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De la amenaza de Trump al asalto a la embajada en Ecuador: el mundo según López Obrador

Dentro de la proverbial reserva del presidente respecto a la política internacional, México se ha concentrado en la compleja relación con Estados Unidos y en un mayor protagonismo en el convulso mapa político latinoamericano

Andrés Manuel López Obrador
López Obrador en Ciudad de México, en agosto de 2021.Galo Cañas Rodríguez (Cuartoscuro)
Elías Camhaji

No era una Asamblea General como las otras. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) convocó en su 75º aniversario a una reflexión profunda sobre su importancia histórica, el inquietante presente del mundo y los pasos para el futuro. Después de 13 oradores llegó el turno de México. Andrés Manuel López Obrador decidió no acudir a la sede de la ONU y ofreció un mensaje desde el Palacio Nacional. El presidente reivindicó las aportaciones de los pueblos originarios y puso en valor el papel de figuras como Miguel Hidalgo y Benito Juárez. “Se le conoció como el Benemérito de las Américas, fue tan importante su proceder y su fama, que Benito Mussolini lleva ese nombre porque su papá quiso que se llamara como él”, afirmó.

El discurso, pronunciado en septiembre de 2020, provocó todo tipo de reacciones en los medios y la comunidad internacional, que cuestionaron la pertinencia de recordar al dictador fascista en la ONU. En México, hubo risas y bochorno, pero no tanta sorpresa. La anécdota decía mucho del lugar que López Obrador daba en su Gobierno a la política exterior, un área a la que dedicó cinco párrafos en su Plan Nacional de Desarrollo. Al presidente, en realidad, no le importaba tanto Mussolini como Benito Juárez. Convencido de que “la mejor política exterior era una buena política interior”, hizo sólo doce visitas al extranjero durante su sexenio.

Decir que México desapareció del mapa tampoco sería preciso. Lidió con Donald Trump y Joe Biden, presidió el Consejo de Seguridad, tendió puentes durante la pandemia, refrendó la tradición del asilo y se plantó tras el asalto a la Embajada en Ecuador. También cedió ante las presiones migratorias, se confrontó innecesariamente con otros mandatarios, replegó esfuerzos que tomaron años en construirse y utilizó nombramientos como moneda política. ¿Qué deja López Obrador frente al mundo? Cuatro especialistas lo analizan.

De Trump a Biden: la compleja relación con EE UU

La primera visita oficial se dio 19 meses después de que tomó posesión. El presidente acudió el 8 de julio de 2020 a una reunión en la Casa Blanca, a propósito de la firma del TMEC. “Somos amigos contra todo pronóstico”, dijo Trump al darle la bienvenida. “En vez de agravios hemos recibido de usted comprensión y respeto”, respondió el mandatario mexicano.

Andrés Manuel López Obrador y Donald Trump
Donald Trump camina hacia el Jardín de las Rosas con López Obrador en la Casa Blanca, en Washington D.C. (EE UU), en julio de 2020.Win McNamee (Getty Images)

La renegociación del tratado de libre comercio, sin embargo, supuso un viaje turbulento. Con la amenaza de una guerra comercial, Trump acusó a México de no actuar frente a la crisis migratoria. “Si la inmigración ilegal se alivia a través de medidas adoptadas por México, algo que determinaremos a nuestra discreción y criterio, los aranceles se quitarán”, afirmó el republicano el 31 de mayo de 2019. Fueron siete días negros para la relación bilateral encomendados al entonces canciller Marcelo Ebrard.

El 7 de junio se anunció un acuerdo: la Administración de López Obrador salvó la relación comercial a costa de cientos de miles de migrantes que cruzan su territorio cada año. “Se gestó, aparentemente, una muy buena relación con el presidente Trump”, plantea la exembajadora Olga Pellicer. “¿Hasta dónde, sin embargo, se puede hablar de una buena relación si tomamos como punto de partida la migración? Yo encuentro que fue bastante mala porque arranca con una posición de subordinación”, cuestiona la académica.

La posición frente a Trump aún divide opiniones, si se podía hacer más o no. “Lo que sigue es muy costoso para México, porque tiene, para empezar, implicaciones en su territorio, la situación en las fronteras sur y norte es angustiosa”, asegura. El presidente mantuvo el discurso de atender las causas de la migración. Pero dejó caer al encargado de la política migratoria y militarizó el control de fronteras con la Guardia Nacional. Aceptó programas como Quédate en México o las devoluciones exprés durante la pandemia. Se convirtió, en los hechos, en un tercer país seguro. Las presiones en el sistema de acogida se evidenciaron en tragedias como el incendio de la estación migratoria en Ciudad Juárez el año pasado, que dejó al menos 40 muertos. “El Instituto Nacional de Migración ha desempeñado uno de los papeles más tristes de su historia”, zanja Pellicer.

