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tribuna
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El momento de deponer a Boris Johnson ha pasado

Un hecho se interpuso, y más se interpondrán. Quienes conspiraban para derrocar al primer ministro del Reino Unido no estaban preparados

Señal de espera en un semáforo situado en las proximidades del Parlamento en Londres.
Señal de espera en un semáforo situado en las proximidades del Parlamento en Londres.ANDY RAIN (EFE)
Wolfgang Münchau

Cuando Lenin derrocó al zar, no esperó a tener un informe. En las insurrecciones y las revoluciones, el momento oportuno lo es todo. El momento de empuñar la daga habría sido cuando se hicieron públicas las fotos de Boris Johnson saboreando una copa de vino en el jardín de Downing Street.

La razón por la que el tiempo es crucial en las revoluciones es que las pasiones se desinflan y los hechos se interponen. El hecho que se interpuso es la investigación policial que frustró a los receptores iniciales del informe. Una investigación policial suena amenazante, pero resulta mucho menos grave cuando el castigo máximo es el equivalente a una multa de tráfico. Lo trivializa todo.

Tanto si hay juego sucio como si no, los acontecimientos se interpusieron, y habrá otros que se interpondrán. La pandemia se debilita a medida que la vida vuelve a como era antes. El Gobierno proyecta hacer grandes inversiones en las circunscripciones electorales marginales del norte de Inglaterra. La amenaza de una guerra en Europa reclama la atención del primer ministro. Soy consciente de que mucha gente, incluidos los partidarios de los conservadores, está muy molesta por el asunto de la fiesta, pero su capacidad de atención no es infinita. Pronto la dirigirán de nuevo al proceso judicial del príncipe Andrés, y a Meghan y Enrique.

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Por supuesto, todavía es posible que Johnson tenga que irse. Podrían surgir nuevas revelaciones perjudiciales, pero el material que ha salido a la luz en los últimos días no es de la misma calidad. Hay que estar atento a las pruebas que muestren que mintió en el Parlamento. Con eso bastaría, pero dudo que las veamos.

En mi opinión, la insurrección conservadora se acabó en el momento en que Christian Wakeford, un recién elegido diputado tory de la circunscripción de Bury South, en el norte de Inglaterra, se pasó a los laboristas. Wakeford calculó, creo que erróneamente, que como diputado laborista tendría más posibilidades de recuperar su escaño en las próximas elecciones. He aquí otra lección para una insurrección: se puede desertar o blandir el puñal, pero no las dos cosas el mismo tiempo.

Johnson lleva dos años y medio en el poder. En este tiempo ha logrado dos cosas. Ha llevado a cabo el Brexit, algo que no parecía muy probable en el verano de 2019. Además, su Gobierno gestionó la campaña de vacunación más eficazmente que la mayoría de Europa, y mejor que Estados Unidos. En lo que el primer ministro ha fallado ha sido en diseñar una estrategia coherente para después de la salida de la Unión Europea. Yo diría que el suyo es un historial desigual. Cada vez soy más escéptico con respecto a que Johnson sepa lo que quiere hacer con el Brexit. Veo solo dos estrategias viables: aprovechar las nuevas libertades y crear un marco normativo para un sector de alta tecnología moderno que comercie más con datos y menos con bienes físicos, o volver al mercado único y a la unión aduanera de la UE. Creo que lo que se ve en la fotografía del jardín de Downing Street es a un grupo de perdedores sin rumbo. Que se hayan saltado las normas me parece lo de menos.

La infame pereza de Johnson solo es superada por la de los que quieren derribarlo. Están divididos respecto a la política y no tienen un candidato común. Rishi Sunak y Lizz Truss, considerados los sucesores más probables, no han renunciado a sus jugosos cargos de ministro de Finanzas y ministra de Asuntos Exteriores. Recordemos que Johnson dimitió de su puesto en el Gobierno antes de perfilarse como principal candidato a suceder a Theresa May. Defendía una política diferente.

Y luego hay que tener en cuenta las reglas de las votaciones. Aunque baste con 54 diputados conservadores de un total de 380 para poner en marcha una moción de censura, Johnson solo necesitaría una mayoría simple, es decir, alrededor de 190, si la asistencia es del 100%. Si gana, aunque sea por un solo voto, la normativa actual establece que no se podrá volver a poner en duda su liderazgo durante otro año. Por lo tanto, no se debería apostar a la ligera por la posibilidad de que un jefe de gabinete sea destituido sin un asunto político de primer orden.

La pregunta más importante es si Johnson puede recuperarse. The Guardian citaba a un entrevistador conservador que opinaba que no, que la gente estaba desencantada con el líder, no con el partido. Al igual que prácticamente todos los análisis de prensa, este también suena a ilusiones vanas. Si hay algo que Johnson sabe hacer, es cómo recuperarse.

Yo también creo que el primer ministro británico pertenece a esa clase de políticos cuya carrera terminará de manera estruendosa. Pero no me parece que ese momento esté cerca.

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