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tribuna
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Lo que Boris Johnson necesita hacer, pero no hará

La dimisión de lord Frost llega al fondo de lo que está mal en el Gobierno de Johnson. Y no tiene nada que ver con la covid o las fiestas.

Boris Johnson
El dimitido David Frost observa al primer ministro británico Boris Johnson.LEON NEAL (Getty Images)
Wolfgang Münchau

Últimamente he evitado la política británica porque es bastante ridícula. No solo es ridícula la forma en que Boris Johnson se comporta en el cargo, sino también la forma en que los analistas se enredan en aspavientos por el inusitado crimen de zamparse una pizza en Downing Street.

Lo realmente importante, sin embargo, es la dimisión de lord Frost del Gobierno. En contra de las primeras informaciones, creo que no tiene que ver con la covid. Se trata de que el Gobierno británico no ha sabido diseñar una estrategia post-Brexit. Los pasaportes covid son parte de eso. Cuando llegó la pandemia, la primera inclinación de la UE fue crear pasaportes para que fuera más fácil discriminar a los no vacunados y facilitar los viajes a través de las fronteras. En realidad, el negociado de los viajes no ha funcionado muy bien, ya que los Estados miembros de la UE están restringiendo los viajes transfronterizos a pesar de los pasaportes, como acaba de ocurrir en Francia y Alemania.

Entonces, ¿por qué debería el Reino Unido calcar el sistema cuando ya no está en la UE? Los pasaportes covid del Reino Unido serán compatibles con la UE. Si tu instinto te lleva a erigir un Estado policial, que es lo que están haciendo algunos países de la UE, entonces los pasaportes covid son el camino a seguir. Pero todo eso se podría haber hecho dentro de la UE. Entonces, ¿qué sentido tiene el Brexit?

Lo que exige el Brexit, en primer lugar, es un modelo económico post-Brexit. Si algún país de Europa tiene la capacidad de cambiar su modelo económico, ese es Reino Unido. Reino Unido ha abandonado formalmente el sistema jurídico de la UE. Tiene la economía empresarial más innovadora de Europa con más empresas de reciente creación que ningún otro país de la UE. Pero Reino Unido desaprovecharía esta dotación si no se desvincula del sistema normativo de la UE, cosa que aún no ha ocurrido.

La UE no es el paladín del sector de las start-ups. El ADN de la UE es el de un cártel de grandes productores. Aquí reside una oportunidad para un Gobierno británico ingenioso. Los gigantes de la alta tecnología de mediados de siglo serán empresas que aún no existen, a no ser que las ahoguen al nacer y las sobrecarguen con el reglamento general de protección de datos de la UE, por ejemplo, que Reino Unido ha adoptado en su totalidad. Tendríamos que estar hablando del RGPD, no de las fiestas de Navidad.

De todas las visiones post-Brexit que he escuchado, la versión empresarial de alta tecnología es la única que alguna vez tuvo sentido para mí. La idea de una Gran Bretaña global como la clásica nación mercante es un disparate. Si lo que se busca es comerciar con widgets, haberse quedado en la UE. El modelo de Singapur funciona para una pequeña ciudad-Estado autoritaria, pero no sirve para una economía diversificada del G-7.

Johnson ha centrado toda su energía en llevar a cabo el Brexit, no en hacer que el Brexit funcione. Esto último no aporta ninguna gratificación inmediata. Mi expectativa es que quien consiga elaborar un plan de qué hacer con el Brexit recogerá el gran premio en la política británica post-Brexit.

Antes de hablar de nombres, tendríamos que pensar en lo que hay que hacer. ¿Tiene Liz Truss una visión coherente para el mundo post-Brexit? Me gustaría escuchar cuál es, pero aún no la conocemos. ¿Ocurre lo mismo con Rishi Sunak? Lord Frost no es un líder, pero ha sido uno de los pocos en el Gobierno que ha entendido que el Brexit exige un esfuerzo serio en el seno del Gobierno.

¿Puede Johnson aún darle la vuelta a esto, como hizo en el otoño de 2019? La respuesta es que sí puede, porque sigue siendo el primer ministro. Pero no estoy seguro de que lo haga. Si estuviera dispuesto a hacerlo, probablemente no habría dejado escapar al único ministro que podría haberle ayudado a formular esa estrategia. Mi corazonada es que intentará rescatarse a sí mismo cambiando las apariencias, más que el contenido. ¿Tal vez un nuevo corte de pelo? ¿Se pondrá a régimen? ¿Una versión delgada y fibrosa de Boris? Incluso es posible que el Partido Estúpido se lo crea. Pero los votantes no lo harán.

Si sir Keir Starmer se convierte en primer ministro después de las próximas elecciones, será porque Johnson no tenía ningún plan más allá de llevar a cabo el Brexit. Son los gobiernos los que pierden las elecciones. Solo en contadas ocasiones las gana la oposición por sus méritos. El nuevo equipo del Partido Laborista está formado por pesos pesados muy experimentados, como el propio sir Keir, Yvette Cooper y David Lammy.

Pero los tres fueron también líderes de la campaña del segundo referéndum. No serán los que vengan con ideas creativas de cómo hacer que el Brexit funcione. Lo más probable sería que intentasen desmontarlo.

Con un líder serio y comprometido con una estrategia seria para después del Brexit, los tories podrían, como mínimo, abogar por la reelección. Ahora mismo carecen de argumentos. Así que cuando la pandemia salga de nuestra conciencia colectiva, sir Keir puede parecer una opción más segura. Si yo fuera el asesor político de Johnson, y afortunadamente no lo soy, le diría que centrase toda su actividad en esta cuestión: hacer que la economía post-Brexit funcione. Y que le ruegue a lord Frost que vuelva.

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