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Columna
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Las tres crisis de la Monarquía

La institución tiene abiertos tres frentes principales: ideológico, territorial y generacional

Lluís Orriols
Juan Carlos I y el rey Felipe VI, en un acto en el palacio del Pardo en 2017.
Juan Carlos I y el rey Felipe VI, en un acto en el palacio del Pardo en 2017. PAOLO BLOCCO (Getty)

Durante décadas, la monarquía española se erigió como una figura de consenso que gozaba de la confianza de una porción muy relevante de la ciudadanía. Gracias a su transversalidad, la jefatura de Estado cumplía de forma razonable su principal cometido de representar simbólicamente la unidad de todos los españoles. Sin embargo, durante la última década, la Corona ha perdido gran parte de ese consenso que le caracterizaba y se encuentra en una crisis sin precedentes.

La institución se enfrenta a tres grandes crisis: ideológica, territorial y generacional. En primer lugar, la Corona ha perdido su tradicional transversalidad ideológica. Si bien antes de la Gran Recesión gozaba de unos niveles de reconocimiento elevados tanto en la derecha como en la izquierda, en la actualidad ha perdido la confianza de una gran parte de los españoles progresistas. Es cierto que la derecha ha valorado siempre mejor a la monarquía, pero en los últimos años la polarización de opiniones entre izquierda y derecha ha aumentado de forma muy acusada.

En segundo lugar, las opiniones sobre la Corona se han polarizado también territorialmente. Ha logrado mantener niveles razonables de apoyo en comunidades como Castilla-La Mancha, Baleares, Murcia o Extremadura. Sin embargo, en otros territorios, y muy en particular en Cataluña, Navarra y País Vasco, la desconfianza es ahora generalizada. Y en tercer lugar, la monarquía sufre una crisis generacional, muy especialmente entre los españoles de izquierdas. En las encuestas de 2019 (previas al escándalo del rey emérito) la monarquía aún gozaba de cierto apoyo entre los españoles de izquierdas más mayores, pero el rechazo entre los jóvenes y de mediana edad era abrumador: tres de cada cuatro españoles de izquierdas menores de 50 años ya no confiaban en la Corona.

No hay duda de que los escándalos de corrupción de Juan Carlos I están acorralando a la Casa del Rey. Pero también podría tener efectos nocivos para el Gobierno de coalición, pues es una fuente de conflicto entre los dos socios. El rechazo a la Corona es casi unánime entre los votantes de Unidas Podemos, pero divide al electorado del PSOE. Desde una perspectiva electoral, Podemos se encuentra ante una oportunidad única para usar esta cuestión con el fin de abrir una fisura en las bases socialistas que le permita ganar votos a su costa. Mientras los escándalos del rey emérito copen la actualidad, el PSOE se encontrará en la difícil situación de gestionar a su electorado dividido: cualquier declaración en un sentido u otro le puede acarrear el desafecto de una parte de su electorado.

La crisis del rey emérito puede poner en descubierto la tradicional tensión entre cooperación y conflicto inherente en los gobiernos de coalición. Puede que PSOE y Podemos deseen ser socios leales de gobierno, pero no pueden evitar seguir siendo rivales en las urnas.

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