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la crisis del coronavirus
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Salud reproductiva y la covid-19: el escándalo de la muerte materna

Muchos países no incorporaron la salud reproductiva en el paquete de emergencia que debe ser ofrecido en respuesta a la pandemia

Debora Diniz Giselle Carino
Una mujer con siete meses de embarazo en Recife, Brasil.
Una mujer con siete meses de embarazo en Recife, Brasil.

No hay datos oficiales sobre la muerte de mujeres embarazadas causada por la covid-19. Tampoco hay certidumbre científica sobre los efectos en su salud. Melania Amorim es una médica brasileña de cabecera y una investigadora conocida por denunciar el horror de la muerte materna. Para ella, “no hay cómo decir cero letalidad cuando se habla de muerte materna y covid-19”. Recientemente, el equipo de Amorim registró 20 muertes por covid-19 de mujeres embarazadas en Brasil. En 45 días ocurrieron más decesos de embarazadas que todos los que se registraron en 2019 por el virus H1N1. Las fuentes de los investigadores no son estadísticas oficiales del Ministerio de Salud, pero sí resquicios de la tragedia. Trabajan con noticias de periódicos que publican sobre la muerte de mujeres que perdieron la vida por la covid-19 durante el embarazo o justo después del parto.

Rafaela da Silva de Jesus murió cinco días después del parto de su primera hija. Su caso es descrito como la primera muerte materna en Brasil. Rafaela era profesora de niños y niñas, vivía en una ciudad del interior de Bahía, donde el virus se habría demorado en llegar si no fuese por el turismo de gente rica con tránsito internacional. Ella murió sin tener acceso a la unidad de terapia intensiva el día 2 de abril, cuando los casos de la covid-19 todavía no habían alcanzado la cifra de miles de muertes, que hacen de Brasil hoy uno de los epicentros de la pandemia. Después de Rafaela, murieron Viviane Albuquerque, de 33 años; Priscila dos Santos, de 36 años; Aline de Oliveira, 35 años.

La lista aumenta a medida que las noticias rompen las estadísticas que se preocupan por clasificar los cuerpos como viejos o por las enfermedades previas. En la multitud de los números, las historias trágicas de estas mujeres desaparecen como un detalle del horror de la pandemia. Pero ¿qué convertiría la muerte de esas mujeres en algo más sorprendente que la muerte de miles de personas que todos los días mueren de la covid-19? El hecho de que toda muerte materna puede ser una muerte evitable si el acceso a los servicios de salud – especialmente los servicios de salud reproductiva – fuera asegurado.

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No hay estudios científicos que comprueben la relación entre embarazo y mayor riesgo de muerte materna por la covid-19, y el equipo de Amorim es cauteloso en levantar los números y analizarlos a la luz de la frágil literatura médica internacional. Las series chinas comienzan a ser revisadas en busca de correlación. Un estudio reciente de la Agencia de Salud Pública de Suecia calculó el riesgo de internación en UCI por la covid-19 entre mujeres de 20 a 45 años, embarazadas y no embarazadas, y los resultados sugieren que las formas más graves de la enfermedad pueden ser más frecuentes entre las embarazadas y puérperas. Esto significa que las mujeres embarazadas con covid-19 tendrían mayores posibilidades de llegar a necesitar de ventilación mecánica o UCI, como fue el caso de Rafaela.

Otro estudio de base poblacional en Reino Unido con 427 mujeres embarazadas hospitalizadas por la covid-19, entre los meses de marzo y abril, mostró que la mayoría de las mujeres embarazadas hospitalizadas estaba en el final del segundo o tercer trimestre de gestación. Los resultados del estudio indican la importancia de las reglas de distanciamiento social, inclusive al final del embarazo, además de la reducida probabilidad de transmisión vertical del virus de la mujer para el feto. Tan importante como los aspectos médicos del estudio, fue la identificación de mayores riesgos de enfermedad grave por la covid-19 entre las mujeres negras embarazadas, esto es, mujeres con mayor vulnerabilidad social. Nuevamente, esta fue la historia de Rafaela, una mujer negra de una región vulnerable de Brasil.

La Organización Mundial de la Salud sustenta ambiguamente que “los datos son limitados, pero actualmente no hay evidencia de que las mujeres embarazadas se encuentren en mayor riesgo de enfermedad grave que la población en general”. El documento agrega que “por el momento, debido a las alteraciones en sus cuerpos y sistemas inmunológicos, sabemos que las mujeres embarazadas pueden ser seriamente afectadas por algunas infecciones respiratorias”. La ambigüedad de la recomendación lleva a protocolos de salud variados sobre cómo asociar la respuesta a la covid-19 y las necesidades permanentes de salud reproductiva de las mujeres. La verdad es que muchos países no incorporaron la salud reproductiva en el paquete de emergencia de salud que debe ser ofrecido en respuesta a la pandemia. El resultado es que descubrimos los efectos del silencio sobre salud reproductiva de la manera más escandalosa e irreversible, por la muerte de mujeres en el parto o en el puerperio.

Debora Diniz es brasileña, antropóloga, investigadora de la Universidad de Brown.

Giselle Carino es argentina, politóloga, directora de la IPPF/WHR.



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