Del bipartidismo a los bloques
PSOE y PP ya no son lo que eran, y a ambos les cuesta ocupar los espacios intermedios, los que les daban las mayorías. ¿Será que están vacíos?
Como ya es costumbre en el PP, Isabel Díaz Ayuso va un paso por delante. Pacta con Vox el Presupuesto de Madrid, blanquea a la extrema derecha y marca a Pablo Casado el camino a seguir: Vox es de la familia. No hay que andarse con rodeos. Vox es el socio privilegiado y único (en la medida que Ciudadanos está en fase ovni) y en pareja hay que afrontar la segunda parte de la legislatura. De lo cual no es difícil deducir un par de años de ruido y confrontación, no exentos de riesgo para el PP. Gran parte de los dividendos políticos se disputan en los espacios de proximidad. ¿Quién sacará ventaja de esta estrategia? Con su giro radical, ¿arrastrará Casado parte del electorado de su socio o le regalará la condición de modelo? No olvide que la parte más reaccionaria de sus votantes, vive de una tradición que viene de lejos y puede ser tentada por los auténticos patriotas.
Al otro lado de la escena política, el PSOE ha cuadrado una amplia mayoría para la tramitación de los Presupuestos. De hecho, todos menos los tres partidos de la derecha. Mucho tiene que ver con ello la alianza que se venía construyendo desde el principio de legislatura en la derecha y que Ayuso —que se ve al frente de casi todo— ha querido solemnizar y normalizar antes que nadie. Todos los grupos pequeños que habitan el Parlamento han preferido entrar en la mayoría de apoyo a los Presupuestos antes que poner en peligro la legislatura y abrir la puerta a la derecha. Por supuesto han negociado y seguirán negociando algunas compensaciones. Pero nadie, ni los más habituados a hacer de complemento del bipartidismo, han querido correr el riesgo de tener que tratar con la otra parte. Hemos pasado del bipartidismo a los dos bloques. Lo cierto es que PSOE y PP ya no son lo que eran, y ambos les cuesta ocupar los espacios intermedios, los que les daban las mayorías. ¿Será que están vacíos? Probablemente, la fantasía de Pedro Sánchez es que no. Y que puede pescar entre aquellos que se asusten al ver al PP legitimando a Vox. ¿Existen?
En cualquier caso, no se puede negar que en su huida hacia adelante, Pablo Casado empieza a dar miedo. El fantasma de Ayuso parece que le hace sacar lo peor de sí mismo. Si ya era duro ver a un aspirante a la Presidencia del Gobierno manifestándose con un sindicato policial y junto a Vox, más lo fue su arenga en la calle, dónde definió las tres piezas fundamentales de su proyecto para España: la Monarquía, el Ejército y la Guardia Civil. Y va Mariano Rajoy y dice que “el gran problema de España es que el PSOE ha roto la reconciliación nacional”, como si fuera Sánchez el que ha pactado con Vox. No quiero creer que, para Rajoy, Vox, martillo de herejes y antipatriotas, sea el modelo de reconciliación.
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