“Nos plegamos a los intereses de Estados Unidos, no teníamos más remedio”, comenta Leonardo Curzio, académico de la UNAM. Curzio sostiene que Trump rompió con la cordialidad que imperaba en la relación bilateral, pero encontró coincidencias con López Obrador en el pragmatismo y una visión transaccional. “Ambos tenemos el interés de poner a nuestros países primero... Usted lo hizo, yo lo hice”, le dijo Trump en la Casa Blanca. Dos años después de perder la elección, el republicano presumió el sometimiento de México: “Nunca vi a nadie doblegarse de esa manera”.

Policías militares con la insignia de la Guardia Nacional se concentran en un puesto de control migratorio en Tapachula (Chiapas), en junio de 2019.
Policías militares con la insignia de la Guardia Nacional se concentran en un puesto de control migratorio en Tapachula (Chiapas), en junio de 2019. Rebecca Blackwell (AP)

Para el analista, el presidente siempre tuvo claro que su prioridad en el exterior era Estados Unidos. López Obrador también privilegió marcar una distancia prudencial. No quería intromisiones en la política interna. Argumentando el principio de no intervención, su Gobierno no se pronunció sobre el asalto al Capitolio en 2021 y tardó 38 días en felicitar a Biden como presidente electo.

El tono cambió con Biden. “Ha sido extraordinariamente caballeroso y cuidadoso”, dice Curzio. López Obrador propició también esa cercanía: recibió a múltiples delegaciones estadounidenses y dio entrada al embajador Ken Salazar, el hombre de Washington para descifrar al presidente. “Entendió que aquí la política se hace en Palacio Nacional y que si había que resolver algo con México era directo con el presidente”, señala. Eso no ha impedido que surgieran señalamientos sobre derechos humanos, garantías para la prensa o condiciones laborales en México, que no existían con Trump.

Los vectores de la relación bilateral no cambiaron: Estados Unidos quería acciones contra la crisis migratoria y el narcotráfico. La posición de López Obrador ha sido inamovible: “En México no se produce fentanilo”. Su Gobierno cooperó en el frente migratorio y tuvo guiños como la extradición, entre otros, de Ovidio Guzmán, el hijo de El Chapo. Se dio, sin embargo, un viraje en los esfuerzos conjuntos en Seguridad: se enterró la Iniciativa Mérida y se dio paso al Entendimiento Bicentenario.

“La seguridad ha sido el mayor fracaso, un diagnóstico que comparten republicanos y demócratas”, sentencia Arturo Sarukhán. El exembajador mexicano en Washington asegura que López Obrador careció de “apetito estratégico” y coincide en fue “una relación meramente transaccional”. “La relación está nadando de muertito, no ha avanzado en términos estructurales”, comenta.

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, y el estadounidense, Joe Biden
López Obrador y Joe Biden conversan durante su primera reunión bilateral en Washington (EE UU), en noviembre de 2021.Susan Walsh (AP)

La captura y posterior liberación de Salvador Cienfuegos, secretario de Defensa de Enrique Peña Nieto, marcó un punto de inflexión en las relaciones con la DEA. El Gobierno mexicano impuso nuevos controles a las tareas de “agentes extranjeros”, marginó a la agencia y la acusó de las filtraciones sobre supuestos vínculos entre el narco y el círculo cercano de López Obrador.

El presidente celebró la caída de Genaro García Luna, secretario de Seguridad de Felipe Calderón, por narcotráfico, pero no dio credibilidad a las acusaciones contra Cienfuegos, que cuestionaban su propia relación con los militares. Sus críticos argumentaron que la diferencia entre García Luna y Cienfuegos fue la voluntad política de Washington. A final de cuentas, las autoridades estadounidenses no han anunciado ninguna denuncia contra el entorno del presidente.

“Se creen el gobierno del mundo”, afirmó López Obrador en marzo de 2023, en pleno choque con el Departamento de Estado. “México no es colonia de nadie”, ha repetido también en diferentes tramos. “Ha sido una política exterior minada por los exabruptos y diatribas del presidente, que se lanza a emboscar a Biden con declaraciones que van desde Julian Assange hasta que los estadounidenses tienen problemas con el fentanilo porque no abrazan a sus hijos”, critica Sarukhán.

