Transparencia
¿Cómo se hace hueco la verdad desnuda de los datos contrastados por la ciencia cuando tanta gente parece dispuesta a creerse, sin más, lo que dice su líder o su gurú?
¿Qué es la transparencia cuando vivimos en una inundación de cifras e imágenes? ¿Cómo se hace hueco la verdad desnuda de los datos contrastados por la ciencia cuando tanta gente parece dispuesta a creerse, sin más, lo que dice su líder o su gurú? ¿Cómo imponer las cautelas ante el poderío de la imagen de Margaret Keenan, la primera vacunada británica? No es fácil, pero la receta no puede ser el silencio, la opacidad o los sobreentendidos.
Mucho estaban tardando los países del continente en reclamar a la Agencia Europea del Medicamento celeridad en la aprobación de la vacuna de Pfizer. Mientras el Reino Unido y Estados Unidos daban el OK y empezaban sus campañas de vacunación, retransmitidas urbi et orbi, aquí asumíamos que la EMA se reuniría bien entrado diciembre para aprobarla. Y en paralelo, los Gobiernos europeos más castigados por el virus les anunciaban a sus poblaciones la vuelta a las restricciones más duras, llevándose por delante el alivio para la soledad y la ansiedad previsto en Navidades. La situación es especialmente paradójica en Alemania, porque la vacuna Pfizer-BioNTech es un proyecto germano-estadounidense.
Nadie ha explicado a fondo qué significa ese mes de diferencia entre las aprobaciones de unas agencias y otras. Porque en la carrera contra el virus, el tiempo importa. ¿Más seguridad? ¿En qué consiste ese extra de seguridad? Es muy importante para vencer la resistencia a la vacuna saber que el proceso de fabricación y autorización ha sido riguroso y exhaustivo. Pero hay que explicarlo y nadie lo hace con claridad y liderazgo europeo. ¿Más seguridad? ¿O más burocracia? Estaría bien saber qué controles se están haciendo en la EMA que no haya realizado la agencia británica. Pero nadie parece dispuesto a abrir ese melón. Anthony Fauci, el científico jefe de la Casa Blanca, aventuró que los británicos se habían precipitado al ser los primeros en bendecir la vacuna y tuvo que rectificar. Si ahora, por la presión de los países, se acortan aún más los plazos de la autorización europea —ya estaban corriendo para los ritmos habituales— lo aceptaremos con alegría, pero como un acto de fe.
Vuelvo al principio. Urge plantearse cómo gestionar la transparencia en tiempos de emoción y comunicación instantánea. Y esto sirve para las vacunas, para las tribulaciones de la familia real española y para los atascos del ingreso mínimo vital. @PepaBueno
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