Mariana Aymerich: “Sin público joven, el Cervantino tiene pocas probabilidades de subsistir”
La directora del festival de teatro más grande de Latinoamérica apuesta por producciones “más pequeñas” para el 50 aniversario del evento, que será en octubre. “Es un esfuerzo del Estado y hay necesidades más urgentes”, dice a EL PAÍS
En su escritorio, Mariana Aymerich tiene varios programas plegados, folletos color verde con el rostro pixelado de Miguel de Cervantes en el frente y caligrafía apurada. La publicación anuncia el aniversario número 50 del festival de teatro más grande de Latinoamérica, que Aymerich dirige desde 2019 y que que este año se realiza entre el 12 y el 30 de octubre en Guanajuato. En las calles de esa ciudad del centro de México, el director de teatro Enrique Ruelas empezó a representar obras cómicas breves que tiempo después dieron origen al Festival Internacional Cervantino. Desde entonces, el evento ha mutado. Aymerich apuesta ahora por atraer a público joven y poner en escena espectáculos “más pequeños”, a diferencia de festivales similares, como el de Aviñón, que tras la pandemia ha montado obras de hasta 13 horas con decenas de artistas en escena.
La programación del Cervantino se presentó a finales de junio e incluye producciones nacionales e internacionales a precios accesibles o incluso gratuitas. Las entradas más caras, las del Teatro Juárez, una construcción ecléctica de principio del siglo XX que estará recién renovada en octubre, llegan a los 810 pesos (unos 40 dólares): “Si ves a Hera Hyesang y María Katzarava en el MET [de Nueva York], ¿cuánto te cuestan los boletos? ¿300 dólares?”, pregunta Aymerich. Las sopranos inauguran los 19 días de actividades, que incluyen conciertos de K-pop, presentaciones de la Gustavo Dudamel y la Filarmónica de Los Ángeles, espectáculos inmersivos o danzas folclóricas. Tras dos años de pandemia, el evento vuelve con un aforo del 100% y espera recibir a 500.000 visitantes. Para Aymerich (Ciudad de México, 45 años), el reto es que dentro de 50 años el festival siga existiendo.
Pregunta. El cambio de década invita a la reflexión, ¿cuáles han surgido al plantear esta edición?
Respuesta. Primero pensar si sí íbamos a poder hacer un festival al 100%. En 2019, nos sentamos a echar lápiz de qué era lo que queríamos, y lo primero fue garantizar los siguientes 50 años. Teníamos muy claro que había que continuar con un programa de formación de públicos porque los jóvenes son nuestros futuros consumidores. Si no nos detenemos a ver cuáles son sus intereses hoy, el festival tiene pocas probabilidades de subsistir. Y de repente en marzo del 2020 se viene la pandemia. Tuvimos que dejar a un lado el 50 aniversario y pensar cómo íbamos a hacer el [evento de] 2020.
P. Que fue virtual.
R. Fue un reto muy importante. Sabemos convocar a públicos, a artistas, manejar toda esta logística tan compleja, pero hacerlo en la virtualidad era un descubrimiento. No es lo mismo transmitir lo que está sucediendo en vivo que producir ex profeso para la virtualidad. Fue difícil, una edición muy compleja. En 2021, retomamos el camino de la planeación del [aniversario] 50. Lo que más nos interesa es hacer una pausa y revisar cómo vamos a programar a partir de esta edición. Fue una alegre coincidencia ver que otros festivales –el de Buenos Aires, el de Edimburgo, el de Alcalá de Henares– también están programando de otra forma. Ya no podemos pensar en los festivales con grandes producciones, o que lleven muchísimos elementos escenográficos.
P. ¿Por la pandemia?
R. Por la pandemia y por la complejidad que es programar esas grandes producciones. En la programación empezamos con la ópera porque el montaje implica mucho tiempo. Estas grandes producciones están al principio, como también lo de Dimitris [Papaioannou], que trae su carga completa desde Atenas. Pero de ahí para abajo son producciones menos complejas de montar.
P. ¿Por qué se tiende a eso?
R. Por costos de los boletos de avión –últimamente los boletos de avión se han ido al cielo– y también responde al momento global que estamos viviendo. No solo de pandemia, sino también de guerra, de crisis mundial... Tenemos que ser mucho más responsables, sobre todo las instituciones que tenemos recursos públicos. No podemos darnos ese lujo. Estamos haciendo un gran esfuerzo para hacer estos 50 [años], pero es un esfuerzo del Estado muy importante porque hay otras necesidades más urgentes, como de salud. La cultura es un derecho, es un derecho humano y creo que todos estamos muy conscientes de eso. El 50 aniversario tiene que ser memorable y creo que así será, pero después de esta edición no va a suceder igual. Tenemos que ser mucho más creativos en la forma de programar el festival.
