Polonia, en suspenso
El Gobierno polaco insiste en celebrar elecciones presidenciales cuanto antes independientemente del modo
Finalmente, los polacos no eligieron ayer por correo al presidente de la República tal y como había pretendido el Gobierno ultraconservador presidido por Mateusz Morawiecki y comandado por el líder de Ley y Justicia (PiS), Jaroslaw Kaczynski.
Pero esta suspensión no se produjo por el lógico convencimiento de que la situación de excepcionalidad provocada por la pandemia justifica un aplazamiento electoral ante la falta de las mínimas condiciones sobre el sistema de voto y la igualdad en la campaña entre las diferentes candidaturas que exige toda democracia. Desgraciadamente no fue así. La evidencia de que no había medios materiales para llevarlas a cabo y, sobre todo, una crisis entre los socios en el Gobierno ultraconservador llevaron a suspender los comicios apenas cuatro días antes de su celebración. Mientras el partido de Kaczynski presionaba a favor de mantener los comicios por correo, sus socios proponían directamente una reforma constitucional in extremis para permitir que el actual presidente, Andrzej Duda, permanezca dos años más en el cargo.
En la convulsión creada por la pandemia, Kaczynski ha centrado sus esfuerzos políticos en evitar a toda costa un aplazamiento electoral en la creencia de que la ventaja de Duda en las encuestas disminuirá a medida que pasen los meses y se perciban los efectos de la crisis económica causada por el coronavirus. La oposición pide que los comicios se celebren en octubre, pero es cierto que la Constitución no permite un aplazamiento, y el Gobierno mantiene su intención del voto por correo aunque en otra fecha. En esta situación tendrá mucho que decir el Tribunal Supremo, controlado desde la semana pasada por el Ejecutivo gracias a una polémica reforma del poder judicial que le ha costado a Polonia un apercibimiento por parte de las instituciones europeas
El empecinamiento del Gobierno ultraconservador polaco por llevar adelante unos comicios presidenciales por correo ha provocado hasta el momento situaciones y pronunciamientos impensables en un país de la Unión Europea, desde el llamamiento al boicot de una votación en este formato lanzado en estas semanas por destacadas figuras de la historia política reciente, entre ellos expresidentes y ex primeros ministros, hasta la advertencia de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, sobre la importancia de unas elecciones “libres y justas” en Polonia y el aviso del comisario de Justicia, Didier Reynders, de que la Unión “seguirá de cerca” la organización del proceso. En vez de seguir enrocado en una indefendible jugada con un objetivo ventajista, Kaczynski podría reflexionar sobre su responsabilidad en que se produzcan estas admoniciones —dirigidas normalmente a otro tipo de regímenes— en torno a la costosísimamente ganada democracia polaca.
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