Biden, al menos en público, no ha dado importancia a las salidas de tono, bajo el entendido de que no comprometen la cooperación en áreas estratégicas. Incluso, ha respaldado los reclamos que considera legítimos, como las demandas contra la industria armamentista de EE UU, que han avanzado en los tribunales estadounidenses, o cuando el destinatario es un adversario común, como el gobernador texano Greg Abbott, que instaló un insólito muro flotante en el río Bravo.

Desde la salida de Jesús Seade en 2020, no se ha nombrado un subsecretario para América del Norte, un hueco que no se ha resarcido con la nueva canciller, Alicia Bárcena. Los embajadores mexicanos en Estados Unidos, Martha Bárcena y Esteban Moctezuma, no han tenido protagonismo. Se han relegado los reclamos de una reforma migratoria para beneficiar a más de 10 millones de mexicanos sin papeles. El terreno de migración y seguridad sigue lleno de espinas y de incógnitas. Las fronteras se han convertido en ollas de presión. Las tensiones han sido permanentes.

Andrés Manuel López Obrador
Andrés Manuel López Obrador entrega una condecoración a Salvador Cienfuegos, en Perote (Veracruz), en octubre de 2023. Galo Cañas Rodríguez (CUARTOSCURO)

Al mismo tiempo, México se ha afianzado como el principal socio comercial de Estados Unidos. Las remesas han batido récords históricos y no se han gravado, pese a las amenazas de Trump. Fue el primer país de Latinoamérica en acceder a la vacuna contra la covid-19. Hay nuevas oportunidades con el nearshoring. Las embajadas se llenaron de nombramientos políticos, pero la mayor red consular del mundo dio la cara ante tragedias como el tiroteo de El Paso o el hallazgo de 53 migrantes muertos en San Antonio.

El debate es cuántos de estos éxitos tienen que ver con una política exterior, entendida como una estrategia sostenida, y cuántos fracasos pueden achacarse a la ausencia de ella. En la relación bilateral, Curzio da por superada la prueba en términos generales. Pellicer apunta que, pese a los esfuerzos, faltó visión estratégica. Sarukhán afirma que fue “una oportunidad perdida”. López Obrador ha dedicado cinco de sus 12 visitas a Estados Unidos. Las otras siete han sido a países latinoamericanos.

México ante el convulso mapa latinoamericano

“Hermanas y hermanos, parto rumbo a México”. Así anunció Evo Morales su salida de Bolivia el 12 de noviembre de 2019, tras ser obligado por el Ejército a renunciar. Se trató del movimiento más importante frente a la región en lo que iba de la presidencia de López Obrador. Marcó también un punto de no retorno en el conflicto con la Organización de Estados Americanos (OEA) y su secretario, Luis Almagro. La OEA acusó a Morales de fraude electoral y México defendió que fue víctima de un golpe de Estado.

Morales estuvo menos de dos semanas en México, pero su asilo fue cuestionado por la oposición, que acusaba una motivación ideológica. Natalia Saltalamacchia, académica del Instituto Tecnológico Autónomo de México, subraya que el país tiene extensa tradición diplomática en la materia y recuerda casos como la llegada de Mohamed Reza Pahlevi, el sha de Irán, o del expresidente hondureño Manuel Zelaya, que criticó a Calderón apenas llegó a territorio mexicano.

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, recibe al exmandatario boliviano Evo Morales
El mandatario mexicano conversa con el expresidente de Bolivia Evo Morales en Palacio Nacional, en octubre de 2021.Presidencia de México (EFE)

“Llevábamos dos o tres Gobiernos en los que el asilo no era noticia y creo que el cambio tiene que ver con qué tan revuelto está el vecindario”, señala Saltalamacchia. Se concedieron solicitudes a colaboradores de Rafael Correa en Ecuador o a la familia del expresidente peruano Pedro Castillo, pero también a opositores venezolanos, un factor determinante para que las negociaciones sobre la crisis política fueran en México, recuerda la especialista.

El asilo a Morales se dio en un momento en que López Obrador era cuidadoso de no opinar sobre la política de otros países. “El presidente aludía hasta el cansancio el principio de no intervención porque tenía la intención de participar muy poco en política exterior y era una buena fórmula para delegar los conflictos internacionales”, comenta Saltalamacchia.

Eso cambió. “En los últimos dos años, entró en contradicción y se pronunció varias veces sin que hubiera muchas razones para hacerlo”, explica. En su opinión, eso hace que los casos de Morales y Pedro Castillo sean distintos. López Obrador simpatiza con la biografía política del expresidente peruano, pero la seguidilla de acciones que llevaron a su defenestración complicaron una posición de defensa al exmandatario.

