O es Illa o es Aragonès
De los candidatos a la presidencia de la Generalitat que encabezan las múltiples listas para el 14-F solo dos apuntan viabilidad
De los candidatos a la presidencia de la Generalitat que encabezan las múltiples listas para el 14-F solo dos apuntan viabilidad, el socialista Salvador Illa y el republicano Pere Aragonès. La activista de Junts/Waterloo, Laura Borràs, segunda hasta en su lista, incluso aunque triunfase en escaños, jamás será presidenta de la Generalitat, salvo ruina total del país: ningún grupo parlamentario decente la votaría. Pues como alta burócrata falseó contratos públicos en favor de un amiguete: se la investiga judicialmente por delitos de corrupción, esa mochila de plomo (y billetes) tan pujolista.
Pero, sobre todo, Illa y Aragonès cumplen también otra condición necesaria para presidir: son verosímiles como jefes de la oposición, ya se sabe que quien no puede lo menos, tampoco puede lo más. Y lo son porque (gusten más o menos) tienen programa, partido y capacidad de alianzas.
En cambio, el clan de Waterloo carece de programa, zigzaguea entre el trumpismo con aspiraciones plutocráticas enemigas de los impuestos, defendido por el número tres de su lista, Joan Canadell (el incompatible presidente de la Cámara de Comercio) y la ilusión expropiadora de la CUP, a la que se suele plegar. No dispone de la estructura territorial de un partido, pese a que intentó arrebatársela con trampas al PDeCat. Y su propuesta de resucitar ilegalmente la DUI (Declaración Unilateral de Independencia) no allega ningún aliado (solvente).
Atención, hay algo más a verificar en la campaña. Sus tres primeros días han registrado la irrupción de los presos encarcelados del procés, en buena parte ya jubilados por los suyos de las listas. Esa seminormalidad ha subrayado la cansina caducidad de su proclama unilateralista (ho tornarem a fer, vayamos contra los de siempre, son los del 155). De repente, tras diez años sin cosecha, ese discurso parece volverse de color sepia, razón adicional para futuros indultos (en cuanto a las penas de prisión).
Se entiende así que Aragonès intente hablar de cosas tangibles, como nombrar míster Next Generation EU al correcto economista liberal posconvergente Miquel Puig (lo que ya podría haber hecho). Y, más aún, que Illa proponga a otro economista, joven y respetado, Maurici Lucena, hoy presidente de AENA, como su posible vicepresidente económico. Y se comprometa a no rehuir el reto de la investidura, si queda primero, en contraste con el abandono de Inés Arrimadas. Cosas y compromisos concretos frente a fantasías tan anticuadas como estériles.
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