Agendada
Hoy tenemos una jornada completita, inasumible en su alcance y complejidad: es el Día Internacional de la Conciencia Global en el Mundo
¿Se han fijado ustedes en que rentabilidad, prisa y acumulación, incluso en asuntos morales, se han instalado en nuestras vidas? Ejemplo de ello es la bondad agendada en un calendario de días internacionales para promover los valores democráticos de la ONU, señalar problemas terráqueos —la ONU me hace sentir muy de aquí, nada extraterrestre, de este es mi mundo y de viva la gente— y llamarnos la atención para que tomemos conciencia de ellos durante un día. Un día. Para mí, que soy de pata pesada, de calidad frente a cantidad, es poco tiempo de concentración, un lapso demasiado efímero ni siquiera para experimentar mala conciencia. Hoy tenemos una jornada completita, inasumible en su alcance y complejidad: es el Día Internacional de la Conciencia Global en el Mundo, de “la conciencia de paz y amor en el mundo, democracia y libertad”. Así a lo bestia. Amor, democracia, paz, mundo… Palabras comodín. Yo soy muy corpórea, y necesito un poquito de contexto y concreción. Amor, democracia, libertad, en bruto, son palabras que en mis representaciones mentales salen de bocas pomposas que pronuncian las sílabas a cámara lenta. Sin contexto son pasto de la tergiversación —miren Madrid—. Tampoco sé qué puedo hacer en un día tan lleno de contenido: ¿pongo una pancarta en el balcón?, ¿invoco a Pericles?, ¿me subo a la azotea con un fusil de mira telescópica para salvar a los buenos de los malos en un mundo sin amor ni paz?, ¿rezo? Porque hoy también es san Vicente Ferrer y los días internacionales se nimban con un aura religiosa. En el rosario de días internacionales se cuelan algunos menos solemnes: el reaganiano día internacional de la comida congelada, o el día mundial de los calcetines perdidos. Estas dos efemérides bajan el foco hacia lo que importa, y en casa las celebramos comiendo palitos de merluza y buscando en la lavadora calcetines pegados al tambor a causa de una centrifugación alocada. Meteremos otra vez la cabeza en el tambor el día 9 de mayo. Aunque mezclar la pizza congelada con el genocidio en Ruanda tampoco es una idea que ayude a resolver ni confusión intelectual ni incertidumbre.
Esta semana es intensísima: el 6 de abril, coincidiendo con san Genaro y san Celestino, Día Internacional del Deporte; el 7, dos conmemoraciones de peso —una abstracta y otra más concreta—: la Salud y la ya citada Reflexión sobre el Genocidio en Ruanda. Y santa Ursulina. El 8 es el día Internacional del Pueblo Gitano y celebran su santo las Máximas, Julias y Macarias. El 9 descansamos —creo— y el 10 ahí estaremos, al lado de la Homeopatía, pese a la duda que se cierne sobre sus beneficios sanadores. Pero que vivan los placebos, la esperanza y san Terencio. Existe una página web (diainternacionalde.com) en cuyo menú de entrada se ubican los siguientes enlaces: Calendario, Años Internacionales, Santoral, Tienda. Una curiosa combinación de cronémica, formación en valores paganoconfesionales y comercio, como receta para ser modelo de virtudes y bondad. No tengo un minuto que perder: voy a ser buena todos los días. Seguro que para cada día hay una camiseta con su calcomanía correspondiente. Hoy, ya saben, toca trabajar la conciencia global sobre el mundo. Tengo un poquito de estrés filantrópico, pero me voy a tomar un lorazepam. Nos quedan los emporios farmacéuticos y la virgen María en caso de extrema necesidad.
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