Ni cordón sanitario ni complacencia: periodismo
La difusión de entrevistas con dirigentes ultraderechistas levanta duras protestas de lectores
El título de esta columna fue el final de otra publicada en este espacio en marzo. La historia se repite: algunos lectores se enfadan por publicar entrevistas con dirigentes ultraderechistas. El desencadenante ha sido esta vez una conversación con Jörg Meuthen, copresidente de Alternativa para Alemania (AfD), el partido ultra sometido a un cordón sanitario por el resto de fuerzas alemanas. ¿Debe respetar el periódico ese boicoteo?
La lectora María Hernández Santos sostiene que sí: “Lamento enormemente que un medio de tanto prestigio caiga en la debilidad del sensacionalismo”. “Lo que me preocupa”, añade, “es que el periódico de mayor tirada y con la mayor audiencia online de nuestro país sea capaz de publicar dicha entrevista, con el blanqueamiento a la extrema derecha que eso supone”. Más breve y explícito, pregunta el lector Domingo Ochoa: “¿¿Dar voz a neonazis??”
Jan Martínez Ahrens, director adjunto del periódico, responde con rotundidad: “Ni blanqueamiento ni sensacionalismo. La entrevista a Meuthen, cuyo peso político resulta indudable especialmente en un momento de crisis aguda de su partido, es un ejemplo de buen periodismo. Una entrevista hecha desde una distancia crítica y con conocimiento”.
La entrevistadora, Ana Carbajosa, corresponsal en Berlín, señala que ese bloqueo a AfD —principal partido de la oposición con el 12,6% de los votos—, “no se aplica en el terreno periodístico” ni en la prensa alemana ni en la internacional. Agrega que han publicado recientes entrevistas con dirigentes de AfD la televisión pública, el semanario Der Spiegel o el diario Die Welt, así como el británico Financial Times y, en el pasado, el italiano La Repubblica o el francés Le Figaro.
Similares críticas han recibido los corresponsales en Francia o Italia cuando han publicado sus encuentros con líderes ultras. En Francia se practica también el boicoteo político, pero en ninguno de los dos el periodístico. Desde Italia, el corresponsal Daniel Verdú respondió así a quienes le criticaron por entrevistar a Matteo Salvini, líder de la Liga: “¿Por qué debería EL PAÍS privar a sus lectores de una entrevista rigurosa que permita entender claves de su ascenso?”
Es el planteamiento desde la corresponsalía en París de Marc Bassets y Silvia Ayuso, quien comenta que no se puede soslayar a actores políticos de peso y que hay que explicar qué son y qué piensan. Bassets, que ha entrevistado a los ultras Jean-Marie y Marine Le Pen, argumenta: “En política, el cordón sanitario puede ser una estrategia legítima. En periodismo, pienso que es un problema. Intento no guiarme por un criterio ideológico, sino periodístico. ¿Es de interés para los lectores? ¿Reflejar sus palabras servirá para entender mejor el país? ¿Es posible explicar Francia obviando a los Le Pen?”
No se trata de que los entrevistados coloquen sus mensajes. El periodista debe situar a esos personajes frente a sus contradicciones cuando hablan de migración, la UE o valores democráticos. Conocen así los lectores qué hay detrás de algún mensaje tan simple como populista.
Es lo que sostiene el prestigioso filósofo Daniel Innerarity: “Déjales hablar. Tienen olfato político, pero saben muy poco. Que se retraten. Las líneas rojas los victimizan. No se normaliza el fascismo al escucharles, sino al no escucharles, al dejarles un terreno solo para ellos”. “Puestos a elegir, optamos por aquello que nos genera buena conciencia a nosotros frente a lo que les provocaría mala conciencia a ellos”, decía Innerarity en el artículo La conversación democrática. Y Martínez Ahrens añade: “La ignorancia y el silencio no son, desde luego, la mejor forma de evitar las amenazas extremistas. Nuestro deber como periodistas es informar”.
Hubo similares quejas de lectores cuando El País Semanal dedicó en marzo una portada a Vox. No existe tal cordón a la ultraderecha en España, donde, por el contrario, dirigentes ultraderechistas rechazan entrevistas en determinados medios y hasta vetan a periódicos como este.
Pese a todo, ¿publicaría EL PAÍS una entrevista con Santiago Abascal, líder de Vox? De la lectura del Libro de estilo se deduce que debiera intentarlo. El único veto que se desprende de ese libro es el de defraudar al lector, que exige la información más completa posible. Además, y como dice Bassets, hay un riesgo al plantearse un boicoteo. “¿A partir de qué momento? ¿Por qué a uno sí y a otro no? Si no hay que entrevistar a líderes de extrema derecha legales, ¿hay que entrevistar a Donald Trump? ¿Y a un dictador?”
Ante la duda, la respuesta, de nuevo, es el buen periodismo.
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Correo: defensor@elpais.es
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