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Crianza
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Consejos para hacer frente al enfado de tu hijo: diálogo y escucha activa

El niño, con la ayuda del adulto, debe adquirir las herramientas necesarias para poder entender su desagrado y hacerle frente con serenidad

Enfado niños
Que un niño se enfade no significa que se esté portando mal. Únicamente está expresando su disconformidad.Maskot (Getty Images/Maskot)

Si pedimos a un adulto que cierre los ojos y se imagine a un niño pequeño, seguramente la idea que forme en su cabeza sea la de un crío riendo y jugando feliz con otros amigos en el parque o en el colegio. Sin problemas importantes a los que dedicar su tiempo y disfrutando de cada momento. Pero esta imagen en ocasiones idealizada no coincide con la realidad. Los niños, al igual que los adultos, tienen momentos malos y se enfadan cuando no están a gusto o no consiguen lo que se proponen.

Identificar, comprender y acompañar con serenidad el enfado de un niño no siempre resulta una tarea sencilla. Es una emoción incómoda y contagiosa que a menudo provoca que se reaccione ante ella con mal humor y reactividad. Seguramente, mucha gente haya observado en alguna ocasión cómo un padre o una madre perdía los nervios en un restaurante o en un centro comercial ante el enfado desmesurado de su hijo cuando no conseguía aquello que deseaba.

El enfado es una emoción primaria adaptativa absolutamente normal y necesaria que ayuda al niño a comunicar que hay algo que le incomoda y no es de su agrado. Pueden ser muchos los motivos que pueden provocar el enfado de un niño: cuando alguna cosa no le sale como él espera, cuando no sabe expresar correctamente lo que precisa, cuando siente que algo no es justo o que no se satisfacen sus necesidades...

Dependiendo de la edad y la madurez, el niño reaccionará al enfado de distinta forma. Cuando es pequeño y aún no es capaz de manejar correctamente la emoción, la irritación puede llevarle a patalear en el suelo, gritar, golpear, pellizcar, morder o llorar de forma incontrolada. A mostrarse agresivo tanto verbal como físicamente. Pero, a medida que crezca, y gracias a la adquisición del lenguaje y la práctica, será capaz de expresar de forma más calmada todo aquello que le produce enojo en su interior.

También hay que tener en cuenta que el hecho de que un niño se enfade no significa que se esté portando mal. Únicamente está expresando su disconformidad por algo o haciendo saber que en su interior hay algo que le inquieta o le irrita, y no sabe cómo darle respuesta.

El niño, con la ayuda del adulto, debe adquirir las herramientas necesarias para poder entender su desagrado y hacerle frente con serenidad. La contención emocional por parte del adulto únicamente conseguirá que el niño sienta desconfianza y miedo. Si el adulto, cuando el niño está inmerso en la emoción, le riñe, amenaza con castigarle o le ignora, provocará la desconexión emocional entre ambos. De hecho, la forma en la que el adulto responde al enfado será determinante para el aprendizaje, ya que el niño necesita a su lado un buen modelo de gestión emocional que le enseñe a hacer frente a las emociones desagradables desde la quietud.

Dotar al niño de recursos emocionales que le permitan hacer frente a su enojo será clave para su desarrollo madurativo. Un niño que aprenda a gestionar su enfado correctamente será capaz de enfrentarse a una injusticia de manera sana, superar las adversidades con autonomía y de hacer frente a la frustración.

Un niño que aprenda a gestionar su enfado correctamente será capaz de enfrentarse a una injusticia de manera sana en el futuro.
Un niño que aprenda a gestionar su enfado correctamente será capaz de enfrentarse a una injusticia de manera sana en el futuro.Catherine Falls Commercial (Getty Images)

Claves para ayudar a un niño a manejar el enfado:

  1. Ante el enfado de un niño, el adulto debe reaccionar con respeto y serenidad. No debe intentar reprimirlo ni contenerlo, sino ofrecer las herramientas necesarias para hacerle frente de forma positiva. Cuando el niño está enojado necesita que le escuchen y le ayuden a calmar la emoción, no que aviven su malestar. El adulto deberá mostrar interés por el motivo que ha provocado su enfado y ofrecer el tiempo que necesite para tranquilizarse.
  2. Enseñar al niño a expresar su enfado sin la necesidad de herir a los demás o de buscar posibles culpables a su situación. Ayudarle a identificar las emociones asociadas a su enojo y el motivo que lo ha provocado será clave para que sepa manejar mejor la situación.
  3. Proporcionar al niño herramientas que le ayuden a calmarse, bajar la intensidad emocional y desarrollar hábitos de control efectivos del estrés. Las técnicas de respiración, la práctica del mindfullness o la meditación le ayudarán a mantener el control y buscar soluciones a las situaciones que le generan enojo.
  4. El diálogo y la escucha activa hará sentir al niño que el adulto le muestra su empatía, interés por todo aquello que le pasa y le ofrece su ayuda para poder buscar soluciones conjuntas. La comunicación serena será la base para establecer una relación basada en el afecto y la comprensión.
  5. Los cuentos pueden convertirse en un instrumento muy útil para que el niño pueda contextualizar todas sus emociones a través de personajes e historias con las que se identifique. La lectura de cuentos aportará al niño valores e instrumentos para manejar y expresar mejor sus emociones.

Un niño que aprenda a hacer frente de manera positiva al enfado será un niño más feliz y seguro de sí mismo. Capaz de evaluar aquello que le disgusta y buscar soluciones para hacer frente a la emoción. Como decía el filósofo Aristóteles: “Enojarse es fácil, pero enojarse en la magnitud adecuada, con la persona adecuada, en el momento adecuado, eso es cosa de sabios”.

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