sin embargo, lo que sí hicieron muchas de sus víctimas fue alejar a sus hijos de los colegios de curas como medida de protección. Así, intentaban salvaguardar a los suyos, no tanto alejándolos de agresores concretos como de una cultura que fue cómplice de sus propios abusos. Igual que aquellos niños, las mujeres víctimas de violación casi nunca denuncian, pues saben que se encontrarán con más problemas de los que tenían antes de hacerlo. Y, desde luego, ninguna puede optar por refugiarse en un espacio “libre de hombres” como medida de protección. Es por eso que una de las cosas más dolorosas que puede suceder a una víctima de violación es denunciar en un contexto donde pueda ser puesta en duda, criticada y maltratada. Tanto, que lo más difícil no es ya denunciar al violador, sino soportar el peso de la cultura que lo sostiene.

En este sentido, el rechazo que ha despertado Amber Heard no es en absoluto casual. Porque en nuestra cultura de la violación, no todas las víctimas son iguales. Las niñas y los niños son respetados y escuchados y de hecho es mucho más probable que un jurado falle a su favor en los juicios que dependen de valoraciones ciudadanas. En cambio, las mujeres jóvenes e independientes (no digamos si además son, como Amber, actrices de éxito) siguen cargando con la sospecha de haber hecho algo capaz de incitar el deseo indómito del varón. Para muchas personas, las víctimas de violación siguen siendo en parte responsables de lo que les sucedió. Pero de entre todas las mujeres, las que peor lo tienen a la hora de denunciar una agresión sexual quizá sean las esposas, dado que la violación en el matrimonio es un infierno que nuestra cultura ha mantenido legalizado durante siglos. Para ser exactos, la violación en el matrimonio no se reconoció como delito en Estados Unidos hasta 1993. La pobre Amber Heard tiene todas las de perder como víctima, pues ella eligió a su agresor. Y eso resulta socialmente imperdonable.

Así, el caso Depp-Heard demuestra que la cultura de la violación precisa un contexto cómplice con el agresor. Y nos recuerda que esa complicidad nace en la mayoría de los casos de un abuso de poder. Un obispo, un político, un padre, un policía o un actor famoso lo tienen más fácil para violar y salir indemnes. Primero, porque es muy posible que nadie se atreva a ir contra ellos y, si alguna víctima tuviera suficiente valor, lo más seguro es que su denuncia termine por volverse contra ella y contra su honor. En todo caso, quienes dicen que no podemos saber si Johnny Depp violó a Amber Heard tienen razón. Lo que sí ha sido demostrado es que Depp hizo abuso de su poder en distintas facetas de su carrera profesional, creando problemas graves en los rodajes, con episodios de violencia reconocidos por distintos testigos, llegando borracho, alterando las dinámicas de trabajo en equipo… Y que dicho abuso fue consentido y normalizado gracias a su posición de privilegio. Igual que sabemos, y esto es lo más importante, que Depp denunció al periódico The Sun por llamarle “maltratador de esposas” y que un tribunal británico firmó la sentencia firme donde Depp perdió aquella cruzada. Queda pues demostrado que al periódico The Sun, la denuncia pública del maltrato de Depp no le salió tan cara como a Amber Heard la suya. Nadie lloró ni fue objeto de insultos en aquel juicio. Pero claro, The Sun no era una exesposa denunciando una violación marital. Y así, por lo visto, es todo mucho más fácil.

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Sobre la firma

Nuria Labari
Es periodista y escritora. Ha trabajado en 'El Mundo', 'Marie Clarie' y el grupo Mediaset. Ha publicado 'Cosas que brillan cuando están rotas' (Círculo de Tiza), 'La mejor madre del mundo' y 'El último hombre blanco' (Literatura Random House). Con 'Los borrachos de mi vida' ganó el Premio de Narrativa de Caja Madrid en 2007.

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