Esos matices son un factor determinante en el análisis del asalto a la Embajada de México en Quito y el escándalo en torno al exvicepresidente Jorge Glas. Pellicer explica que importa el contexto de un posicionamiento oficial: no es lo mismo pronunciarse contra la invasión de Vladimir Putin a Ucrania o la guerra de Benjamin Netanyahu en Gaza que sobre las elecciones de Ecuador. “En ese caso resulta, por decir lo menos, inusitado”, comenta.

AMLO sobre el asalto a la embajada mexicana en Quito, Ecuador
López Obrador muestra un vídeo del momento en que la policía ecuatoriana irrumpe en la embajada mexicana para la detención de Jorge Glas, en Palacio Nacional, el 9 de abril de 2024.Galo Cañas Rodríguez (Cuartoscuro)

El veredicto, sin embargo, es prácticamente unánime en México: el asalto a la Embajada fue desproporcionado e ilegal. Lo debatible sigue siendo la justificación del asilo a Glas y si la confrontación se podía haber evitado. Por diferentes razones, México rompió relaciones con Ecuador, puso en pausa los vínculos con Perú y tensó al máximo los contactos con la Bolivia de Jeanine Áñez.

López Obrador chocó con el argentino Javier Milei y perdió un aliado con la salida de Alberto Fernández. Tuvo sólo dos visitas a Sudamérica. En septiembre de 2023 sostuvo una reunión de trabajo con el colombiano Gustavo Petro y participó en el 50º aniversario del golpe contra Salvador Allende, encabezado por el chileno Gabriel Boric.

Algunas lecturas políticas auspiciaron que México asumió un liderazgo regional con el relanzamiento de la Celac o los programas de cooperación para Centroamérica. Pero muchos esfuerzos se quedaron en simbolismos. “México ha tenido realmente pocos momentos en los que se ha planteado y ha querido ser líder en América Latina. Creo que ahí hay un mito”, zanja Saltalamacchia.

La posición frente a Venezuela y Cuba ha provocado críticas, pero ha estado supeditada a la relación con Estados Unidos, apunta la especialista. Hubo intentos por incorporar a Nicolás Maduro y Miguel Díaz-Canel en foros y cumbres, pronunciamientos contra las sanciones a la isla o la contratación de médicos cubanos, pero han sido casi siempre interpretadas como señales de independencia frente a Washington. La postura ante el nicaragüense Daniel Ortega ha sido mucho más discreta.

El presidente de Chile, Gabriel Boric, habla hoy junto a su homólogo de México, Andrés Manuel López Obrador, durante una declaración conjunta en el Palacio de La Moneda.
Lopez Obrador observa a Gabriel Boric dar un discurso durante una declaración conjunta en el Palacio de La Moneda, en Santiago (Chile), en septiembre de 2023. Elvis González (EFE)

Guatemala, Honduras y El Salvador sí han tenido un papel más visible en el discurso de López Obrador. Pero ha tenido una suerte similar: la exportación de programas sociales o la promesa fallida de un “plan Marshall” para Centroamérica están en función de la gestión migratoria con Estados Unidos. El presidente tuvo una gira por Centroamérica en 2022.

“Ha sido congruente, no le ha dado prioridad a la política exterior, salvo a lo que tiene que ver con la relación con Estados Unidos”, reseña Pellicer. Incluso, pone en duda que existiera una verdadera política exterior hacia Latinoamérica u otras regiones. “Lo que significa el mundo para México es algo que no ha tenido lugar”, afirma. “Es una huella negativa y muy costosa”.

Curzio comenta que se han desdeñado las relaciones con Europa, siquiera para compensar la dependencia frente a EE UU, y que los acercamientos con China o Rusia han sido siempre con cautela. “No ha tenido interés en ir a ningún foro que no sea en Estados Unidos”, dice el experto sobre los organismos multilaterales o las alianzas comerciales. “En esta Administración, como en ninguna otra, se ha optado por no equilibrar la relación bilateral”.

Saltalamacchia coincide: ha pasado mucho en Latinoamérica, pero los posicionamientos han sido fundamentalmente reactivos o responden a cuestiones de gobernabilidad interna. “Para ser un presidente que piensa mucho en su legado, ninguna acción diplomática de gran calado ha formado parte de esa visión de legado”, concluye.

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Sobre la firma

Elías Camhaji
Es reportero en México de EL PAÍS. Se especializa en reportajes en profundidad sobre temas sociales, política internacional y periodismo de investigación. Es licenciado en Ciencia Política y Relaciones Internacionales por el Instituto Tecnológico Autónomo de México y es máster por la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS.
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