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Cómo gestionar los suspensos de tu hijo adolescente esta Navidad: hay que evitar enfados y castigos, y apostar por la comunicación

No tener buenas notas justo antes de comenzar las navidades puede afectar a la convivencia familiar. Aunque lo normal es que los padres se enfaden, conviene hablarlo y tomarlo como una oportunidad para identificar y trabajar esas cuestiones que hacen que el alumno no tenga el rendimiento esperado

Cómo gestionar los suspensos de mi hijo adolescente
A muchos progenitores les cuesta resistirse a la clásica reprimenda por unas calificaciones bajas que, en fechas navideñas, puede traducirse en excluirles de determinadas actividades.Elizabeth Fernández (Getty Images)

Con la proximidad de la Navidad se acerca uno de los momentos más complejos para las familias con hijos adolescentes: las primeras calificaciones del curso, las del primer trimestre. Las más flojas del año en la gran mayoría de los casos y, a menudo, los primeros suspensos del alumno. Que esto suceda no es casualidad, y, desde luego, el caso de tu hijo no es único. Los motivos para ello son varios. Lo explica Diana Al Azem, profesora de Secundaria y creadora del portal Adolescencia positiva —web que ofrece herramientas (podcast, vídeos, textos) para llevarse mejor con los adolescentes de casa—: “Por un lado, hablamos del comienzo de curso tras un largo verano de vacaciones y relax donde algunos chavales pierden el hábito de estudio. Por otro, muchos comienzan en un nuevo grupo, centro o ciclo, con compañeros nuevos a los que hay que trabajarse para ser aceptado en el grupo. Por si fuera poco, los profesores también son nuevos: toca adaptarse a sus metodologías, programación, expectativas, tipo de comunicación, criterios de evaluación…”, analiza la también autora de AdolescenteZ, de la A a la Z.

“La primera evaluación es la que les sirve para calibrar y orientarse sobre si tienen que apretar mucho más o solo un poco, dedicarle más tiempo o más esfuerzo”, añade Ana Couto, pedagoga, coach educativa y creadora del programa de ayuda al estudio Estudiar con sentido. Es decir, “para muchos estudiantes es algo así como una primera toma de contacto, ensayo de lo que será el resto del curso”.

Lo que tiene de complejo es que, siendo las navidades el periodo vacacional más largo del curso y con las mayores expectativas de regalos del año, es habitual que los padres tengan dudas sobre cómo reaccionar ante las bajas calificaciones de sus hijos. Para Al Azem es importante no dejarse llevar por los impulsos: “Para empezar, es vital afrontar el momento de entrega de notas estando bien preparado. Hay que partir desde la calma, mantener una conversación abierta para entender las causas de dichos resultados y buscar soluciones”. Y añade: “En lugar de centrarnos solo en las notas, lo ideal es proponer alternativas que ayuden al adolescente a mejorar de cara al siguiente trimestre. Es decir, no buscar culpables, sino soluciones”.

María José Álvarez Alonso, jefa de estudios y profesora del Máster Universitario Online en Psicopedagogía de la Universidad Alfonso X el Sabio (UAX), sostiene que la respuesta debería tratar de ser lo más positiva y menos agresiva posible. Aunque entiende que el enfado es una reacción natural por parte de los padres, incide en que “esta situación puede suponer un buen momento para identificar dificultades”. “Conviene tomarlo como una oportunidad para observar, identificar y trabajar esas cuestiones que hacen que el alumno no tenga el rendimiento esperado”, agrega Álvarez. Además, recuerda que el hecho de que sean buenos o malos resultados dependerá, sobre todo, de las expectativas tanto de las familias como de los propios alumnos. De hecho, para Couto es importante destacar en la conversación que se tenga con los hijos lo que han hecho bien este trimestre: “Para que no lo cambien y les sirva para estar satisfechos, porque este es el mayor motor de la motivación: el estar orgullosos de nuestro trabajo”.

