¿Almeida en la antipolítica?
Casado no cae por denunciar la corrupción, sino por desdecirse sin demostrarla. Así cavó un abismo que le tragó incluso a él
Estamos ya acostumbrados a la desconfianza en la política, al desdén hacia los partidos que brilló con fuerza en movimientos como el 15-M o las movilizaciones en Chile, que han desembocado en un cuerpo constituyente ajeno a los cauces tradicionales. La vicepresidenta Yolanda Díaz, sin ir más lejos, prepara una propuesta electoral más vinculada a plataformas y movimientos de amplia gama sin ligarse a las siglas de Podemos. Tampoco esta ola es monopolio de la izquierda. Macron, que pasó de trabajar en Rothschild a ser ministro de Economía del socialista Hollande, llegó a la presidencia al frente de su movimiento ¡En marcha!, que dejó fuera a los líderes tradicionales de izquierda o derecha moderadas.
Por tanto no es de extrañar lo siguiente. Aunque chirríe. El alcalde de Madrid, Martínez-Almeida, ha renunciado a la portavocía del PP porque para él están antes sus obligaciones ante los madrileños que las siglas del PP. Así lo ha dicho. Pero ¿quién le puso al frente si no su partido? ¿Acaso cree que esos madrileños que le eligieron le votaron a él, y no al PP?
La implosión del PP de Casado ha generado su propio ecosistema de confusión y es muy probable que Almeida no se haya convertido a la antipolítica, sino que en medio del naufragio haya elegido su particular manera de salvarse, que no ha sido la más honorable. La comparecencia de hace una semana como alcalde, en la que cerró la ventanilla de portavoz como si su pluriempleo hubiera tenido horarios y que se negó a responder por el PP, quedará para los restos. Después se sumergió en el silencio. El foco está apuntando a los dirigentes del PP y algunos salen borrosos en la foto.
Y aquí pasamos a la siguiente confusión: la palabra “traición” se ha oído en el despacho de García Egea y se ha leído en crónicas periodísticas para calificar las críticas a Casado. Pero criticar no es traicionar, sino que puede conllevar una ración de lealtad mayor que el asentimiento ciego. Si es cierto que dirigentes como Cuca Gamarra, Ana Pastor o Dolors Montserrat le dijeron el lunes a las claras lo que estaba pasando es porque, sin duda, lo necesitaba. Y vamos a la última confusión. Casado no ha caído por denunciar la corrupción, como algunos están interpretando, sino por desdecirse en 24 horas sin demostrarla. De su entrevista en la Cope el viernes a dar por satisfechas sus dudas con la respuesta de Ayuso el sábado va un abismo tan grande como para tragarle incluso a él. Y así ha sido. @BernaGHarbour
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.