Todos los resortes
España puede beneficiarse de los recursos del Mede si sabe sortear cualquier tipo de estigmatización
El Mecanismo Europeo de Estabilidad (Mede), que nació como un fondo de rescate, ha recordado a España (y a los otros miembros de la UE) que sus recursos siguen estando disponibles para afrontar las consecuencias, directas e indirectas, de la pandemia. Y que en el caso de España, la cuota que le correspondería, de 24.000 millones, le supondría un ahorro sobre otro tipo de endeudamiento de unos 1.300 millones de euros: la diferencia entre aplicar el tipo de interés que dispensa la institución (el 0,1%) y aquel al que el Reino debe remunerar al mercado (el 0,4% a diez años). El Estado se financia a tipos extraordinariamente baratos, aunque podrían serlo incluso más.
Se trata de un ahorro sensible. Y en un momento en que las economías más vulnerables deben recurrir a todos los resortes que no entrañen inconvenientes. Más aun, la actual evolución de la epidemia, con su dramático impacto sobre el sector turístico, agrava la recesión y prefigura complicaciones añadidas a la recuperación.
Además, el grueso del plan de recuperación económica europea (140.000 millones previstos para España) no estará en vigor hasta 2021 (en el mejor de los casos durante el primer semestre) por razones técnicas. Así que cualquier eventual apoyo que sirva para sortear un inminente otoño con posibles dificultades de financiación, aunque estas de ninguna manera se están produciendo actualmente, debe ser calibrado muy cuidadosamente.
La única contraindicación de acudir al Mede consistiría en que se interpretase como un rescate, estigmatizando a la economía afectada. Pero no lo es, porque el paquete de 240.000 millones arbitrado por el Eurogrupo elimina toda condicionalidad y recortes; cancela los memorandos de intenciones; y suprime las inspecciones de la troika. Los mercados lo saben, y pues, el señalamiento de quien acudiese al Mede sería fútil. Quedaría la estigmatización política desde la oposición. Para esterilizar ambas, convendría que si el Gobierno decide emprender esta vía, no lo haga en solitario, sino en conjunción con otros países; y con el suficiente consenso interior.
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