Oigo, patria
Algunos exaltados se pusieron a aporrear las ventanillas. Ante aquel acoso, la adolescente en defensa propia y de los demás viajeros, sacó del estuche el violoncelo y comenzó a tocar


Con el estuche del violonchelo en la espalda, sin tener ni idea de que, al parecer, la patria estaba en peligro, aquella adolescente de 15 años tomó el autobús camino del conservatorio como cada mañana. En la misma parada subieron otros viajeros que seguían todos los días el mismo itinerario. Una enfermera se apearía en el hospital, un profesor de Matemáticas lo haría en la puerta del instituto, una asistenta social en la casa de una anciana a la que cuidaba. Era gente normal y corriente que iba a su trabajo. Ninguna autoridad de tráfico había advertido de que en la avenida principal de la ciudad se estaba produciendo a esa hora una manifestación patriótica y sin poderlo evitar el autobús se encontró ante una marea de vítores y banderas españolas que le impedía seguir. Los manifestantes muy airados proferían insultos al Gobierno socialcomunista traidor, gritaban que España corría el peligro de romperse e incluso algunos más desaforados amenazaban con fusilar a medio país si fuera necesario. El viento de otoño que arrastra las hojas muertas traía y se llevaba el eco de una voz desgañitada de alguien que desde una tribuna con un megáfono clamaba: “Oigo, patria, tu aflicción/ y escucho el triste concierto/ que forman tocando a muerto/ la campana y el cañón”. La marea de gritos y banderas españolas terminó por rodear el autobús y algunos exaltados se pusieron a aporrear las ventanillas. Ante aquel acoso, temiendo lo peor, la adolescente en defensa propia y de los demás viajeros sacó del estuche el violoncelo y comenzó a tocar. Fuera los patriotas gritaban, unos a favor de la campana y otros del cañón. El autobús trataba de avanzar y mientras se abría paso en medio de la crispada multitud aquella adolescente, creyendo que la música amansaría a las fieras, interpretaba con la máxima dulzura la Suite nº 1 para violonchelo de Johann Sebastian Bach.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma

Archivado En
Últimas noticias
El Consejo Electoral de Honduras advierte de un “inaceptable atentado a la democracia” por las protestas que retrasan el escrutinio definitivo
Evacuados 68 pasajeros tras cinco horas parados por una avería en un tren que iba de Huelva a Sevilla
Ucrania asegura haber alcanzado por primera vez un submarino ruso con drones subacuáticos
Un avión de JetBlue evita chocar con una aeronave de la Fuerza Aérea de EE UU cerca de Venezuela
Lo más visto
- El actor y director Rob Reiner y su esposa Michele, hallados acuchillados en su mansión de Los Ángeles
- Sin duchas ni camas adecuadas, y con obras en marcha: así estrenaron 30 niños extranjeros el centro de acogida de La Cantueña de Ayuso
- El juez cree que la red de Leire Díez y el exdirector de la SEPI contó con “diversos cargos públicos” para el cobro de comisiones entre 2021 y 2023
- El hombre que desarmó a uno de los atacantes en Sídney es aclamado como un héroe en Australia
- Un trabajador de Acciona asegura que fue el exdirector de Construcción quien le sugirió colaborar con Servinabar, la empresa a la que la UCO vincula con Cerdán




























