P. ¿Cuál es el presupuesto federal este año?
R. Un poquito más de 148.000 millones.
P. Más alto que los años anteriores. Cuando usted empezó fue de 84 millones y en 2021 de 45 millones.
R. Sí, por eso es un esfuerzo enorme. Esto responde al aniversario. Todos los involucrados están echando la casa por la ventana.
P. Lo que sí continúa son los entremeses cervantinos.
R. Es donde nació el festival gracias a la visión que tuvo el doctor [Enrique] Ruelas de sacar el teatro universitario a las calles. Mantener esa llamita viva es muy importante. Además, yo creo que a raíz de eso se ha podido pensar en una democratización del festival. Si podemos presentar teatro en las calles podemos presentar cualquier cosa. Y el 50% de las actividades son gratuitas. Nos interesa que sea accesible para todos y es muy importante que los jóvenes se interesen.
P. Aunque varias actividades están restringidas para menores de ocho años.
R. Justo eso fue un ajuste que hicimos nosotros, a ocho años, porque antes era 12. Yo por mí, ¡que entraran bebés! Pero también tenemos que cuidar al público que ya tiene una experiencia y que va mucho a este tipo de representaciones artísticas. Tenemos que encontrar el balance y por eso ajustamos a ocho. Depende un poco del contenido, pero estamos tratando de quitarnos todos esos limitantes.
P. Los invitados de honor este año son Ciudad de México y Corea. ¿Qué los une, además de ser los invitados de este año?
R. La oferta artística que viene de ambos es muy orgánica y muy potente. Lo que nos traen va desde la tradición hasta lo más contemporáneo. Son culturas milenarias. Corea tiene unas cosas que visualmente rompen con los esquemas. Estamos buscando [que esta sea] la semilla para que haya continuidad los siguientes 50 años.
P. Son 19 días de festival, miles de artistas, cientos de eventos. Abruma un poco. ¿Cómo debería planear su visita el público, cómo lo haría usted si no fuera la directora?
R. Por eso en 2019 cambiamos un poco los horarios de los teatros. Obviamente, no te alcanza [el tiempo] para ver todo. Ni a mí me va a dar tiempo. Pero, por ejemplo, hay cosas que se presentan dos veces. También es curioso que las compañías empezaron a crear sus proyectos más cortitos, de 45 o 50 minutos, lo cual se agradece porque así te da tiempo de correr al otro [espectáculo]. Y tenemos una app en donde puedes ir haciendo tu Cervantino, que eso ayuda.
P. ¿Qué no se perdería usted?
R. La compañía de danza contemporánea Cas Public, de Quebec, es algo que no me perdería. A Dimitris [Papaioannou], por supuesto, no me lo perdería por nada. Physical Momentum, del coreógrafo mexicano Pancho Córdova, es un montaje muy potente. No me perdería tampoco Sigma Project, un ensamble español de música contemporánea muy interesante. Vienen otros dos ensambles que me encantan: el cuarteto de chelos de Polonia y Attacca, que es música barroca muy bonita. Es que hay un montón... La compañía catalana La Fura dels Baus está preparando y produciendo ex profeso un proyecto para el festival, es un homenaje a Guanajuato. A ese le traigo muchas ganas. Híjole, a la compañía de danza contemporánea de Corea. El concierto que están preparando Paté de Fuá, o Café Tacvba sinfónico…
P. En el cierre de la edición 49 se emocionó, quizás por el desafío que supuso hacer un festival híbrido y en pandemia. ¿Esta edición la está viviendo con menos tensión?
R. Yo creo que esta edición es un reto muy importante. No me siento presionada, tengo ilusión de que ya suceda. Y claro, hay detalles que van surgiendo en el camino, pero se resuelve y sigues. Una vez que arranca el festival es como una maquinaria que va solita. Lo estamos disfrutando mucho. El ambiente laboral es sano, de mucha comunicación y de mucho trabajo en equipo. Yo creo que esos son los elementos fundamentales para que un evento de esta magnitud pueda salir a flote.
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