La fontanería delirante de Egea
Es obvio que un fontanero siempre trabaja con aguas negras; su mérito es resolver limpiamente
Cayetana Álvarez de Toledo le ha hecho esta semana un traje a García Egea. Y el problema para Egea es resultar reconocible para lo suyos en ese retrato, más allá de los detalles vitriólicos administrados por la exportavoz, tan brillante como incómoda, aunque en definitiva la brillantez sea cada vez más incómoda en política. Egea lleva tiempo desplegando una estrategia agresiva contra sus barones a la luz pública, decidido no ya a imponerles su criterio, ignorando la realidad territorial, sino incluso hasta humillarlos. Ordeno y mando, o bullying según Álvarez de Toledo, como código interno en el partido; de Génova para abajo. En un ciclo dominante del PP en todas las encuestas con excepción del CIS ―o sea, todas las encuestas― la lógica aconsejaría a Génova apoyarse en la fortaleza de sus barones, que en muchas encuestas cotizan sobre las propias siglas. ¿Y por qué no es así? Se diría que Casado piensa más en la derrota que en la victoria. Sólo así se explica esa estrategia típicamente concebida para sobrevivir al fracaso en las urnas sellando cuarteles.
Egea, en plena guerra con Ayuso, está bajo sospecha por otra operación contra el vicepresidente andaluz. Nadie duda en señalar a Hervías, a quien él fichó para absorber todos los activos a tiro de C’s. El audio tiene casi el valor de un smoking gun.... aunque siempre queda el Cui prodest? Ninguna hipótesis sortea a Hervías, o sea, al fichaje del Superfontanero de Génova, aunque el audio sea de un parlamentario andaluz. Blanco y en botella. La operación tiene demasiados incentivos: ambos quieren acabar con C’s, Hervías anhela destruir a Marín, y Egea quiere un adelanto andaluz a la medida del jefe. O sea, win-win-win. Todo parece lógico ahí de no ser porque se hace en víspera del congreso del PP andaluz desestabilizando el Gobierno de Juanma Moreno y proporcionando un buen relato a PSOE y Vox contra sus presupuestos. ¿Es verosímil una actuación tan deslealmente extemporánea contra un barón propio que está consolidándose en el gran feudo histórico de sus rivales socialistas? Ahí está el problema: sí es verosímil.
Egea tiene hechuras de futuro exvicepresidente del Gobierno. Claro que ese es el destino habitual de casi todos los vicepresidentes: Suárez liquidó a Osorio; Felipe, a Guerra; Aznar sacó a Cascos, que instauró el cargo de general secretario en vez de secretario general; Zapatero no a Fernández de la Vega pero vio la salida de Solbes; Rajoy mantuvo a Soraya pero Sánchez no a Carmen Calvo. Es mucho más peligroso ser número dos que número uno. Al cabo, el liderazgo, y cada vez más, parece diseñado sobre la plenitudo potestatis, a la medida de la definición de Salustio en la Guerra de Yugurta: “hacer cualquier cosa sin temer castigo“. Siempre pagará, si es necesario, el número dos. Por demás, es obvio que un fontanero siempre trabaja con aguas negras; su mérito es resolver limpiamente. Y acaso Egea sólo sea el fontanero de los planes de Casado, pero se hace notar demasiado su trabajo de fontanería.
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