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COLUMNA
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La derecha fuera de control

El espacio electoral del PP se ha ido fracturando. Si Ciudadanos le dio el gran susto por el lado del centro, ahora la amenaza viene del otro lado, Vox

Josep Ramoneda
José María Aznar y Pablo Casado en el auditorio de la Universidad Francisco de Vitoria, en Madrid.
José María Aznar y Pablo Casado en el auditorio de la Universidad Francisco de Vitoria, en Madrid.Victor Sainz

Con razón dice Aznar que el PP está en un momento “manifiestamente mejorable”. La incapacidad de Pablo Casado para federar a la derecha es evidente, pero la historia viene de lejos. Con la victoria sobre el PSOE hace ahora 25 años, Aznar acabó con la larga travesía del desierto con la que la derecha española pagó sus vicios de origen. Y lo hizo con una apuesta ideológica descarada: asumiendo sin vergüenza el neoliberalismo económico y vistiéndolo con un estilo autoritario que le permitió integrar desde la derecha más reaccionaria hasta los liberales pasando por el bloque conservador. Tenía un proyecto político, lo que en Casado no se ve en ninguna parte. Y el desgaste del PSOE le dio la pista de entrada.

A menudo el éxito hace perder el sentido de la realidad y Aznar se creyó que todo era posible. Y se estrelló con la guerra de Irak, desatino con el que cerró su carrera. Su herencia incluía el origen de las cloacas que ahora vierten en los juzgados. Las fotos de la boda de su hija son toda una antología del entorno cuya herencia amortizó a Rajoy y tiene ahora al PP en ascuas.

Desde que Aznar se fue, es innegable que el PP ha ido a menos. Y su espacio electoral se ha ido fracturando. Si Ciudadanos le dio el gran susto por el lado del centro, ahora la amenaza viene del otro lado, la extrema derecha, que Aznar tenía integrada en el PP, va a por todas. Y sin recato alguno: su última hazaña pedir que se eliminen los “motivos racistas y antisemitas” de los delitos de odio.

Las elecciones catalanas han dado un serio aviso: el previsible hundimiento de Ciudadanos, no lo ha capitalizado el PP, ha propiciado una alarmante progresión de Vox. Lo cual nos advierte de un serio peligro sistémico: Vox lucha por la hegemonía de la derecha.

Ante la evidente debilidad de una derecha fragmentada, sectores conservadores con poder apelan a la fusión entre el PP y Ciudadanos. Pero por sorpresa se anuncia ahora una moción de censura del partido de Arrimadas y el PSOE contra el PP de Murcia. ¿Hay que entender que Arrimadas y los suyos han optado por buscar la polivalencia centrista? ¿Le seguirá la gente que les queda? El centro siempre es una apuesta arriesgada y más en momentos de confrontación como el actual. Y la historia nos enseña que casi siempre acaba cayendo del lado de la derecha. ¿Murcia como canto del cisne de Ciudadanos? La fulminante reacción de Isabel Ayuso convocando elecciones en Madrid parece ser un aviso para Casado y un intento de dar el empujón final a Ciudadanos.

La batalla en la derecha está abierta. Y ahora mismo, con Casado, no se ve al PP en condiciones de volver a hegemonizar este espacio. De los tres, el único partido que está en alza es Vox. Y nadie en el espacio institucional puede desentenderse de este desafío. Con el fascismo no se juega.

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