Una de las razones para desistir del castigo es que no suelen ser muy efectivos para trabajar con los adolescentes aquellas conductas que se quieren modificar.
Una de las razones para desistir del castigo es que no suelen ser muy efectivos para trabajar con los adolescentes aquellas conductas que se quieren modificar.Sneksy (Getty Images)

A pesar de todas estas buenas razones, a muchos progenitores les cuesta resistirse a la (clásica) opción del castigo que, en estas fechas, según Couto, puede traducirse en excluirles de determinadas actividades lúdicas, acabar con las salidas con amigos, retirarles aparatos electrónicos e incluso dejarles sin regalos navideños. Y esto no es la alternativa más recomendada por psicólogos, profesores y pedagogos. Una de las razones para desistir de este sistema es que, en palabras de Álvarez Alonso, los castigos no suelen ser muy efectivos para trabajar con los adolescentes aquellas conductas que se quieran modificar. Pero además, esta pedagoga añade un matiz: “Un suspenso ya es de por sí un castigo para un estudiante, porque a nadie le gusta suspender”.

María Delgado lo tuvo claro cuando su hijo Nicolás Verdú (hoy de 17 años) trajo, en 3º ESO, tres suspensos por primera vez en su vida académica. “¿En qué momento me ha pasado el primer trimestre por encima, ya estamos en Navidad y yo he suspendido tres?”, le dijo él. Esta afirmación del adolescente fue suficiente para que ella entendiera que si alguien estaba disgustado y decepcionado consigo mismo era el propio adolescente. “Así que, a pesar de los comentarios de mucha gente a mi alrededor, no le castigué. Sí que le sugerí cambios en su sistema de estudio y le insistí en que necesitaba dedicarle más tiempo. Pero no castigarle. Él es el responsable de esos resultados que, por cierto, mejoraron en las siguientes evaluaciones”, explica Delgado.

“Aunque pueda parecer utópico, es importante transmitir de forma positiva la necesidad de que ellos mismos asuman la responsabilidad de sus suspensos”, sostiene Álvarez. Lo que no significa, según continúa, que no puedan recurrir a sus padres a la hora de organizar el trabajo y el estudio: “Por ejemplo, con un horario que sea viable y realista, que incluya también momentos de ocio y descanso”. La experta incide en que la Navidad también tiene que ser un periodo que ayude a los adolescentes a recargar pilas para el siguiente trimestre: “Por eso también es interesante que socialicen y no castigarles con lo que más suele necesitar el adolescente: el contacto con sus iguales”. “De hecho, es probable que no permitirles salir con sus amigos no dé los resultados que esperamos”, puntualiza.

En ese sentido, Al Azem apunta a la posibilidad de llegar a un acuerdo respecto a las salidas nocturnas. “Por ejemplo, salir con los amigos tras haber dedicado un mínimo al estudio o a la lectura”. Del mismo modo, esta profesora recuerda que es esencial no dejarse llevar por el enfado y amenazar con dejar de regalar: “De hecho, esto podría tener el efecto contrario a lo que pretendemos, haciendo que nuestro hijo sienta rencor y llegue a rebelarse contra el objetivo de responsabilizarse en los estudios”.

Además de todos estos motivos, hay uno añadido de gran importancia: la salud mental del adolescente. “El castigo refuerza el malestar, confirma que los padres tienen esa mala visión de él y, a veces, extrapolan su visión como estudiante a su autoconcepto como persona, llegando a tener pensamientos como ‘soy mala persona porque no hago más que defraudar a todo el mundo y no valgo para nada’, ‘soy un inútil, no valgo para estudiar”, prosigue Couto. Y todo este tipo de pensamientos son muy bloqueantes y limitantes, sostiene esta experta. “Además, un castigo o un enfado excesivo transmite el mensaje de que solo eres aceptado, o querido, si tienes buenos resultados”, continúa. Para esta pedagoga y coach educativa, la relación entre padres e hijos no puede depender de sus resultados académicos, “del mismo modo que unos malos resultados académicos no significan que vaya a ser un fracasado en la vida”.

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