Ganas de pelea y de reírse
La cuenta de parodia que habla en nombre del coronavirus tiene más seguidores que la del Ministerio de Sanidad
Dicen que Dios está en todas partes. También en Twitter, donde tiene una parroquia de cerca de 584.000 seguidores, unos cuantos más que el líder de la oposición, Pablo Casado, y muchos menos que Arturo Pérez Reverte, por ejemplo. En su bio, las líneas con las que cada usuario se presenta en sociedad, @diostuitero describe: “Vengo de una familia desestructurada: madre virgen, padre paloma y durmiendo en un pesebre”. La red es un territorio propenso a las cruzadas, las guerras de guerrillas (trolls) y a las amenazas (de bloqueo), pero con grandes parcelas para el humor. Twitter tiene ganas de pelea, pero también de reírse.
Si el sentido del humor es un signo de inteligencia, podemos asegurar que, entre bots y justicieros, habitan las redes seres brillantes, capaces de sacarnos una sonrisa en las nevadas y las olas de calor, en la salud y en la enfermedad.
@CoronaVid19 –—”Soy pandemia. La RAE me ha hecho mujer”, dice su bio— tiene casi 930.000 seguidores en Twitter. Son 263.000 más de los que acumula la cuenta oficial del mismísimo Ministerio de Sanidad. Detrás está Mario de Diego, un madrileño de 38 años que trabaja como educador. Utiliza la red no solo para hacer reír, sino para criticar, desde la sátira, a quienes parecen decididos a que siga mucho tiempo con nosotros, a saber, negacionistas, antivacunas e insumisos: “Pues al final me van a hacer currar en verano”; “Gol de Vinicius, ¿qué le han puesto a las vacunas?”; “Desde que estoy aquí sois todos epidemiólogos”...
Hay acontecimientos que dejan los memes — vídeos o imágenes caricaturescas— en bandeja, la pelota botando. Por ejemplo, la gala del Met, en Nueva York, donde para festejar la moda, una mujer llamada Kim Kardarshian llegó vestida de ninja atracadora, con una media negra en la cabeza —se ganó el trending topic a pulso—; un hombre se disfrazó de invierno, con lo que parecía una colcha enrollada al cuerpo, y otro de robot—los tuiteros, que cuando quieren son muy rigurosos, precisaron que de C3pO—.
Pero es en las dificultades cuando los genios de Twitter se crecen y logran el más difícil todavía: que nos riamos no de las extravagancias de otros, sino de nuestras propias desgracias. Llegó Filomena, la mayor nevada en años, y esas critaturas brillantes pusieron a Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, a decir que iban a ser “uno o dos copos de nieve como mucho” y a Isabel Díaz Ayuso, la presidenta madrileña, a prometer “un hospital de nevadas”. Sin equiparar Filomena al último gran divorcio en el fútbol, el de Messi y el Barcelona, pero sin minusvalorar tampoco el sufrimiento ajeno —cada uno es cada uno— @jerofreixas difundió en Twitter un desternillante vídeo en el que trataba de explicar a su esposa la magnitud de la tragedia y por qué le afectaba tanto personalmente: “Todos pensamos que iban a estar juntos hasta la muerte. Eran la pareja perfecta. ¿Cómo quedamos los hijos? ¡De repente lo voy a ver con otra!”.
@Pantomima_Full se ríe de las múltiples formas de postureo (el “canallita”, el foodie, el modernito...). Modelos con ciática (@MCiatica) del contorsionismo de las fotografías de moda (mejor ver); @pelidetarde, de las truculentas tramas y extraños títulos de esos largometrajes cuya única razón de ser es despertarse de la siesta sin remordimientos. @javi_Sancho_ cuelga vídeos en los que se queja amargamente, y mientras corre, de problemas que no están en la agenda política, como la desaparición de madres por adicción a las series turcas. Son solo algunos ejemplos. Twitter está lleno de odio, pero también de risas.
Mi madre, las series turcas y lo de merendar.🥲 pic.twitter.com/peHTgIVwXE
— Javi Sancho (@Javi_Sancho_) September 5, 2021
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