Me da pena nuestra situación
Los lectores escriben del estado de la sociedad en la pandemia de coronavirus, la representación de Soria en el Congreso, los ciclistas en las calles y la nostalgia
Me encantaría hablar de todo lo que hemos aprendido y lo que nos ha cambiado esta pandemia, pero por desgracia no me sale. No hemos aprendido nada. Nos culpamos los unos a los otros de lo que ocurre, nos justificamos si algo no nos gusta con argumentos vacíos. Estamos en el “total no pasa nada”, el “es solo un ratito”, o lo que es más insultante, el “es un invento de”. Nos queda muchísimo que aprender de términos como resiliencia o respeto; o incluso resignación, acatamiento o docilidad. Pero claro, esos términos los traduciremos en adoctrinamiento para conseguir algún macabro objetivo, así que no los aceptaremos. Porque nuestro estado natural en este país es el de la rebeldía y el derecho a. Me da mucha pena. Mucha. Pero he terminado otro año sin descubrir todo eso de “el bienestar colectivo”, “juntos podremos” o “superaremos” como si de una lucha social se tratase. Dos años en compañía de la covid y sin fuerza. Precisamente porque la unión, esa que la hace, sigue sin estar presente.
Enrique Cibantos. Torremolinos (Málaga)
Soria en el Congreso
El editorial del domingo, Hacia otra ley electoral, viene a decir, entre otras cosas razonables, que provincias como Soria están sobrerrepresentadas en el Congreso, dada su exigua población. Conforme, pero ahora digan de qué nos ha servido eso a los sorianos, o a los vecinos de Teruel. Y cuéntennos, por favor, si la sobrecapacidad de influencia y poder no la tienen los representantes de otros territorios, como podemos ver todos los días en los pactos y chantajes que —ahora y antes— se aprecian en el Congreso, y que dan lugar a generosos frutos para esas regiones y los intereses de sus representantes. Aunque —bien mirado— si a Soria nos quitan todos los diputados no notaremos gran cosa. Incluso nos perderíamos las campañas electorales.
Santiago Sainz Pagés. Santervás de la Sierra (Soria)
Ciclistas peligrosos
Una, dos, tres y hasta cuatro bicicletas. Después se quejan de los coches. ¿Han entendido los ciclistas qué son las señales de tráfico? Creen que tienen siempre la preferencia, invaden y se saltan absolutamente cada semáforo con el que se topan. Y lo peor, las decenas de quejas por su parte. Deben ajustarse a la normativa como conductores que son, y una vez lo consigan, ya podrán quejarse. Otro día hablaremos de los monopatines.
Olivia Arroyo. Barcelona
Nostálgicos
Echan de menos el teletexto. Echan de menos las cabinas telefónicas. Echan de menos el Círculo de Lectores. Echan de menos los sindicatos fuertes. Echan de menos que los niños jueguen en la calle. Echan de menos el interés por la lectura en la sociedad. Echan de menos la televisión de antes y, por qué no, a los políticos de antes. No obstante, creo que todo eso no es más que una pretensión constante de evocar e idealizar tiempos pasados que delata una incapacidad de adaptación evidente. Quizá, Jorge Manrique no tenía razón.
Ernesto Carrión Argudo. Algeciras (Cádiz)
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