Covid cero y suministros
La política extrema con masivos confinamientos que aplica China para frenar el avance de la variante ómicron añade incertidumbres al comercio mundial
La alarma global que ha causado Vladímir Putin ha desplazado de la atención la persistencia de una pandemia todavía no controlada en múltiples lugares del mundo. Algunos de sus efectos más graves, fuera del ámbito sanitario, tienen que ver con la cadena de suministros y los cuellos de botella en el comercio global. La variante ómicron y su rápida expansión han obligado a las autoridades sanitarias chinas a decretar confinamientos masivos en dos importantes ciudades pero, sobre todo, en Shenzhen, con 17,5 millones de habitantes y gran polo tecnológico del país. Se han paralizado los trabajos no esenciales y gran parte del transporte público, con costes muy elevados e impredecibles. El confinamiento decretado de una semana ha alterado los planes logísticos de grandes empresas que operan ahí. La situación amenaza con prolongar el estrangulamiento de la distribución, multiplicar los retrasos en los suministros y encarecer el precio de los productos. Aunque el gigantesco puerto de Shenzhen sigue funcionando, otros puntos de la cadena de suministros se han visto afectados, con almacenes cerrados y el transporte aéreo o terrestre dificultado por la frecuencia de los test de covid a que deben someterse los conductores. La política extrema de covid cero en China añade incertidumbres en una situación de inflación galopante y encarecimiento de los precios de la energía y la alimentación.
China sigue el criterio covid cero para evitar que la propagación de la ómicron se descontrole. El confinamiento general se decreta cuando los casos se cuentan apenas por docenas, con cuarentenas obligatorias y sucesivas rondas de pruebas PCR. Hasta ahora, los países que la han aplicado logran contenerla, pero con la variante ómicron, mucho más transmisible, están teniendo muchas más dificultades. La elevada proporción de casos asintomáticos dificulta el control de los contactos y el hecho de que en una población con altas tasas de vacunación los efectos del contagio sean en general leves hace que el balance entre beneficios y costes deje de ser tan claro como antes.
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