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“¿Qué quieres ser de mayor?”. Una pregunta aparentemente intrascendente que puede afectar a los niños

La edad o el carácter son algunos aspectos que influyen en cómo un menor percibe esta interpelación, que puede ser recibida con presión o como una motivación

Adults commonly project a family’s traditional professions onto a child, which is a mistake
Un error habitual de los adultos es proyectar en el menor los roles profesionales perpetuados en la familia.Jamie Grill (Getty Images/Tetra images RF)

Una de las clásicas preguntas que hacen los adultos a los niños es: “¿Qué quieres ser de mayor?”. Esta interpelación, aparentemente intrascendente e ingenua, tiene más carga emocional de lo que de entrada pudiera parecer. Astronauta, futbolista, artista o bailarina. Las respuestas de los niños sobre la cuestión de su dedicación futura son variadas, pero también puede surgir el “no lo sé” o la duda, algo que no es siempre bien aceptado por los adultos.

“Esta pregunta se hace por una de tantas inercias de nuestra educación. Muchas veces se trata de una especie de automatismo cuando no se sabe de qué hablar con el niño o qué preguntarle”, explica Tristana Suárez, psicóloga y terapeuta Gestalt. “Es un lugar común y fácil y, como muchas veces sucede por parte de los adultos, sin mucha conciencia sobre lo que estamos preguntando o lo que puede implicar para un menor”.

En cómo recibe un menor que está en proceso de maduración y todavía no es adulto esta pregunta influyen varios factores, como los que destaca Suárez: “La edad del niño, su carácter, el tono con que se le dice y la persona que se lo pregunta”. Y esto, según la experta, es debido a que los niños lo captan todo, no solo el contenido del mensaje, sino también la intencionalidad que subyace en él e incluso el lenguaje no verbal.

Las dos caras de la misma cuestión

El niño puede recibir esta interpelación sobre su futuro de dos maneras diferentes: “Una con presión, sobre todo si es más mayor, con la connotación de ‘tenlo claro ya’, ‘defínete’ o ‘por qué no lo sabes’, lo que puede provocar angustia cuando no se sabe la respuesta”. Pero también puede conllevar una vertiente positiva y lúdica: “Sirve para proyectar la fantasía, imaginar, soñar y jugar como lo hacen los niños cuando crean escenarios donde pueden ser cualquier cosa. Y ese aspecto puede ser interesante y útil”.

Tras cuestionarle al niño acerca de su dedicación o proyección profesional de cara al futuro, se ponen sobre la mesa varios mensajes, como ¿qué te gusta?, ¿a quién te quieres parecer? o ¿qué es lo que admiras? “La pregunta en sí no está mal, pero podría reformularse de otra manera, por ejemplo ¿qué se te da bien? O ¿qué sueños tienes?”, aconseja Suárez.

Para esta experta, no deja de ser una especie de mosaico, porque los niños cambian muchas veces de opinión según el momento en que estén, su personalidad y aficiones que pueden también cambiar: “Además, los mayores pueden proyectar sus frustraciones en los pequeños con comentarios como, ‘¿no te gustaría ser....?’, sin olvidar el influjo que ejerce el orgullo que los niños detectan en los adultos cuando les dicen lo que quieren escuchar”.

La importancia de la respuesta

Centrar la atención en la contestación que los adultos ofrecen al menor sobre a lo que se quiere dedicar cuando sea mayor es clave. “En ese momento, es cuando el niño comprueba si su respuesta es aceptada o no. Por ello es importante motivarle para conseguir sus metas por muy loca que parezca la idea”, argumenta Ana Gómez, psicóloga general sanitaria, especializada en población infantojuvenil.

Gómez considera que, con el tiempo, el niño ajustará las expectativas a su realidad y que insistir a menudo con la pregunta de qué quiere ser de mayor no es recomendable: “Puede provocar que se sienta obligado a tomar una decisión definitiva y no permitirle ser flexible, así que lo ideal es alentarle a que explore para descubrir lo que realmente le apasiona”. Según esta psicóloga, aunque en general esta pregunta se suele recibir con emoción a un niño ansioso o inseguro a la hora de tomar decisiones le puede generar incertidumbre y malestar.

Un error habitual de los adultos es proyectar en el menor los roles profesionales perpetuados en la familia con preguntas como: “¿Tú vas a ser médico como mamá?”. “Esto limita la opción al menor, que actuará para ser aceptado como su entorno espera de él”, añade la experta. Además, prosigue Gómez, la respuesta del niño puede ser inesperada y sorprendente, como cuando dice que de mayor quiere ser feliz o vivir en paz: “Esta contestación es igual de válida que cualquier otra y no conviene reorientarle para que lo centre en una profesión, así como tampoco invalidar nunca lo que el menor comente al respecto”.

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