#elbulodelculo
Las redes mostraron enseguida el devastador efecto de la mentira: Vox la celebró como una gran victoria política
La inmediatez de Twitter trae desventajas y ventajas. Las primeras vienen en forma de precipitación, siempre arriesgada, especialmente en el periodismo. Las segundas permiten adelantar consecuencias, observarlas en directo.
Un chico de 20 años denunció una brutal agresión homófoba en Madrid: ocho encapuchados lo habían acorralado y le habían grabado a punta de cuchillo la palabra “maricón” en la nalga el domingo por la mañana en Malasaña. La policía se puso a investigar. El Gobierno convocó de forma urgente la comisión contra los delitos de odio. El miércoles, el denunciante se derrumbó y confesó que había mentido para que su pareja no descubriera una relación sexual con otra persona.
No hizo falta esperar mucho para comprobar los devastadores efectos de la mentira. Twitter coronó #elbulodelculo como trending topic, y el partido al que se había acusado de fomentar el odio hacia el colectivo LGTBI, Vox, celebró con miles de simpatizantes el engaño de un chico de 20 años como una victoria política. Provisionados con la munición extra suministrada por la frivolidad de la falsa víctima se animaron a pedir la derogación de la Ley contra la LGTBIfobia de la Comunidad de Madrid.
En el camino, dejaron en redes sociales un rastro de contradicciones y un mensaje que obligó a Twitter a advertir a los usuarios de que violaba “las reglas” de la compañía sobre “conductas de odio”, aunque al entender que podía ser “de interés” para el público decidieron dejarlo visible. El tuit decía: “Que no te engañen. Quienes presumen de defender a los homosexuales abren las puertas a inmigrantes que en sus países les persiguen y ahorcan”. Javier Ortega Smith, secretario general de Vox, se convirtió también en trending topic por asegurar que dependiendo de los atacantes y de las víctimas, las agresiones recibían mayor o menor atención: “Hay que decir que la violencia tiene una causa directa, la entrada masiva de inmigración ilegal”. “Cuando se asesina a una mujer a manos de su pareja heterosexual los partidos ponen pancartas y hacen todo tipo de manifestaciones, lo cual nos parece muy bien, pero cuando es un hombre o un niño, se callan. Eso es hacer mucho daño a las víctimas”.
Es decir, Vox, que asegura que, al contrario que sus rivales políticos, condena “todas las violencias” independientemente de quién sea el agresor y quién la víctima, lleva meses destacando solo las agresiones cometidas por inmigrantes, para criminalizarlos. Vox, que afirma que le parece “muy bien” que cuando una mujer es asesinada por su pareja los partidos salgan corriendo a “poner pancartas”, se aparta de las mismas cuando eso sucede y revienta los minutos de silencio. Vox, que niega fomentar la homofobia, aprovecha una denuncia falsa para pedir la retirada de la ley que protege a las víctimas reales de esos ataques. Vox, que quería cambiar la ley de violencia de género por una “ley de violencia intrafamiliar que proteja por igual a ancianos, hombres, mujeres y niños” fue el único partido que votó en contra de la ley de la infancia que, entre otras cosas, amplía el plazo de prescripción para los delitos de pederastia. La llama “la ley Herodes”.
Hubo precipitación y no debe haberla, pero el palo de una mentira, aunque sea tan repugnante como esta, no puede frenar la rueda de la verdad, ni una denuncia falsa derrumbar la estadística. Tan cierto es el aumento de los delitos de odio como la incoherencia de un partido que exige que no se le “demonice” mientras criminaliza a diario a un colectivo por su país de origen. Sus mensajes en redes sociales son la evidencia.
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