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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

A por Hong Kong

La actual ofensiva de Xi Jinping pretende ganar la mano al Parlamento del territorio antes de las elecciones legislativas de septiembre de 2020

Manifestantes en Hong Kong protestan contra la ley que pretende imponer el Gobierno chino.
Manifestantes en Hong Kong protestan contra la ley que pretende imponer el Gobierno chino.Kin Cheung (AP)

Los manifestantes han regresado a las calles en Hong Kong tras la larga pausa provocada por la crisis sanitaria del coronavirus. Ahora con mayores motivos todavía para expresar su temor por los derechos civiles y las libertades en peligro en la antigua colonia británica. La Asamblea Nacional Popular, órgano legislativo rutinario del sistema de partido único, acaba de aprobar una legislación de seguridad que arrebata el poder legislativo autónomo reconocido por la ley básica de Hong Kong y convierte en delitos las expresiones de hostilidad hacia los símbolos nacionales chinos o en favor de la independencia de la antigua colonia.

Pekín ha intentado en numerosas ocasiones desde 2003 recortar las libertades de hecho de las que goza este territorio, amparado en la justicia independiente y el régimen de democracia restringida aunque representativa, pero desde 2014 la protesta conocida como Movimiento de los Paraguas no solo ha rechazado todos los intentos de un mayor control, sino que viene exigiendo la elección democrática de su Gobierno, en vez del actual sistema de un Ejecutivo tutelado por el Partido Comunista y apoyado por legisladores de elección corporativa próximos al régimen.

La actual ofensiva de Xi Jinping pretende ganar la mano al Parlamento de Hong Kong antes de las elecciones legislativas de septiembre de 2020, de las que fácilmente se puede esperar un nuevo avance de la oposición democrática, a juzgar por los brillantes resultados obtenidos en las elecciones locales de noviembre pasado, en las que los adversarios de Pekín consiguieron el control de 17 de los 18 distritos locales, en lo que constituyó un aval de las protestas callejeras y una desautorización del régimen.

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Después de superar la pandemia y del despliegue de su nueva diplomacia sanitaria, el régimen chino se siente con fuerzas para avanzar en el control de Hong Kong, en un gesto de doble significado: hacia el interior, como afirmación del poder central, y hacia el exterior, como un paso más en la política afirmativa hacia Taiwán y hacia los países vecinos con los que se disputa la soberanía sobre los atolones y peñascos del mar de la China Meridional.

Dos viejas consignas de Deng Xiaoping, el fundador del actual régimen de capitalismo comunista, han empezado a perder vigencia. La idea de que China es un solo país con dos sistemas cada vez será más irreal si Hong Kong pierde las libertades públicas. Tampoco vale ya la propuesta de esconder la fuerza y esperar a que la situación madure cuando el país está dirigido por un líder como Xi Jinping, quien no esconde sus ambiciones territoriales y considera llegada la hora de superar a Estados Unidos y situar a China en lo alto de la hegemonía.

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