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Columna
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¿Por qué eres de izquierdas?

Saber que la sociedad es un mosaico de personalidades políticas debería ayudarnos a comprender que ninguna ideología es esencialmente superior. Y que, por tanto, pactar con el otro es dialogar con la naturaleza humana

victor lapuente opinion ideologias
Pedro Sánchez responde a Pablo Casado en una sesión de control al Gobierno en el Congreso.Eduardo Parra (Europa Press)
Víctor Lapuente

¿O de derechas? Cada uno tiene sus razones: voto al mismo partido que mis padres (o al partido rival, por llevarles la contraria), vengo de un barrio obrero, fui a un colegio de monjas, escuchaba tertulias políticas a una tierna edad, entre otras. Pero todos tenemos claro que ha sido un proceso racional: hemos elegido conscientemente la ideología que mejor se ajusta a cómo vemos el mundo.

Sin embargo, diversos estudios científicos sugieren que nuestra ideología está determinada también por aspectos inconscientes. La estructura neuronal de las personas de izquierdas y derechas es distinta. Los progresistas tienen más materia gris en el córtex del cíngulo anterior y los conservadores en la amígdala derecha. Frente a estímulos idénticos, la gente de derechas frunce el ceño y parpadea más. Y, aunque los análisis genéticos son difíciles, parece que también progresistas y conservadores nos diferenciamos en un gen receptor de la dopamina.

Según algunos expertos, como John Hibbing, lo que caracteriza a las personas de derechas es que son más sensibles a los cambios (de comida, población, costumbres, lo que sea); sobre todo, los percibidos como negativos o inciertos. Por el contrario, allá donde los conservadores ven una amenaza, los progresistas adivinan una oportunidad.

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Y esto hace que nuestras vidas sean ligeramente distintas. Los conservadores prefieren el arte realista y los progresistas el abstracto; los hogares de derechas tienen más productos de limpieza y calendarios; y, los de izquierdas, más maletas y libros. Y también conduce a diferentes actitudes políticas. Las personas de derechas, más susceptibles a los estímulos negativos, prefieren políticas que reduzcan las amenazas (como gasto en defensa o trato duro a los criminales) y que fomenten la conformidad social (cantar el himno en la escuela), la responsabilidad individual (oposición a ayudas públicas generosas) o la tradición (religiosa y familiar).

Pero que la ideología esté parcialmente (ojo, no totalmente) programada en nuestro subconsciente no quiere decir que izquierdistas y derechistas estemos condenados a enfrentarnos, sino todo lo contrario. Saber que la sociedad es un mosaico de personalidades políticas debería ayudarnos a comprender que ninguna ideología es esencialmente superior. Y que, por tanto, pactar con el otro es dialogar con la naturaleza humana. @VictorLapuente

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