Algún día volverán
En un mundo sin Trump, el mañana pertenece a la alianza entre Washington y Bruselas. El Reino Unido global tendrá la vida difícil
Algunos no se van. Los gibraltareños seguirán con nosotros en el espacio de libre circulación de Schengen. Para poder quedarse, deberán mostrar sus pasaportes británicos antes de emprender viaje hacia el Peñón.
Tampoco se van los irlandeses del Úlster: para ellos no habrá frontera con la Unión Europea, porque no puede haberla entre las dos Irlandas como resultado de los acuerdos del Viernes Santo. No la habrá para las mercancías. La frontera quedará desplazada al mar de Irlanda, entre las dos islas británicas.
Los escoceses se van, pero van a intentar regresar cuanto antes. Votaron mayoritariamente a favor de permanecer en la UE, al igual que los norirlandeses (62% y 55,4%, respectivamente), y ahora reivindican un nuevo referéndum de independencia para volver. La líder nacionalista Nicola Sturgeon lo llevará a su campaña para las elecciones de mayo de 2021.
No se van los millares de ciudadanos británicos que han pedido la nacionalidad de alguno de los países de la UE desde que se celebró el referéndum de salida, especialmente los que tienen orígenes irlandeses. Han votado dos veces: contra el Brexit en las urnas y con la solicitud de ciudadanía europea. Según las encuestas, desde 2018 son mayoría los británicos que manifiestan de forma continua que votarían quedarse en la UE si se celebrara un nuevo referéndum.
Para la Unión Europea es un alivio. El Brexit duro no se ha producido. Theresa May primero y Boris Johnson después no consiguieron dividir para vencer, la única estrategia que podía resultarles frente a los socios europeos. Los 27 han aprovechado el tiempo en estos cuatro años y medio sin el lastre de la resistencia británica a la unión más estrecha entre los pueblos y los ciudadanos de Europa. El endeudamiento mutualizado para el fondo de recuperación de la pandemia es la última muestra, inimaginable en un Consejo Europeo con Londres dentro. La Unión Europea sale más fuerte de la prueba.
Por más que gesticule Boris Johnson, se van porque ya no tienen otro remedio. De poco servirá la soberanía recuperada en la competencia entre grandes bloques soberanos: Estados Unidos, China y la Unión Europea. La soberanía futura crecerá cuanto más se comparta y se debilitará cuando pretenda acapararse, como le va a ocurrir a Boris Johnson. Una vez despachado Donald Trump, el mañana pertenece a la alianza entre Washington y Bruselas. El Reino Unido global tiene la vida difícil. Un día querrán volver. Y ojalá vuelvan.
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