Falta de atención al ciudadano
Los lectores escriben de las dificultades para acceder a la sede electrónica de la Administración, los precios de los alquileres, la petición de perdón de uno de los violadores de La Manada y los insultos a las mujeres
Les veo cada día, cuando entro y salgo de mi trabajo, en la calle, en fila, disciplinados, pacientes y resignados. Atentos al guardia jurado de la puerta, que les indica cuando pueden entrar de uno en uno. Una vez dentro, un funcionario les da un folleto y les explica las instrucciones para hacer el trámite por la sede electrónica con unos números de teléfono en caso de duda. Muchos llaman en cuanto salen para decir que no saben o no pueden porque no tienen los medios técnicos, o que ya lo han intentado y no hay manera. Necesitan urgentemente hacer la gestión para obtener una prestación, pedir una hipoteca, un alquiler o empezar a trabajar. Algunos vienen después de transitar por organismos donde ni siquiera hay un guardia en la puerta ni un teléfono que responda a sus llamadas desesperadas. ¿Es necesario añadir a la angustia de la precariedad en que muchos viven, la ansiedad que genera no poder hacer un trámite vital para la subsistencia? ¿Cómo se puede tratar así al ciudadano? Me indigna de la misma manera que me asombra que no protesten.
Nuria Carreras Jordi. Banyoles (Girona)
Alquileres
Nada sorprendente la reacción de la derecha en el debate sobre las insuficientes medidas del Gobierno para intentar limitar el precio del alquiler. No se puede comerciar con drogas o con medicamentos, pero sí con pisos. Uno puede ser propietario de decenas de pisos y poner el precio de alquiler que quiera a este producto de primera necesidad. Estraperlo legal. Mientras, jóvenes y no tan jóvenes están condenados a trabajar mal pagados y a vivir lejos de las grandes urbes o con sus padres. Y los ayuntamientos y comunidades autónomas, que deberían buscar soluciones, parecen estar más ocupados en levantar pirámides aztecas en solares públicos. La política es así.
Miguel Ángel González Barrio. Madrid
La Manada y el perdón
Cinco eternos años han pasado desde que sucedieron los hechos. Cinco años de sufrimiento, de incertidumbre. Cinco años de dudas. Cinco años de falsas acusaciones y cuestionamiento de la víctima. Cinco años ha tardado en confesar uno de los miembros de La Manada. Cinco fueron los jóvenes que abusaron sexualmente de una joven en los Sanfermines de 2016. Solo uno de esos cinco ha sido capaz de reconocer los hechos y de pedir perdón públicamente a la víctima. Pero un perdón ficticio, falso, sin ningún tipo de remordimiento, no va a sanar los cinco años de dolor, humillación y traumas que ha tenido que vivir la víctima.
Noelia Garrido Pérez. El Prat (Barcelona)
Ser la mujer que me dé la gana de ser
Hola, soy Aida Díaz y soy una puta porque llevo escote y minifalda. Lo soy porque el sábado por la noche, en la discoteca, me enrollé con dos tipos. Soy una puta porque paseo al perro del vecino del segundo y sonrío al del tercero. Sí, también porque me voy de vacaciones con mi amigo Antonio. Porque estudio, porque llevo sandalias y me gustan las piruletas. ¿Os imagináis lo que es vivir con un runrún así en la cabeza? ¿Lo que es salir por la noche y volver a casa con miedo? ¿Tener que mirar hacia atrás con temor a que te asalten o te violen? Esto es lo que sufrimos cada día las mujeres de este país. Y no, no soy una puta. Soy la mujer que me da la gana de ser.
Aida Díaz Puertas. Terrassa (Barcelona)
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