Dejar de sentirse culpable

Entre lágrimas comienzo a escribir este texto. Si estás leyendo esto, es porque me he atrevido a publicarlo o compartirlo. Mi tutora de primaria hace años dijo que escribir te liberaba. Acabo de publicar un tuit, pero he sentido que no ha sido suficiente: “Harto de recibir comentarios todos los días… Siempre es una broma, con las bromas se supone que no se debe acabar llorando”. No culpo exclusivamente a quien (o quienes) hicieron los últimos comentarios. Creo que ha sido un cúmulo de cosas; ha sido inevitable, me he roto al instante. “Tienes una enfermedad rara”. “Deja de ser gay”. “¿Cómo te pueden gustar los chicos?”. “Das asco”. “Maricón de mierda”... Son tantos comentarios que llevo años intentando ignorar... Por mucho que te engañes, que intentes autoconvencerte de que no importa lo que te digan, que tú eres como eres y da igual todo lo demás… es mentira. Siempre te acaba afectando, sobre todo si te lo guardas para ti y no lo cuentas. Se acaba acumulando, y el sentimiento que te encuentras cuando llegas a un límite es demoledor. Terminas creyendo lo que te dicen y asimilando que sí, efectivamente, eres el malo de la película: si se comportan de esa manera es culpa tuya.

No recuerdo un solo día en el que no haya recibido algún comentario despectivo o que haga referencia directa a mi orientación sexual, salvo aquellos en los que decido quedarme postrado en la cama o en la silla del ordenador intentando evadir la realidad. La realidad es la que es. Por desgracia, esto no solo me pasa a mí, un adolescente de 15 años, sino que son muchas las personas que lo sufren día a día. Hoy yo me he roto por dentro, pero mañana podría ser un familiar, un conocido, o incluso tú. No permitas que vaya más allá, no te sientas culpable y, sobre todo, quiérete más.

Juanma Ponferrada. Málaga

Mejorar la atención a los mayores

No solo son los bancos los que tratan mal a los mayores; lo mismo hace el sistema de atención al ciudadano para resolver las gestiones relativas a la Seguridad Social, pensiones, etcétera. Es imposible para una persona mayor pedir ni siquiera una cita. Las administraciones permanecen cerradas a cal y canto, custodiadas por personal de seguridad que no abre nada más que cuando entra algún funcionario. Los mayores, que están fuera esperando a que alguien abra la puerta para preguntar, son repelidos con prepotencia y trato vejatorio. Les invito a comprobarlo. Es muy frustrante.

Susana Zapata Cañizares. Madrid

A Francisco Gor

Por la necrológica que su compañero Lluís Bassets publicó en este periódico el pasado 19 de marzo, he conocido la triste noticia del reciente fallecimiento de Francisco Gor, jefe de prensa del Ministerio de Justicia entre diciembre de 1982 y 1986, siendo el que esto escribe titular del departamento. Mi relación con Paco comenzó antes de que compartiéramos responsabilidades en el edificio de la calle de San Bernardo de Madrid. Conocía, por tanto, su oposición a la dictadura, su compromiso con la democracia y sus valores humanos y profesionales. Ninguna ocasión mejor que ésta para dejar constancia ―tan sincera como afectuosa― de mi gratitud por haber tenido la fortuna de disfrutar de su inteligencia, honradez y competencia ejemplares.

Descanse en paz quien mucho contribuyó a la realización de los trabajos que entonces llevamos a cabo en cumplimiento de obligaciones políticas contraídas con la sociedad española en las elecciones generales de octubre de 1982. Mi reconocimiento y homenaje siempre acompañarán a su memoria.

Fernando Ledesma Bartret. Madrid

Desconcertante

Los primeros movimientos de Alberto Núñez-Feijóo son cuando menos desconcertantes. Da la impresión que el hasta ahora moderado en su parcela no sabe cómo llevar las riendas de un país entero y suelta exabruptos sin ton ni son, como queriendo marcar terreno. Señor Feijóo; lo de un país entero, más que nada debido a su complejidad, requiere no solamente gestión, sino mucho temple, que es como usted nos vendió la moto desde su querida Galicia; así pues, lo que de ahora en adelante tiene encomendado es otra cosa.

Mary Reme Verdú Ramo. Arrecife de Lanzarote