El separatismo del PP
La lideresa del nuevo secesionismo es Isabel Díaz Ayuso, ducha en fabricar agravios del Gobierno, esa frecuente primera fase para demoler el Estado si no se conquista
El separatismo nace en un memorial de agravios que a veces lleva certezas. Genera victimismo por el olvido, real o supuesto, o a medias, del poder superior. Si este lo arregla, teníamos razón; si no, es culpable, porque lidera el encono. Entonces, ya no es el gestor —Gobierno, Comisión Europea— el responsable, sino el mismo poder: el Estado, Europa. Lo insidioso es que la culpa implica dolo: “Espanya ens roba”, decían ciertos indepes. El Gobierno se empeña en “robar” en el reparto de fondos, atiza Juan Marín, el vice andaluz de Ciudadanos. La culpa esteriliza los mecanismos democráticos de resolver litigios: diálogo, negociación, pacto. Y eleva al discrepante o rival a la condición de enemigo.
Un momento estelar del secesionismo británico respecto a la hoy UE lo fundó Margaret Thatcher al grito de “I want my money back”, basado en la balanza fiscal, por aportar mucho más de lo que recibía: lo que Boris Johnson ha enaltecido (tras corregirse un cierto exceso de desfase en el cheque británico) con cifras falsas. El discípulo doméstico fue Jordi Pujol y su escuela. Reclamó la sobrefinanciación del cupo vasco... tras rechazar para sí el concierto, en el debate constitucional. Su agujero intelectual es reducirse al saldo fiscal neto —negativo—, excluyendo el positivo en lo financiero, o comercial, o global.
El virus separatista se contagió, por fricción con el enemigo indepe a batir, a un PP ya abonado a excitar el centrifuguismo por vía centralista. La lideresa del nuevo secesionismo es Isabel Díaz Ayuso, ducha en fabricar agravios del Gobierno, esa frecuente primera fase para demoler el Estado si no se conquista. Denigra el reparto de mascarillas, supuestamente asimétrico; los aislamientos, que reputa impositivos; el reparto de fondos covid (16.000 millones) a las autonomías; el ataque, por limitar competencias, al intento gubernamental de limitar su dumping fiscal... Y ahora, a la par, las supuestas disparidades en la distribución del fondo europeo REACT (10.000 millones) y la inventada inequidad en la atribución territorial de vacunas.
Lo malo no son sus alegatos, casi siempre carentes de números. Es la escuela. El moderado Alberto Núñez Feijóo resucita el anticatalanismo : “Si miran qué comunidad gana es siempre la misma: Cataluña”. Falso. La Andalucía popular encabezó el reparto de los fondos REACT, como corresponde a su mayor población; el Madrid popular, los fondos covid, con un 21%, como tocaba por su mayor contagio. Respeten al menos, los datos.
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