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Columna
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De Merkel a Casado

La canciller alemana no ha hecho ni una concesión a Alternativa para Alemania, que aprenda el PP, que sigue emborronando su currículum con flirteos permanentes con Vox y dando cuerda a parte de su discurso

Josep Ramoneda
El presidente del PP, Pablo Casado, y la canciller alemana, Angela Merkel, durante el encuentro de líderes europeos del PPE en Berlín a inicios de septiembre.
El presidente del PP, Pablo Casado, y la canciller alemana, Angela Merkel, durante el encuentro de líderes europeos del PPE en Berlín a inicios de septiembre.PP (Europa Press)
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Editorial | Casado en Europa

Abandonen toda esperanza. El PP, instalado en su estrategia de confrontación, seguirá contraviniendo los principios que tanto predica al tiempo que seguirá legitimando a la extrema derecha asumiendo parte de su discurso y negociando restricciones de derechos y libertades para obtener su apoyo, como hemos visto estos días en Madrid, donde las proclamas de libertad de Isabel Díaz Ayuso parecen no alcanzar a los colectivos LGTBI, o en las campañas contra el derecho al aborto, que están dando pie a penosas exhibiciones de sadismo machista.

Estos días la prensa hace balance del legado de Angela Merkel, que deja la cancillería alemana después de 16 años. Y si en algo hay amplio reconocimiento es en su insobornable actitud ante la extrema derecha. Ni una sola concesión a Alternativa para Alemania, el partido neonazi, a la que ha parado los pies siempre que ha sido necesario sin cálculos electorales ni concesiones mezquinas. Una firmeza que no le ha impedido ser reelegida hasta que ella ha dicho basta. Que aprenda el PP, que sigue emborronando su currículum con flirteos permanentes con Vox y dando cuerda a parte de su discurso, con el argumento de recuperar así el electorado que se fugó. ¿Todavía no se han enterado de que fue la corrupción la que marcó el fin de ciclo del PP? No basta con una grosera radicalización y exhibición de lenguaje macho para aspirar a recuperar terreno. Pero parece que a Casado no le alcanza para plantear un programa alternativo y prefiere jugar al ruido y a las tretas legales.

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El respeto a los demás y el cumplimiento de la ley, principios básicos de la democracia que a menudo proclama el PP, parece que son de perímetro variable para la derecha: como si el PP tuviese bula en defensa de sus intereses de grupo. Llevan tres años negándose a cumplir con el calendario legal de renovación del Consejo General del Poder Judicial. Incluso Europa exige ya que se cumpla la normativa. Pero sigue bloqueando el procedimiento por la sencilla y mezquina razón de que no quiere perder las complicidades que tiene en el gobierno de los jueces. No hay salida. El camino es claro: renuévese el Consejo y después que ponga el PP en marcha los procedimientos pertinentes para el largo proceso de reforma legal que pretende, y que el Parlamento decida. Pero no. Lo que quiere Casado es seguir en la provisionalidad del Poder Judicial, contando con obtener una mayoría parlamentaria dentro de dos años que le permita renovar, entonces sí, el Consejo con la confianza de seguir sintiéndolo como favorable. Esta es la idea de la derecha de la división de poderes. Otro regalo a los oídos de Vox.

De Merkel a Casado, dos derechas bien distintas, de la defensa de las instituciones democráticas al irresponsable jugueteo con la extrema derecha.

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