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Claves para ser respetuoso y acompañar a los adolescentes en sus primeras relaciones sexuales

Los padres y madres deberían hablar a sus hijos sobre el deseo, lo divertido del juego y la necesidad de que en todo momento estén a gusto con lo que hacen. Y si no es así, que no lo hagan

relaciones sexuales adolescentes
Hablar con los hijos en términos bueno y malo de la sexualidad puede ser el principio del cisma. Es mejor abordarlo en términos de si es o no placenteroVincent Besnault (Getty Images)

En España, la edad media de la primera relación sexual con penetración se sitúa en la adolescencia. En concreto para las chicas, el inicio de estas relaciones está en los 16,7 años, según el informe La sexualidad de las mujeres jóvenes en el contexto español. Percepciones subjetivas e impacto de la formación, de julio de 2022. Los estudios realizados por la Sociedad Española de Contracepción (SEC) aseguran que hace 30 años estas relaciones sexuales se iniciaban pasados los 19 años, lo que confirma que la vida sexual activa de los actuales adolescentes comienza antes que la de sus padres. Pero también es cierto que, en la actualidad, la relación que mantienen hijos y padres es distinta, más abierta y tolerante.

Esta es la razón de que, a pesar de la dificultad que supone abordar estos temas tanto para unos como para otros, hoy en día se pueda apoyar a los jóvenes en este momento tan importante, algo que era impensable en generaciones anteriores. Aun así, hay que tener en cuenta que infundirles confianza para que expresen sus dudas y miedos no es trabajo de un día, sino que es una labor que debe comenzar en la infancia.

Rosa Navarro, sexóloga y educadora sexual en Diversual, tienda online de juguetes eróticos, afirma que si nunca se ha hablado de nada, sentarse con ellos y sacar el tema puede generar una gran incomodidad para ellos: “En cambio, si tenemos un trabajo previo hecho nos va a resultar más sencillo abordarlo, incluso podemos preguntarles directamente qué saben o qué opinan. Pero siempre buscando un momento adecuado”. Navarro aconseja aprovechar una serie que se haya visto o una noticia que se haya leído para hablar de ello.

Nada de clases magistrales

Para la experta no es recomendable hablar con los hijos e hijas como si se tratara de una clase magistral de sexualidad: “Podemos hacer muchas más cosas aparte de darles información clara y rigurosa. Ser referentes, que vean cómo nosotros practicamos la empatía, la comunicación asertiva y otras habilidades sociales puede ser tan valioso como facilitarles métodos anticonceptivos”.

En los mismos términos habla Raúl Padilla, sexólogo y psicoterapeuta: “Si nuestra comunicación es fluida y adecuada, sabremos cuándo introducir la genitalidad —expresión de las diferentes características de los genitales femeninos o masculinos— en la emocionalidad de la sexualidad. Hablar en términos como bueno y malo o bonito y feo en estos temas puede ser el principio del cisma. Es mejor abordarlo en términos de si es o no placentero”. Para Padilla, el aspecto lúdico y placentero de la sexualidad es básico para su afrontamiento y para una correcta comunicación: “Distiende el ambiente y permite un abordaje de aspectos más peliagudos como el autorrespeto o la autoprotección, con mayor probabilidad de que sean aceptados e integrados por el adolescente. Deberíamos hablar el mismo idioma, compartir sus inquietudes y aclarar las dudas que planteen”.

Es probable que si se les pregunta aseguren saberlo todo, más aún si se trata de contracepción y, en concreto, del uso de preservativo. Pero la realidad es que, según afirma Abel Renuncio, ginecólogo y miembro de la Sociedad Española de Contracepción, aún hay mucho por enseñar en torno a este método de barrera. “De hecho, de cada 100 mujeres que lo usan, 18 quedan embarazadas, en gran medida porque no se utiliza bien ni en todas las relaciones ni durante todo el acto sexual, sino que es frecuente que se use solo al final, cuando se va a eyacular”, afirma.

Más allá de la contracepción

Aunque a menudo es el que más preocupa a los padres, este no es el único asunto sobre el que se debe educar, informar y acompañar a los adolescentes. “Debemos introducir otros temas que engloben cuestiones como la orientación sexual, el deseo, las fantasías sexuales, la vinculación afectiva o el consentimiento”, afirma Navarro.

En este sentido, Padilla asegura que el placer debería ser el centro del discurso: “Deberíamos hablar sobre el deseo, lo divertido del juego y la necesidad de que en todo momento estén a gusto con lo que hacen y, si no es así, que no lo hagan. Dejar claro que esa primera vez no es una prueba o un deber, que es algo natural que aparece cuando la excitación lo hace inevitable”. Además, recomienda hablar sobre el autorrespeto en cuanto a tiempos y actividades que hacer y menciona que es fundamental darse el permiso para decir “No” o “Todavía no” con cariño hacia la otra persona.

No se puede olvidar que es una edad en la que a menudo la presión y la necesidad de pertenencia al grupo les puede influir hasta el punto de hacer cosas que no quieren solo para integrarse. “Por eso es tan importante que se sientan apoyados y no juzgados en casa ante su posible actividad sexual”, prosigue Navarro. “Más aún, si se tiene en cuenta que la educación sexual tiene grandes carencias en el sistema educativo, que no les provee de herramientas para estar preparados para la sexualidad, lo que supone riesgos como las ITS [Infecciones de trasmisión sexual que pueden ser causadas por bacterias, virus, hongos, parásitos y protozoos] o los embarazos no deseados”, afirma el doctor Renuncio. “Como consecuencia de ello, acuden a informarse donde pueden en sitios como las redes sociales, las cuentas de influencers o el porno”, añade este experto.

Precisamente el porno supone un grave peligro a la hora de asumir la desigualdad de género en la sexualidad de los adolescentes. “Este género ofrece una imagen de la sexualidad malentendida, con violencia real y simbólica sobre la mujer, que no se corresponde con la realidad. Pero si es lo único que conocen, la ficción les puede llevar a desarrollar problemas en la edad adulta”.

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