_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El discurso del Rey

Lo que a cualquier demócrata le costaría entender, es que ante los graves escándalos que rodean a la Casa Real, Felipe VI hiciera uso de cualquier subterfugio o mirara para otro lado

Cristina Monge
Felipe VI y Juan Carlos I, durante la pascua militar de 2018.
Felipe VI y Juan Carlos I, durante la pascua militar de 2018.JUANJO MARTIN (AFP)

No es esta la primera vez que el discurso real de Nochebuena acapara la atención para comprobar cómo reacciona el monarca —si es que lo hace— ante asuntos incómodos para la Casa Real. Fue en 2011 cuando Juan Carlos I, en relación a la investigación del caso Palma Arena que afectaba a su yerno, Iñaki Urdangarin, dijo aquello de que “la Justicia es igual para todos”. Desde entonces han cambiado varias cosas.

En primer lugar, los problemas y escándalos en torno a la Casa Real no han cesado, sino que han ido in crescendo. Aquello fue el principio. Luego llegaría la caza de elefantes en Botswana, las dudas sobre posibles negocios internacionales del emérito, y todo lo que ahora rodea a las tarjetas opacas, las posibles cuentas en paraísos fiscales, etcétera. El célebre “Me he equivocado y no volverá a ocurrir” tuvo su momento, pero queda ya muy lejos.

La segunda cuestión que ha cambiado en estos años ha sido la propia sociedad española. Cuando Juan Carlos I proclamaba la igualdad de los españoles ante la ley, el nuestro era un país que se despertaba cada día con una noticia señalando indicios de corrupción en ámbitos importantes de poder. Unos años después, España vio cómo salía adelante una moción de censura presentada tras una sentencia que acusaba al partido en el Gobierno de graves episodios de corrupción. Estas cosas dejan huella.

Como consecuencia de lo anterior y de otros acontecimientos de calado, la valoración que la sociedad hace de la monarquía también muestra nuevos datos, dignos de ser analizados. Si bien este sigue siendo un tema que divide a la sociedad española en cuanto a adscripción ideológica, territorial y, de forma cada vez más importante, generacional, la Corona se interpreta hoy, en plena pandemia, como un signo de estabilidad frente a la algarabía política. Esta es su mayor fortaleza.

Felipe VI no tiene ante sí un discurso fácil, pero tampoco tan difícil. Lo que a cualquier demócrata, tanto monárquico como republicano, le costaría entender es que, ante los graves escándalos que rodean a la Casa Real, se hiciera uso de cualquier subterfugio o se mirara para otro lado. No conviene olvidar que la Corona, por definición, es una institución basada en la persona, a la que se accede por herencia.

Por el contrario, el Rey puede convertir este discurso en una oportunidad, si interpreta bien los cambios acontecidos en estos años —los que aquí se señalan y otros muchos—, y se apoya en esa fortaleza que supone la percepción ciudadana de estabilidad. Esto le obligaría a construir enormes cortafuegos frente a los escándalos, aclarando cualquier duda sobre lo ocurrido en el pasado, y apostando de manera firme, sin que le tiemble la voz, por la transparencia más radical y una rendición de cuentas ejemplar. @tinamonge

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Cristina Monge
Imparte clases de sociología en la Universidad de Zaragoza e investiga los retos de la calidad de la democracia y la gobernanza para la transición ecológica. Analista política en EL PAÍS, es autora, entre otros, de 15M: Un movimiento político para democratizar la sociedad y co-editora de la colección “Más cultura política, más democracia”.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_