La España Nocilla
Nuestro país no es blanco ni negro ni gris. Tenemos fortalezas y debilidades, y la clave para mejorar está en distinguirlas
La paradoja de la derecha ibérica es que, mientras se desgañita contra la leyenda negra que se extendió en Europa contra el Imperio español, se dedica a propagar por todo el continente otra leyenda negra: la de que tenemos un Gobierno ilegítimo, radical, y campeón mundial en malos datos económicos. Un Ejecutivo en el que, incluso la ministra con mayor proyección internacional, Nadia Calviño, elegida presidenta del Comité Monetario y Financiero del FMI, es un bluf.
Para ser justos, el PP simplemente añade más leña a un fuego al que todos hemos contribuido: la secular incapacidad española de alcanzar estándares europeos. Para gran parte de la izquierda, nuestra democracia no es homologable a las que nos rodean, y algunos creen que nuestros tribunales son más bien propios de la Inquisición. Para gran parte de la derecha, el oscurantismo habita en nuestra Administración, clientelar e ineficiente para gestionar el dinero público.
Y, tanto la democracia como la Administración en España necesitan reformas importantes, pero no son de leyenda negra. Nuestra democracia inquisitorial sigue puntuando alto en todos los indicadores comparados de democracia —aunque se hayan deteriorado más que en otras naciones algunos intangibles, como la tolerancia al adversario político o el sesgo de los medios de comunicación—. Y nuestra Administración oscurantista ha sido la primera en cumplir con los objetivos establecidos por la UE para recibir los fondos Next Generation.
Conseguir el primer informe favorable de la Comisión Europea, estricta en fondo y forma, no es sencillo ni casual. Es el resultado lógico de un país más orientado a Europa que algunos de los socios históricos de La Unión. Desde 1986 ningún miembro ha tenido tanta capacidad de acceso a los fondos estructurales europeos como España. Y otro elemento central de la leyenda negra, el “caos” autonómico, tiene que ver con ese éxito, pues ha generado una competición natural entre las comunidades por esa financiación.
Pero tan sesgada es la leyenda negra como la blanca que dibujó el presidente Sánchez la semana pasada haciendo un balance triunfal de 2021, en lo económico, pandémico y hasta volcánico. España no es blanca ni negra ni gris. Tenemos fortalezas y debilidades, y la clave para mejorar está en distinguirlas. Como la Nocilla, somos una combinación, sin mezclarse, de blanco y negro. @VictorLapuente
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